Abraham Martínez Moratón recibirá el Orden Sacerdotal el domingo en la Parroquia Cristo Rey de Murcia. Durante los fines de semana de julio cinco jóvenes recibirán el Orden Sacerdotal. Este domingo será ordenado presbítero Abraham Martínez Moratón en la Parroquia Cristo Rey de Murcia, a las 19:30 horas. Él mismo comparte con nosotros su testimonio: «¿Cómo siendo médico decides dejarlo todo para responder a una supuesta llamada de Dios? Esta pregunta me la han planteado en numerosas ocasiones desde que en septiembre de 2019 terminé mi contrato como médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y comencé la formación como seminarista del Seminario Mayor San Fulgencio. Me llamo Abraham Martínez Moratón, tengo 34 años, y soy diácono de la Iglesia católica en la Diócesis de Cartagena desde el 15 de diciembre de 2024. Mi respuesta a la pregunta inicial solamente la puedo dar desde la fe en Jesucristo, ya que ha sido Él quien lo ha ido haciendo todo, poco a poco, conquistando mi corazón, enamorándome de Él. Y la contestación que recibo tras mi explicación suele ser de tres formas posibles: “Si es lo que te gusta…”, “si eso te hace feliz…” o “te estás equivocando…”. No es cierto que la medicina no me guste, ni que durante mi trabajo como médico no haya sido feliz, ni tampoco pienso que me haya equivocado de camino. Comprendo que el cambio es difícil de entender, porque he de confesar que a mí tampoco me ha resultado fácil. Ha sido progresivo, con una paciencia y amor por parte de Dios increíbles. Dios ha estado y está muy grande en mi vida, y para explicar un poco mejor la historia de amor que Dios va obrando en mí, voy a sintetizar, a continuación, los hechos más relevantes de Dios para conmigo. En primer lugar, Dios me ha regalado nacer en el seno de una familia católica. Mis padres, Pepe y Fina, me han transmitido la fe, y me han mostrado cómo se querían, cómo se ayudaban mutuamente, y nos enseñaban con sus palabras y obras a ser buenas personas. Mi padre falleció en diciembre de 2014, aproximadamente un mes antes de examinarme del examen MIR (Médico Interno Residente); pienso que sigue intercediendo por mí ante Dios. En segundo lugar, he vivido con mis padres la fe en la comunidad parroquial de Cristo Rey (La Flota), ayudando en la catequesis de Confirmación. Soy el menor de cuatro hermanos, de los que fallecieron dos (el mayor con 18 meses y el tercero con 29 años), el segundo, Ismael está casado y tiene 4 hijos, que, junto a mi familia materna y paterna, han sido un estímulo personal para crecer en la entrega generosa a Dios de toda mi vida. En tercer lugar, he experimentado la intercesión de tantas personas que han rezado por mí y, especialmente, la intercesión de la Virgen María: a través de Radio María que me enseñó a rezar el Santo Rosario y me descubrió la riqueza de la doctrina de la Iglesia Católica; la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes, desde la que he podido ayudar como médico hospitalario en peregrinaciones diocesanas y que me ha ofrecido la oportunidad de conocer a un gran número de personas enamoradas de Jesús por María, llenas de belleza espiritual y humana, enseñándome a ver en cada enfermo al mismo Cristo, aplicando el lema “Amar, dar, servir y olvidarse”. En cuarto lugar, la devoción a la Divina Misericordia por medio de santa María Faustina Kowalska, con el apostolado y los Cenáculos de la Divina Misericordia en Murcia; lo que me condujo a una peregrinación que realicé a Medjugorje en el festival de la juventud la primera semana de agosto de 2015, de la que regresé deseando encontrarme con Jesucristo cada día en la Eucaristía. Fue un cambio que mi madre notó enseguida, ya que el anhelo de mi corazón por el encuentro diario con Jesús en la Eucaristía me hacía no importarme madrugar por acudir a la Santa Misa de las 7:15 horas en la Santa Iglesia Catedral de Santa María de Murcia. En quinto lugar, gracias a las mediaciones de las que el Señor se vale para guiarme en el camino, como, por ejemplo, conocer a un joven enfermero cercano al Señor, que posteriormente entró al seminario, y gracias a él, conocí el edificio del seminario, y terminé yendo a una convivencia vocacional organizada por el seminario. Y fue allí donde pude descubrir que Dios se había fijado en mí para ser su sacerdote como médico de cuerpos y almas. En sexto lugar, estaría el crecimiento en mi vida espiritual de la mano de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, acompañado de la Iglesia por sus sacerdotes, especialmente el rector del seminario, D. Sebastián Chico Martínez (ahora, obispo de la Diócesis de Jaén), y del director espiritual, D. Fernando Valera Sánchez (actualmente, obispo de la Diócesis de Zamora). Las decisiones que uno toma en un determinado momento no están exentas de atravesar dificultades y pruebas; si bien, el Señor me ha regalado ser consciente de que Él va abriendo el camino, a pesar de los agobios y sufrimientos, y me ha ido confirmando el recorrido que estoy siguiendo, procurando dejarme guiar por Él. Concluyo dando gracias a Dios por todos sus beneficios y confío poder alabarlo, bendecirlo, glorificarlo y darle gloria todos los días de mi vida. “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Salmo 107 (106), 1)».
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