La plaza del Cardenal Belluga de Murcia se quedó pequeña para acoger a los miles de fieles que, llegados desde todos los rincones de la Diócesis y convocados por su Obispo, quisieron estar ayer presentes en la Santa Misa de Solemne Profesión de Fe de la Iglesia de Cartagena.
A las 17:00 horas las puertas del Palacio Episcopal se abrieron para acoger en su patio a los cientos de grupos que llegaban procedentes de diferentes parroquias y movimientos. En el centro del patio se colocó la réplica de la Cruz de los Jóvenes y una pila bautismal. Con este acto, los grupos, acompañados por un sacerdote, recordaban su incorporación a la Iglesia a través del Bautismo y desde allí accedían a la plaza del Cardenal Belluga con el folleto de la celebración y la vela para encender durante el momento de la profesión de fe.
Poco antes del inicio de la Eucaristía se realizó el traslado del Cristo de la Mirada desde el Palacio Episcopal hasta el presbiterio. La celebración de la Santa Misa comenzó a las 18:00 horas, presidida por el Obispo de la Diócesis de Cartagena, Mons. Lorca Planes, acompañado por el Vicario General, D. Juan Tudela, todos los vicarios episcopales, los rectores de los seminarios San Fulgencio y Redemptoris Mater y cientos de sacerdotes.
Antes de comenzar su homilía, el Pastor de la Diócesis, saludó a los más de 500 jóvenes que durante todo el fin de semana habían participado en las Jornadas Diocesanas de la Juventud que clausuraban sus actividades en esta celebración junto al resto de la Iglesia de Cartagena.
Mons. Lorca Planes recordó la importancia de renovar públicamente las razones de nuestra fe, «cuando decimos creo en Dios, aceptamos la verdad revelada por Dios. La fe pide que nos demos incondicionalmente, que estemos abiertos a Dios aunque sea invisible a los ojos».
También habló de la búsqueda de Jesús estimulada por la necesidad de encontrar respuestas que den sentido a la vida. «Dios está más cerca de nosotros de lo que creemos, a veces sentimos nostalgia de Dios, en esos momentos tenemos que buscar su rostro en los demás y en la oración».
El Sr. Obispo hizo referencia a los voluntarios de Cáritas como un ejemplo de proclamar el Credo, la fe, a través de su trabajo con los que más sufren. «El cristiano tiene que atender al postrado, curar sus heridas; hacer nuestros los dolores de los demás. La razón está en el amor que viene de Dios».
Testigos del amor de Dios
Antes del momento de la profesión de fe, un sacerdote, una religiosa, un matrimonio, una joven y un laico, dieron testimonio de su fe. El rector de los seminarios Mayor de San Fulgencio y Menor de San José, D. Sebastián Chico, compartió su experiencia de Dios con los presentes afirmando sentirse un privilegiado porque su misión es ser luz para el mundo, «cuando dejé de luchar contra Dios sentí paz», explicó.
En nombre de todos los religiosos y religiosas, la Madre Teresa, de las Misioneras de la Caridad, explicó que su misión es «apagar la sed del Señor en la cruz, descubriendo a Jesús en todos los rostros, especialmente en los pobres».
Representando a los jóvenes de toda la Diócesis de Cartagena Marta Marín, de 17 años, habló de su experiencia de fe y aseguró que «todos juntos podemos lograr que los demás encuentren la verdad».
Junto a cinco de sus siete hijos, D. Juan Luis Delgado y Dª Inmaculada Gonzálvez, compartieron su testimonio hablando de la importancia de la transmisión de la fe en la familia cristiana, «el Espíritu nos da discernimiento para educar a nuestros hijos en la fe», explicaron.
Por último, y en nombre de todos los laicos, D. Arturo Espinosa, de la parroquia de San Juan de Ávila de Murcia y responsable de Cáritas, explicó que su compromiso está animado desde la creencia en la resurrección y en la vida eterna.
Tras los cinco testimonios, todos los presentes, en nombre de toda la Iglesia de Cartagena proclamaron públicamente su fe cantando el Credo y portando en sus manos una vela con la luz del cirio pascual, para así dar gloria a Dios, como explicaba Mons. Lorca Planes, «por todo lo que verdaderamente nos une, por lo que nos hacer ser el pueblo de Dios: Una misma fe, una misma esperanza, un solo bautismo, un mismo mandamiento de amor, reconociendo el sin fin de dones, talentos y carismas que Dios ha repartido entre todos y que son motivo de más gozo por la riqueza de matices y colores que tiene su Pueblo, sin que se quiebre la Comunión».
La celebración transcurrió alegre, animada por los cantos de la Orquesta y el Coro Diocesano.