Lorca Planes: «Acomodad vuestras vidas a los designios de Dios sobre cada uno de vosotros».
El Obispo de la diócesis de Cartagena, Monseñor José Manuel Lorca Planes, presidió la clausura del Solemne Quinario de la Vera Cruz de Caravaca que se inició con la celebración de la Eucaristía en el interior de la basílica a la que siguió una procesión con la Sagrada Reliquia bajo palio alrededor de las murallas que circundan el templo caravaqueño, que finalizó con el ritual de la Bendición de los Campos. Lorca Planes tuvo palabras de ánimo para el nuevo Hermano Mayor, D. Pedro Pozo, y para toda la Junta Representativa de la Cofradía de la Vera Cruz; también mostró su afecto y cariño al alcalde de la localidad, D. Domingo Aranda, a toda la Corporación Municipal y a todas las autoridades presentes en la ceremonia. Al finalizar la homilía realizó una exhortación: “acomodad vuestras vidas al proyecto de Dios”. Lorca Planes se refirió al empeño que hay en muchas culturas en que Dios desaparezca de la sociedad, “Caravaca tiene un reto – señaló – hasta aquí vienen muchas personas con necesidades, que están ‘clavados’ en el sufrimiento; la Cruz de Caravaca tiene dos brazos, en uno está Jesús, en el otro, cada uno de nosotros, por eso tenemos que colaborar, con la palabra cuando sea necesario pero sobretodo con el testimonio, para que podamos reconocer a Dios”. “No nos faltarán las ayudas”, añadió e invocó al Espíritu Santo para su fuerza no desaparezca, para que su fortaleza no falte en ningún momento”.
Animó a los cofrades y les pidió que “la Santísima y Vera Cruz de Caravaca no sea sólo un signo más, sino el camino que nos lleva a entender a Dios, a conocer sus designios”. Tuvo palabras de ánimo para el Vicario de la zona, D. Jesús Aguilar, y para todos los sacerdotes que concelebraron la eucaristía a quienes recordó que la vida tiene sentido “en la medida que se da”. Se refirió también al Año Jubilar y a la necesidad de seguir trabajando para que se siga hablando de la Cruz de Caravaca por todas partes, “esto hace que me sienta orgulloso de estar al servicio de este pueblo, demos gracias a Dios, por esta realidad tan hermosa que debe servir para poner nuestras vidas a los pies de la Cruz, en lo que es una interpelación de lo que debe ser un ejercicio de revisión de vida”.
Durante la eucaristía, antes del ofertorio, tuvo lugar la imposición de cruces a los nuevos hermanos cofrades, entre ellos muchos niños. Al finalizar la misa, tuvo lugar la procesión que partió desde el interior del templo atravesando la explanada de la basílica hasta salir del recinto amurallado para realizar un recorrido alrededor de las murallas; al regresar a la explanada tuvo lugar la Bendición de la ciudad y sus campos, un ritual en el que desde cuatro lugares determinados de la muralla se realiza la bendición con la Sagrada Reliquia. Antes de volver al interior del templo se lanzó un pequeño castillo de fuegos artificiales, tras el que los cofrades recibieron la bendición y adoraron el Lignum Crucis.