«En nombre y voz de todo el clero de este insigne Obispado de Cartagena, a quien representamos, votamos, prometemos y juramos primeramente a Dios todopoderoso y a vos santísima Virgen María Madre suya, de defender, leer, predicar, enseñar pública y particularmente que vos (…) fuisteis preservada por singular privilegio de la mancha del pecado original de que os libró la gracia divina, santificándoos desde el dichoso instante de vuestras purísima concepción, y para que con más acierto y durable suceso este nuestro parecer se confirme hacemos ley y estatuto que valga y tenga fuerza para siempre». Con estas palabras, el obispo, el Cabildo de la Catedral y todo el clero de la Diócesis de Cartagena pronunciaban el voto inmaculista, el 28 de mayo de 1623. Un voto que se realizó en numerosas ciudades españolas, a petición del entonces monarca Felipe IV.
Este año se cumple el IV centenario del voto inmaculista en la Catedral de Murcia, por este motivo, el Cabildo Catedralicio ha organizado una charla que tendrá lugar este sábado, 27 de mayo, a las 11:00 horas, en el Museo de la Catedral. Estará impartida por su director, Francisco José Alegría Ruiz, bajo el título Historia del voto e iconografía inmaculista en la Catedral de Murcia.
Y el domingo, a las 10:50 horas, al finalizar la Misa capitular, se realizará una oración y ofrenda floral del Cabildo a la imagen de la Inmaculada Concepción que se encuentra en el trascoro del templo catedralicio.
La imagen de María que recuerda el voto inmaculista
En el comienzo del siglo XVII la Diócesis, junto con el resto de España, vivió un importante crecimiento de la devoción inmaculista, multiplicándose las imágenes y perfilándose la iconografía que finalmente se consagró a tal representación. La Catedral se convierte en foco difusor de la devoción al celebrarse en ella el voto que la ciudad hace del misterio, y el juramento del obispo y el clero de defender «la limpia y siempre pura» concepción de María.
A iniciativa del prelado fray Antonio de Trejo se dedica en el trascoro del templo catedralicio una suntuosa capilla en mármoles y jaspes a la Inmaculada, sustituyendo los altares que antes ocupaban el espacio. El lugar dio cabida a la bellísima escultura, traída desde la Corte. El arte barroco usó el color, la fisonomía y los atributos apocalípticos para significar la pureza de María. De este modo, el sentir del pueblo cristiano se adelantaba más de dos siglos a la tan deseada definición dogmática, que en 1854 pronunció Pío IX.
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