Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca
La Palabra nos anuncia que Jesús ya está cerca de nosotros, cerca de ti, como fruto del vientre de Santa María, la más grande colaboradora con el plan de salvación de Dios; la mujer que nos ha enseñado a todos el valor y la especial vocación para servir. La Virgen María ha creído, se ha fiado, se ha puesto sin condiciones en las manos del Padre Dios y le ha dicho un sí grande y hermoso al ángel: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra». Así de sencillo es el comienzo de la respuesta que ha tenido la más importante repercusión para la historia de la humanidad, el sí de María ha permitido el amanecer de la salvación para todas las personas y lo ha hecho posible una mujer sencilla, de un pueblo escondido, pero con una fortaleza de fe enorme, desde la intimidad y en el ejercido de su libertad. La Virgen María ha entregado al Señor con su sí su vida, el gesto más generoso de amor. Una cosa tenía clara la Virgen María, que Dios era su único apoyo, su seguridad, su fuente de vida y esto lo vivió de una manera heroica.
El testimonio de la fe de María es su primera predicación misionera y lo hace desde la convicción de hacer la voluntad de Dios, por eso no la oculta, sino que la pone en el candelero, para que alumbre a todos. Las imágenes de la Navidad mostrando a Jesús en su regazo nos bastan para sentir latir su corazón, su experiencia de profunda alegría por tener a Dios entre sus brazos, ella se queda en un segundo plano, en silencio, con su rostro iluminado por la alegría, porque sabe que el protagonista es Jesús, por eso lo muestra con serenidad, para hacernos partícipes de la gloria de Dios. Ella se siente feliz ofreciéndolo a todos, que todo el mundo sepa lo fácil que es acudir al Señor, es más, se siente contenta de hacer de mediadora. De la Virgen María hemos aprendido muchas cosas, pero hay algo que no se nos puede olvidar: la importancia de abandonarse, de fiarse de Dios, es decir, tener la valentía para dejar todo y entregarte sin reservas a Dios, su seguridad, porque sabe que «quien a Dios tiene nada le falta, que solo Dios basta».
¡Prepara tu corazón en esta Navidad para recibir a Jesús, al Salvador! Venga, imita en esto a la Virgen María, con fortaleza de fe y con sencillez y humildad de corazón. Si las puertas de tu corazón están cerradas no podrá entrar el Señor, porque a Él no le gusta forzarlas, pero si abres tu casa, entrará y hará morada en ti. La primera lectura de este domingo nos lo sugiere, especialmente en las bendiciones que nos vendrán por haber tenido la valentía de abrir las puertas a Dios. El grito del profeta va en esta línea: ¡Abrid las puertas al Señor! El Señor viene, ya está aquí, llama a tu puerta y te pide entrar, porque quiere ofrecerte el regalo de la gracia divina.
Ponte en camino, como María, para servir; ponte en el camino de la caridad, ve de prisa a llevarle al hermano las alegrías y la paz; vamos, salid de vuestras comodidades y acercaos al necesitado, al que padece hambre, al desconsolado, al que va sin rumbo por la vida… Imita a la Virgen María y abandónate en las manos del Señor, para poder servir mejor, mostrando a Jesús en tu vida; tú procura permanecer en un segundo plano, en silencio, con el rostro iluminado por la alegría. Que en tus palabras y en tu testimonio vean todos a Jesús, al Hijo de Dios.
Os deseo a todos una Feliz Navidad de Nuestro Señor.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena