Benedicto XVI: «Familia, trabajo y fiesta: tres dones de Dios».
Más de 400 peregrinos de la Diócesis de Cartagena han viajado a Milán para participar en el VII Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Milán. Después de Madrid, ha sido la diócesis española más numerosa. El Obispo Diocesano, Mons. D. José Manuel Lorca Planes, también ha querido estar presente en este acontecimiento tan significativo para la Iglesia.
Gran parte de estos peregrinos se reunieron el sábado en la parroquia de San Carlos, junto al Duomo de Milán, para celebrar una Eucaristía que estuvo presidida por el Obispo de Cartagena, en la que concelebraron algunos sacerdotes más de la diócesis. Asistió también a esta Santa Misa el Presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia y Consultor del Pontificio Consejo para la Familia, D. José Luis Mendoza.
El Sr. Obispo participó en los diversos actos programados en este Encuentro con el Santo Padre, en la Fiesta de los Testimonios y en la Misa Solemne celebrada en el Parque de Bresso. Junto a la gran multitud de fieles, pudo escuchar los mensajes del Papa Benedicto XVI sobre el valor de la familia cristiana y la llamada a «acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe».
En la Eucaristía celebrada en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el Santo Padre manifestó que «la familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas.» En su homilía, el Pontífice remarcó la necesidad de vivir en el amor, que «es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios». En este sentido, subrayó la fecundidad del amor de los esposos, tanto para ellos mismos, como en la procreación generosa y responsable y para la sociedad, porque «la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales».
«El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento»- expresó el Vicario de Cristo. Así, animó a los esposos a experimentar en sus vidas el don del Espíritu Santo, que «os hace partícipes de su amor esponsal, haciéndoos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total». A su vez, les instó a renovar su «sí» cada día, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. «En la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica».
El Santo Padre señaló la importancia de la «familia, el trabajo y la fiesta» como «tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico». «Privilegiad siempre la lógica del ser respecto a la del tener: la primera construye, la segunda termina por destruir»- afirmó. Con todo, Benedicto XVI recalcó que «es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a Él».