Reflexión semanal del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
El mandamiento del amor
Domingo XXX. Ordinario. A. 2014
Todos los diocesanos de la Diócesis de Cartagena estamos este año adentrándonos en la aventura de peregrinar al corazón de Dios, donde está la fuente del verdadero amor y nuestra tarea es, como nos pediría San Pablo, convertirnos en un testimonio vivo del amor que hemos aprendido en el corazón de Dios y darlo a conocer. Fijaos en el Evangelio de esta semana para conocer lo que nos pide Dios. Esto es lo que los fariseos preguntaron a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento principal?», y esta fue su respuesta: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primer mandamiento y el más importante. El segundo es semejante al éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basa toda la ley y los profetas» (Mt 22,37-40). Su respuesta está formulada y avalada por la enseñanza y por la vida de Jesús, no inventa nada, sino que se limita a citar la Sagrada Escritura (Dt 6,4 y Lv 19,18), unos textos que estaban muy grabados en la memoria de cualquier judío; el primero es el Shemá, la principal oración que los judíos deben rezar a diario, unas palabras que las tienen que recordar en todo momento y que suelen colocarlas en los marcos de todas las puertas, para tocarlas y acariciarlas con la mano al entrar o al salir. El segundo texto, del Levítico, dice expresamente que «amarás a tu prójimo como a ti mismo», en un contexto donde se pide que no haya rencor, que se resuelvan los litigios con diálogo, que se corrija al que lo necesite, pero como fruto del amor verdadero.
Nunca se habla de dos mandamientos, sino de uno solo y único. El amor al prójimo es fruto del amor a Dios y el amor a Dios es la respuesta a la gracia del don de la revelación. Dios es la fuente de todo amor. El que ama al prójimo ama siempre a Dios; el que ama a Dios no puede no amar al prójimo. Así lo explica Benedicto XVI: «Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables y se encuentran en relación recíproca. Jesús no inventó ni el uno ni el otro, sino que reveló que, en el fondo, son un único mandamiento, y lo hizo no sólo con la palabra, sino sobre todo con su testimonio: la persona misma de Jesús y todo su misterio encarnan la unidad del amor a Dios y al prójimo, como los dos brazos de la Cruz, vertical y horizontal». Si amas, ya eres perfecto, porque lo cumples todo y Dios está en ti, y eres libre. La caridad no le hace mal a nadie. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud (Rom 13, 9-10). El que no ama no entiende los mandamientos, es de los que piensan que les ha caído encima una losa de leyes impuesta y esclavizante.
Pido al Señor que sepamos vivir con la fuerza de la fe que nos muestra el salmista: «Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza». En estos tiempos se necesitan apóstoles de la caridad.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena