El obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, continuó el pasado fin de semana su visita pastoral a la zona de Lorca en la parroquia de San Mateo, donde, según su párroco, Francisco Fructuoso, se mostró especialmente emocionado por regresar a la que fuera su parroquia durante 10 años.
La visita comenzó el viernes por la mañana en el Colegio de San Francisco de Asís de Lorca, donde un gran número de menores recibió al prelado en un ambiente festivo. Después, el obispo visitó la capilla de la Milagrosa, que bendijo el pasado mes de diciembre tras varios meses de restauración, y dedicó unas palabras a los niños y niñas del centro a los que animó a que fuesen “personas de bien y mensajeros de paz”.
Por la tarde, los feligreses de la parroquia recibieron al prelado y rezaron con él ante el Santísimo. Después, Mons. Lorca Planes, “visiblemente emocionado”, les dedicó unas palabras y señaló que “se sentía como en casa, porque aquella había sido su parroquia durante una década y siempre sería una parte importante de su vida”.
El obispo se reunió también con los niños y adolescentes de Comunión y Confirmación a los que animó a “continuar su camino, firmes en la fe” y, más tarde, tuvo un encuentro con los grupos de Adoración Nocturna, Acción Católica, la Delegación de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes y el grupo de feligresas encargadas de la ornamentación de la iglesia. A todos ellos Mons. Lorca les agradeció su esfuerzo y los animó a seguir trabajando “motivados por el amor de Jesús”.
La tarde concluyó con la celebración de la Eucaristía con unción de enfermos, en la que el obispo resaltó que “el Señor viene a confortarnos en nuestras horas bajas para ayudarnos a afrontar la enfermedad con esperanza”.
El sábado por la mañana, Mons. Lorca continuó su visita reuniéndose con el consejo pastoral de la parroquia. Después, tuvo un encuentro con los agentes de pastoral a los que recordó que la misión de los laicos es “llevar el rostro de Jesucristo resucitado a todas las personas, acercando a Dios a vecinos, amigos y familiares”. También revisó el archivo parroquial y se reunió con el párroco y vicario de zona, Francisco Fructuoso.
Por la tarde, Mons. Lorca se reunió con la Cofradía de la Virgen del Cisne –patrona de Ecuador– y con los fieles latinoamericanos de la parroquia para conocer de cerca cuál es su realidad como migrantes y recordarles que “la Virgen es símbolo de acogida” y que la Iglesia “es universal y abre sus puertas a todos”. Después de este encuentro, el obispo visitó a varios enfermos a los que llevó la Comunión, se reunió con las comunidades del Camino Neocatecumenal de la parroquia y presidió la celebración de la Eucaristía, con una intención especial por los fieles difuntos de la parroquia.
El domingo por la mañana, visitó la iglesia de San Francisco, sede de la Cofradía del Paso Azul de Lorca, donde fue recibido por la directiva de la cofradía. Allí rezó ante la imagen de la Virgen de los Dolores y visitó el museo, “recordando su época como consiliario de esta cofradía”.
Finalmente, a las 12:00 horas, tuvo lugar la celebración de la misa estacional en la que, coincidiendo con el Domingo de la Palabra de Dios, Mons. Lorca recordó la importancia de la liturgia y señaló que “quien ilumina nuestras vidas es el Señor que a través de su Palabra nos ayuda a discernir nuestras vidas y a seguir su voluntad”.
“El factor común de esta visita es el agradecimiento y la alegría que la gente está demostrando ante la cercanía de nuestro pastor diocesano. Yo creo que está siendo un bien muy grande para todos y nos está acercando al compromiso de ser más fieles a nuestro Señor haciendo que la fe sea el motor de nuestras vidas y llenándonos del Espíritu Santo a través de la Palabra del Señor ”, afirma Francisco Fructuoso, quien añade que, en concreto, la visita a San Mateo, “ha servido para reavivar la alegría y la unidad de la comunidad parroquial, recordando con las palabras de nuestro obispo que debemos ser como los primeros cristianos que escuchaban asiduamente la palabra de los apóstoles, celebraban con frecuencia la Eucaristía, rezaban todos los días y vivían unidos en la fe”.