Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca
Comenzamos la Semana Santa, la semana más importante para todos los cristianos, una semana santificada por los acontecimientos que conmemoramos en la liturgia. Durante ella viviremos hermosas experiencias y numerosos testimonios del ejemplar y fiel amor entregado de Nuestro Señor, que nos ayudarán a una sincera renovación interior. Debemos estar preparados para vivir completamente este gran misterio de amor y entrar en la Semana Santa con un espíritu de paz interior y recogimiento.
La Cuaresma ha sido un largo viaje, un tiempo de trabajo y disciplina, de oraciones, ayunos y penitencias pero ahora, en la Semana Santa, ha llegado el momento de descansar en la Pasión de Cristo. Puede que no sea fácil sacar tiempo para dedicar a Dios, pero esta idea de descansar en la Pasión sugiere la actitud mental que conviene tener en estos días. La razón de nuestro descanso en el Señor Jesucristo y éste crucificado está en el gran amor que nos tiene, el amor de Dios hecho visible en Cristo. Una vez más es Juan quien nos lo afirma: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1).
El Triduo Pascual constituye el centro y el corazón de la liturgia de todo el año y en ella se celebra el misterio de la Redención de la humanidad. Las narraciones de la Pasión cobran nueva vida, como si los hechos se repitieran efectivamente ante nuestros ojos. Todos los acontecimientos que conducen al arresto, al proceso y a la ejecución de Jesús son recordados y celebrados. En el actual Domingo de Ramos, Cristo vuelve a ser aclamado a la entrada de Jerusalén, quizás seas tú uno de los que está gritando: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Jesucristo entró en Jerusalén entre los gritos de alabanza de unos, la indiferencia e ignorancia de otros y la confesión de fe de los creyentes. La gente suele vivir bastante superficialmente los acontecimientos, por esta razón te propongo que pongas mucha atención y participes con intensidad en este nuevo Domingo de Ramos.
Cumplir la voluntad del Padre era para Cristo lo primero, lo manifiesta Él mismo con las palabras dirigidas a los discípulos tras el encuentro con la Samaritana: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra» (Jn 4, 34). En esta Semana Santa celebraremos los misterios de la Salvación vividos por Nuestro Señor en los últimos días de su vida mortal y especialmente en la liturgia de estos días la Iglesia revive en la fe el misterio salvador de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Abramos bien los ojos para participar intensamente en estos acontecimientos, que se nos ofrecen en dos direcciones armónicamente enlazadas: una litúrgica, con las celebraciones de los Santos Oficios de la Semana Santa; la otra se presenta bajo el signo de piedad popular, especialmente con las procesiones. Os pido que participéis en las celebraciones litúrgicas y os acerquéis al dolor de Nuestro Señor, para estar cerca de Cristo que sigue sufriendo en nuestras calles, por medio de la caridad.
¡Anunciad la Resurrección a los que buscan, a los que dudan, a los que no creen y buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra! (Col 3, 1-2) ¡Feliz Pascua de Resurrección!
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena