Como es tradición, el Lunes de Pascua se anunció cuándo tendrá lugar el Campamento Diocesano de Verano de este año (CDV23) que organiza la Escuela Diocesana de Tiempo Libre Javier Azagra. Será del 20 al 26 de agosto, en las instalaciones del campamento de Cáritas en Los Urrutias (Cartagena), y llega con una novedad: esta vez, se hará un único campamento para chicos y chicas entre los 10 y los 14 años, en lugar de ofrecer uno para niños y otro para adolescentes.
El lema del CDV23 es, en esta ocasión, Cuidadores de la órbita vital. Lo esencial es invisible a los ojos. En sus distintas actividades, desde la fe y con ayuda de El Principito, se trabajará la importancia de cuidar a los demás y de valorar la verdadera amistad y el bien común; todo ello enfrentado a algunos de los valores imperantes en la sociedad actual, como el interés propio, la apariencia o lo efímero. Una cuidada experiencia preparada por la Escuela Javier Azagra, que cumple diecisiete veranos realizando este servicio.
El proceso de preinscripción comenzará el 23 de abril, a las 9:00 horas, y se realizará de forma online a través de la web de la Escuela Javier Azagra, con plazas limitadas. El 30 de abril se publicarán las listas de admitidos, así como las solicitudes en lista de espera. La selección se realizará teniendo en cuenta la edad, para procurar que haya acampados de las distintas edades ofertadas, y también que los solicitantes estén participando en sus parroquias de forma activa (catequesis, coro, liturgia, servicio del altar…). Toda la información está disponible en el tríptico informativo del CDV23.
Un campamento donde Cristo es el centro
Los campamentos diocesanos, impulsados desde la Delegación de Pastoral Juvenil, son una actividad dirigida a menores de edad que participan en los distintos grupos parroquiales de la Diócesis de Cartagena. Según la propia Escuela Javier Azagra, estos campamentos tratan de «fomentar un encuentro personal, verdadero y alegre con Dios a través del ocio y el tiempo libre, por medio de la naturaleza, de los acampados y de los animadores, de las tareas realizadas en común: las marchas, juegos, cantos, celebraciones y oraciones». Todas estas actividades se combinan de manera que Cristo, durante la semana del campamento, «esté presente y sea el centro de todas y cada una de las acciones del día».
Después de un obligado parón por la situación de pandemia, esta actividad se retomó el pasado año y continúa con esta nueva edición su misión evangelizadora.
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