Hakuna Group Music, que llenó Vistalegre con 8.000 personas en su último concierto en Madrid, ha entrado en la lista de los 50 más virales de España con hasta cinco canciones, una de ellas en el tercer puesto. Jóvenes de Hakuna Murcia nos cuentan su experiencia en el concierto y también en este movimiento que, definido por el Papa Francisco como una «familia eucarística», se ha ido extendiendo por España y fuera de ella.
Hakuna Group Music, el grupo que compone la música que acompaña las Horas Santas del movimiento Hakuna, ha entrado en la lista de los 50 más virales de España en Spotify con hasta cinco canciones: Descalzos, sobre el deseo de vivir la vida con plenitud y en libertad; Noche, un kyrie donde se pide por la Iglesia y por cada situación de sufrimiento; Sencillamente, sobre cómo la fe no es un sentimiento, sino una decisión; Un segundo, que expresa cómo nos mira Dios a cada uno; y Huracán, sobre cómo necesitamos a Dios y, aunque pensemos que está lejos, está muy cerca.
Estas canciones pertenecen en su mayoría a Qaos, el último lanzamiento de Hakuna Group Music, que en su concierto de presentación en Madrid agotó entradas hasta llenar el Palacio Vistalegre. Un concierto donde miles de personas -8.000 en total- coreaban las canciones hasta hacer difícil escuchar a los cantantes; saltaban, elevaban pancartas y disfrutaban de la música entre cañones de fuegos artificiales, confeti y pantallas junto al escenario. Un concierto como cualquier otro, salvo porque cada una de las canciones narraban experiencias de fe y estaban hechas para rezar.
Hasta allí se desplazaron jóvenes de Hakuna Murcia, que entraron a Vistalegre dispuestos a dejarse sorprender. «Yo creo que lo que más nos impactó a todos fue darnos la vuelta y ver a 8.000 personas cantando al cielo como si fueran una sola persona; fue increíble», cuenta Alicia Arce, que participa en el grupo de Hakuna universitarios en Murcia y siguió el concierto en pista: «No sé si lo sabe todo el mundo, pero lo que marcó la diferencia con cualquier otro concierto fue que el Santísimo estaba expuesto detrás del escenario. Estaba Cristo Hostia viendo la locura que estábamos montando, y que todo era por y para él. Fue un regalazo de Dios. Creo que ese concierto ha hecho mucho bien».
Alicia lleva en Hakuna desde 2019 y para ella ha significado un cambio absoluto en su vida: «Yo no creía y gracias a Hakuna me convertí». Tenía una visión del cristianismo como la de tantos jóvenes de hoy, donde la Iglesia se considera algo del pasado y donde todo son obligaciones, pero descubrió que no era así y que «todo era libertad y vida»: «Hakuna te enseña que Dios murió por nuestros pecados, pero también resucitó, y que nosotros somos los encargados de vivir con alegre cara de resucitado y transmitir al mundo esta vida en mayúsculas que Dios nos da».
También Octavio García, del grupo de Hakuna profesionales de Murcia, acudió a Vistalegre. Casualmente, entró en Hakuna por otro concierto, realizado en Barcelona, donde vivió una experiencia de Dios «muy profunda» y encontró unos jóvenes «muy del mundo, que no mundanos, y muy de Dios». Al contar su experiencia en este nuevo concierto, se sorprende por cómo recibieron a los músicos en el escenario como si fueran estrellas, de cómo algunas canciones se han convertido en himnos, de la calidad técnica del espectáculo y de cómo todo invitaba a entrar de lleno en la experiencia. «Había tanta gente dando saltos que el suelo pandeaba y se doblaba», relata. El concierto, además, estuvo acompañado por varias actividades durante el fin de semana: una Hora Santa previa y una misa el domingo en el Estudio, el convento reformado que da sede a Hakuna, entre otras. «Sabía que me iba a reconfortar espiritualmente y así fue. Para mí fue no solo una experiencia eufórica de concierto, sino que me llenó de energía y de ilusión, de motivación para comenzar el nuevo curso con buen pie; y la verdad es que me ayudó mucho espiritualmente. Me renovó por dentro. Y creo que muchos tuvieron esa misma experiencia», comparte Octavio.
Un movimiento que no deja de crecer
Hakuna es, jurídicamente, una asociación privada de fieles que nace a raíz de la JMJ de 2013 en Río de Janeiro y fue aprobada en 2017 por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Una familia eucarística compuesta por cristianos que –reza la web de Hakuna– siguen juntos a Cristo y que comparten un estilo de vida, que aprenden arrodillados ante Cristo Hostia. «De rodillas ante él, aprendemos a vivir arrodillados también ante el mundo, para que los demás pisen blando, para servir, sonreír, disfrutar…», cuenta Blanca Masdeu, coordinadora de los grupos de Hakuna en Murcia. «Y consiste simplemente en seguir a Cristo en comunidad. No vivir de manera aislada la fe, sino vivir con otros ese estilo de vida de Hakuna, de ser disfrutones, de hacer lío, de vivir enamorados de él, sirviendo a los demás… Al final es el cristianismo puro y duro», reflexiona.
En la Región, Hakuna comenzó en enero de 2017 en Cartagena; empezó después en Murcia, en septiembre de ese mismo año, donde ya hay tres grupos –universitarios, profesionales y senior–; y ha comenzado un grupo más en Cieza. También está creciendo en otras regiones de España y del mundo, donde mueve especialmente a los jóvenes. «Creo que Hakuna ha calado mucho en la gente joven porque lo que se vive es verdad. No es un movimiento que pretenda captar gente, ni crecer, ni nada. Simplemente vas ahí con tus ganas, con tu ilusión de adorar a Cristo, y como estás feliz, estás contento y Cristo te llena de verdad, cuando le hablas a otros de las Horas Santas y compartes la vida que vives, es que eso atrae», concluye Blanca.
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