Cristo es la Luz de las naciones

Carta semanal del obispo de Cartagena, Mons, José Manuel Lorca

Después de las fiestas de la Navidad y hasta comenzar la Cuaresma estamos en el Tiempo Ordinario. Durante este tiempo del año celebramos la presencia viva de Nuestro Señor en medio de nosotros, sus enseñanzas y los signos de la salvación que nos ofrece, cosa que veremos todos los domingos en la lectura del Evangelio de San Mateo. En los domingos del Tiempo Ordinario celebramos el misterio pascual actualizado semanalmente en «el día del Señor». El tono de las lecturas de la Palabra de Dios sigue la estela de la Navidad y de la Manifestación de Jesús al universo, por eso se nos invita a no distraer nuestra mirada, sino a centrarla en Jesús, como Dios y Salvador. Prestemos atención a la lectura de Isaías y al mismo Evangelio para conocer mejor el papel que representará Jesús en la Historia de la Salvación. Conforme vamos leyendo los textos de la Palabra de Dios iremos dibujando en nuestra mente su rostro y su misión: Se le llama Siervo de Dios, Luz de las naciones, Cordero de Dios, Hijo de Dios… Su misión se entendería sólo con los nombres que recibe, la tarea es reunir al Israel disperso y desterrado, e iluminar con la luz de su Palabra, que es la revelación de Dios, a todos los pueblos. En realidad, para esta misma tarea nos envía el Señor a todos, para iluminar y ofrecer la salvación. Ya hemos visto la respuesta de Jesús, la de su Madre María o la de Juan el Bautista… ahora nos corresponde a cada uno de nosotros decir con el salmista: “aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Jesús cumplirá una especial misión, la de salvar a la humanidad, entregándose a sí mismo: como el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo. La encarnación del Verbo desembocará en esta obra de servicio hasta morir para redimir al mundo, a fin de que quienes le reciban vean la salvación de Dios. En resumidas cuentas, lo que se nos está diciendo es que el Hijo de Dios se entrega a la muerte por nosotros y nos conseguirá la reconciliación. El Niño que nació en Belén entre cánticos de alabanza se pone en camino de la Pascua y en la Cruz va a «quitar el pecado», va a triunfar sobre el mal de la humanidad, va a reconciliarnos con Dios.

Recordad la respuesta que les dio Jesús a los enviados por Juan el Bautista a preguntarle si era Él el Mesías o tenían que seguir esperando. El Maestro les expresó que le dijeran a Juan que mirara a su alrededor y viera las señales: los cojos andan, los mudos hablan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia… Les indicó las señales de la presencia de Dios con nosotros ¿No creéis que nos debemos sentir implicados en lo de dar señales? Que hemos estado demasiado tiempo mudos y es hora de hablar del amor misericordioso de Dios, hablar del perdón ¿Quién cumplirá esta tarea en la sociedad, a los de cerca y a los de lejos, a nuestra familia y a los compañeros de trabajo? ¿Quién les dirá que Jesús es el Salvador, que es la respuesta de Dios a la humanidad, que es el Liberador de todos nuestros males?

Las lecturas de hoy, nos animan a seguir en nuestras vidas a este Cristo, el Enviado de Dios, el que nos va a dar la verdadera salvación, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Que Dios nos ofrece la posibilidad de liberarnos de nuestra tristeza, infelicidad e injusticia. Que, en Jesús, Dios nos ofrece su amor, su apoyo, su alegría, para liberarnos del mal.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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