Este sacerdote se despide de su labor en la cárcel con el agradecimiento de sus compañeros del Centro Penitenciario Murcia I. «Lo que Isidro ha aportado a la prisión, a internos y funcionarios, ha sido impresionante. Pasaba por todos los módulos y atendía a todos, hablaba con todo el mundo. Era un remanso de paz. Él es un hombre que ha aportado mucho en un medio tan hostil como la cárcel». Con estas palabras, uno de los funcionarios de la prisión de Sangonera, Antonio Jabega, agradece la labor que durante 36 años ha realizado el sacerdote Isidro Molino, como capellán del Centro Penitenciario Murcia I. El mismo tiempo que fue delegado episcopal de Pastoral Penitenciaria, hasta septiembre. Alrededor de 60 personas se congregaron ayer para homenajearle tras su jubilación (funcionarios de prisiones, voluntarios de capellanía católica y otras asociaciones presentes en la prisión, capellanes y amigos). Durante el acto, Isidro tomó la palabra y dijo: «Desde pequeño mis padres me enseñaron que es de buen nacido el ser agradecido. Con vosotros y por vosotros me siento muy agradecido por todo el bien que he recibido de cada uno, que ha sido mucho». Por su parte, el actual delegado de Pastoral Penitenciaria y capellán en la prisión de Campos del Río, Antonio Sánchez, le trasladó unas palabras de agradecimiento de parte del obispo, Mons. José Manuel Lorca. «El obispo me pidió que expresara a Isidro el orgullo y la alegría de la Iglesia por todo lo que este sacerdote ha hecho y trabajado, que tenga un tiempo de descanso merecido y que Dios le pague todo el bien que ha hecho por las parroquias por donde ha pasado y por el Centro Penitenciario Murcia I». Isidro Molino Núñez comenzó como capellán de la cárcel de Sangonera en 1985, cuando se colocaba la primera piedra de este centro.
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