«Lorca ha tenido una suerte muy grande y es que el pueblo de Lorca es muy mariano»- explicaba esta semana el Obispo de Cartagena en un programa de Radio Inter.
Como él expresaba, “cuando uno se refugia en la Madre, a veces se sale de circunstancias difíciles”. Las Palabras de Mons. Lorca Planes han cobrado vida en la ciudad asolada por los terremotos, de un modo particular en la parroquia de Santiago Apóstol, una de las más destruidas, ya que se ha podido recuperar el Sagrario que se hallaba bajo los escombros y la imagen de la Virgen que también había quedado enterrada. Según ha informado el párroco, D. Eduardo Sánchez Carrasco, “el Sagrario está bien” y se ha enviado al taller de artesanía religiosa de Penalva de Cieza para que lo repasen, si bien lo más importante es que se hayan recuperado las formas consagradas.
A la alegría de haber podido sacar a Jesús sacramentado de los cascotes se une la de la talla de Nuestra Señora que también se ha podido salvar. “Todos esperábamos que la Virgen apareciera hecha añicos”- alega el párroco. Sin embargo, no ha sido así. El Señor protegió la imagen de su Madre, de modo que unas maderas entre las ruinas cubrieron gran parte de la figura y la libraron de ser destruida. D. Eduardo Sánchez ha comunicado que ya se han hecho los trámites necesarios desde la Diócesis de Cartagena para que la talla de María pueda ser restaurada por el prestigioso escultor murciano de imaginería religiosa, D. José Hernández, de Los Ramos. A pesar de todos los destrozos ocasionados por los terremotos, signos como estos reflejan la protección de Nuestro Padre que continuamente vela por nosotros, como es el caso del párroco de Santiago y feligreses de esta parroquia, que el día del terremoto tenían previsto realizar un ensayo con 16 niños de catequesis y sus catequistas y se decidió suprimirlo; de haberlo tenido les habría sorprendido el seísmo a todos dentro aquel 11 de mayo.
Otra noticia esperanzadora es el regreso de los ancianos del asilo de San Diego que, tras ser destruido con los terremotos, tuvieron que distribuirse en diversos lugares de la diócesis. Los ancianos se han alojado en una residencia de Asprodes y, de este modo vuelven a estar junto a sus familiares, seres queridos y compañeros.
