Mons. Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado hace 35 años por escuadrones de la muerte de ultraderecha, fue declarado este sábado Beato por el Papa Francisco, ante las más de 300.000 personas que se concentraron en la plaza del Salvador del Mundo en San Salvador.
En la ceremonia, que estuvo presidida por el cardenal Mons. Angelo Amato, prefecto para la Congregación para la Causa de los Santos, estuvo presente como reliquia del nuevo Beato, la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato. «Esta es una fiesta de gozo y de fraternidad para la Iglesia y para la nación salvadoreña… Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y de concordia», explicó Mons. Amato.
El Papa Francisco, en la carta enviada a Mons. Joseì Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, con ocasión de la beatificación, asegura que en tiempos de difícil convivencia, «monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia». Según indica el Papa en su carta, el ministerio del entonces arzobispo de San Salvador se distinguióì por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte «recibióì la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas».
El mismo sábado, el Obispo de Cartagena presidió en la iglesia de Santo Domingo de Murcia, una Misa de acción de gracias por la beatificación de Mons. Óscar Romero, de quien dijo que proclamó su fe con coherencia, «fue un hombre creíble y su palabra en defensa de la dignidad del hombre fue el motivo para las amenazas y la persecución. La grandeza de su personalidad se veía porque nunca perdió la serenidad, ni la paz, ni la alegría». Mons. Lorca Planes animó a los presentes en la celebración a vivir la fe con la misma coherencia que el Beato Óscar Romero: «Pido al Señor que nos ayude a seguir adelante sin que nos pueda el desánimo, fuertemente agarrados al Espíritu».
El Sr. Obispo invitó a los fieles a leer la última instrucción pastoral de los Obispos de España: «Iglesia, servidora de los pobres», para asumir el reto de ejercer «una caridad más profética». En la Solemnidad de Pentecostés, también les recordó a quienes sufren la persecución y la muerte por causa de su fe. «El Espíritu nos da a todos coraje, valentía para anunciar el Evangelio… En el corazón de la sociedad es donde se necesitan a los apóstoles, como la levadura, para dar testimonio», destacó el Prelado.