Dios se goza con los de corazón sencillo

Escrito del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, para el Domingo XIV del Tiempo Ordinario.

La escena del Evangelio de esta semana discurre en Nazaret, la tierra donde Jesús vivió desde pequeño. Y por haberse criado allí entre estos vecinos le conocían perfectamente, como también Él conocía a sus paisanos. Precisamente por esta realidad se plantean dos cuestiones importantes que dan explicación a este texto: En primer lugar, la admiración; la gente no entiende nada de lo que está pasando y se hacen preguntas acerca de Jesús, de lo que están viendo y oyendo; no han sido capaces de ver más allá de sus propios ojos y se han quedado en el conocimiento externo sin entrar en lo esencial. En segundo lugar, lo que están manifestando es su ceguera, la falta de fe, hasta tal punto que dice el Evangelio que Jesús «se extrañó de su falta de fe» (v.6).

El texto de San Marcos nos lleva a nosotros a considerar que Dios hace las cosas bien, hasta tal punto que se acerca a nuestra realidad, que quiere estar muy cercano, tanto que es un vecino más, uno de nosotros, pero da la impresión de que esto precisamente nos hace desconfiar de Él. Las expresiones que hemos oído siempre: «si lo conocemos de toda la vida», «si lo he visto nacer»… les han cerrado la puerta de la fe. Pero más grave aún, se han cerrado a la Palabra de Dios y a la misericordia de Dios y eso les lleva necesariamente al rechazo. Puede que eso sea fruto de la condición humana, porque en la primera lectura del profeta Ezequiel ya advierte el Señor a su enviado acerca de la gente que se va a encontrar, «un pueblo rebelde… que han ofendido a Dios hasta el presente día… también sus hijos son testarudos y obstinados… a ellos te envío». Lo mismo que Dios envió al profeta Ezequiel, hoy nos insiste, para que no caigamos en el mismo pecado y abramos los oídos a su Palabra, que es clara: ¡Despierta a la fe y a la confianza!, que Dios está llamando a tu puerta con un rostro conocido y puedes ver con tus ojos las obras de sus manos, las maravillas que hace por su poder y grandeza; ¡no dejes de admirar las obras de Dios y fiarte de sus palabras! La admiración sin la fe se queda en el nivel de lo humano y es raquítica, pero la que brota de la fe es buena, porque nos abre el horizonte a las maravillas de Dios.

No dejemos pasar un aspecto que sobresale en la experiencia de la fe y confianza en la Palabra de Dios, me refiero a que, por la experiencia de la vida espiritual, es necesario tener un corazón sencillo para poder entender el lenguaje de Dios. ¿Cómo se puede entender la predicación de Jesús acerca del Reino de Dios, sobre el amor del Padre, su Plan de Salvación universal sobre el hombre, la paternidad de Dios y la fraternidad de todos los hombres o el perdón de los pecados y la misericordia, si no tienes un corazón sencillo? Si la Virgen María lo canta en el Magníficat cuando dice que Dios ha revelado estas cosas a los sencillos de corazón, mientras los «sabios de este mundo» lo han rechazado y por eso salen vacíos. Hay una explicación a todo esto, que la gente sencilla que se ha fiado va por el camino del amor y este hace milagros, mientras el que pide «ver y tocar» se incapacita para dar el salto a la fe.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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