En la parroquia que lleva el nombre del patrón del clero secular español se celebraba esta mañana la festividad de San Juan de Ávila y las bodas de platino, oro y plata sacerdotales de 23 presbíteros de la Iglesia de Cartagena. El Sr. Obispo ha explicado que solo se puede ser «pastor del rebaño de Jesucristo por medio de Él y en la más íntima comunión con Él… el sacerdote, mediante el sacramento del Orden, es insertado totalmente en Cristo para que, partiendo de Él y actuando con vistas a Él, realice el servicio del único Pastor, Jesús».
Mons. Lorca ha hablado de San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia, como un «buen pastor, un maestro de santos». Al apóstol de Andalucía ha encomendado al presbiterio diocesano, en especial a los sacerdotes que celebran este curso los veinticinco, cincuenta y sesenta años de vida sacerdotal. Ha explicado que los sacerdotes han aprendido de San Juan de Ávila su coraje evangelizador, su amor apasionado a Cristo y su profundo sentido de la responsabilidad; que dar la vida tiene una conexión única con el Sacramento de la Eucaristía; que es importante conocer a las ovejas; y que el sacerdote debe estar al servicio de la unidad.
«Ante las reliquias de San Juan de Ávila elevo oraciones por todos los sacerdotes, religiosos y religiosas, que han ofrecido sus vidas por el Reino de Cristo y están sirviendo a los hermanos en la Diócesis», también ha pedido por los seminaristas; los esposos y las familias; los seglares comprometidos; los jóvenes y los niños; los enfermos; los pobres, encarcelados, perseguidos, huérfanos, inmigrantes, desesperados y moribundos. «Concede a nuestras iglesias el don de la unidad y la comunión, la capacidad de escuchar la voz de Dios y la de los hermanos y que nunca nos desviemos del camino que nos lleva a Cristo Jesús, Nuestro Señor y Salvador».
El Sr. Obispo ha recordado a los sacerdotes fallecidos, en especial a los de los cursos homenajeados y a los que han fallecido este curso: D. Domingo López Marín, D. Antonio Pujante Molina, D. Miguel Conesa Andúgar, Mons. Javier Azagra Labiano, D. Juan Uribe de Cara, D. Clemente Lucio Guirao López, D. José María García García, D. Antonio Yelo Templado y D. Pedro Vives Zapata.
Antes de finalizar la celebración, D. Antonio López Baeza, sacerdote que este año celebra sus bodas de oro sacerdotales, ha dado gracias a Dios por su vocación sacerdotal y por la de los sacerdotes homenajeados; por su pertenencia a la Iglesia católica; por los años de formación en el seminario, donde aprendió el gusto por el estudio, la búsqueda de la Verdad, y la oración, y donde creció su devoción a la Señora. Y de una manera especial ha dado las gracias a todos los laicos con los que ha trabajado durante estos 50 años, «sin ellos no estaría aquí; los laicos me han confirmado en la fe, me han sostenido como piedras vivas».