En el ecuador de las fiestas de Caravaca, en honor a la Santísima y Vera Cruz, los caravaqueños festejaron ayer el día de su patrona, en el día en el que la Iglesia celebraba la festividad de la Aparición de la Vera Cruz, encontrada por Santa Helena (madre del emperador Constantino) en Jerusalén. Fiesta de la Aparición de la Cruz y también día en el que la ciudad de Caravaca celebra la aparición milagrosa de su patrona, que según la tradición tuvo lugar en 1231.
“Celebrar el día de la Cruz es un honor y un reto, es un día hermoso en el que debemos preguntarnos: ¿Qué supone para nosotros?”. Con este planteamiento iniciaba el Obispo de Cartagena, Mons. Lorca Planes, su homilía durante la celebración de la Misa Pontifical de la Vera Cruz que tenía lugar ayer por la mañana en la parroquia de El Salvador, en el día central de las fiestas caravaqueñas. El Obispo explicó que durante la Cuaresma, ese tiempo de preparación en el que “dejamos a un lado lo que nos esclaviza, miramos de forma especial la Cruz de nuestro Señor, el Cordero sin defecto cuya sangre se ha derramado como Nueva Alianza”. Mons. Lorca animó a los caravaqueños a permanecer fieles a esa Alianza como “embajadores de la Cruz y del corazón misericordioso de Dios”.
“Caravaca tiene un privilegio grande, tiene una estrella que ilumina, que abre caminos, que nos indica dónde está el Salvador. Abre para nosotros las puertas de la esperanza. La Cruz es el signo extraordinario de un caravaqueño y de cualquier cristiano del mundo”, destacó el Prelado, recordando además que es importante escuchar a Dios, a través de la Palabra y también de los signos que la acompañan: “Se sabrá si escuchamos a Dios si lo notamos en el bolsillo, si tenemos gestos de caridad con los más necesitados”.
Presentes en la celebración estaban el párroco y un grupo de fieles de la parroquia de Santo Tomás Moro de la ciudad alemana de Oberhausen, hermanados desde hace un par de años con la Cofradía de la Vera Cruz y la parroquia de El Salvador de Caravaca. Mons. Lorca quiso tener un detalle con ellos y les regaló una réplica de la Santísima Cruz a través de la hermana mayor de la Cofradía caravaqueña, Elisa Giménez-Girón.
El rito que da origen a las fiestas
En la tarde del 3 de mayo tiene lugar el Baño de la Cruz y Bendición de las Aguas en el Templete, el rito que da origen a estas fiestas declaradas, desde 2004, de Interés Turístico Internacional. Tras la misa de las 18:00 horas, y precedida de Moros y Cristianos, la Vera Cruz inició la procesión desde la parroquia de El Salvador hasta la capilla bañadero o Templete, donde bendijo las aguas que riegan los campos de la ciudad. Un rito que se hizo por primera vez en el siglo XIV y que da origen a estas fiestas.
La leyenda de la aparición
Cuenta la tradición que estando Caravaca bajo dominación musulmana, en el 1231, el caudillo almohade Ceyt Abuceyt interrogó a varios prisioneros cristianos sobre sus ocupaciones. El clérigo Ginés Pérez Chirinos le explicó que su cometido era evangelizar y celebrar la Eucaristía. Se interesó entonces Abuceyt por cómo celebraban su fe los cristianos y quiso que Chirinos oficiara una misa. Pero al comenzar, el clérigo se detuvo y dijo que no podía proseguir, pues era necesario un crucifijo. En ese momento se abrió el cielo y dos ángeles descendieron portando una cruz de doble brazo. Ante este hecho milagroso, Ceyt Abuceyt y toda su corte se convirtieron al cristianismo.
La Cruz de Impedidos
En las mañanas del 4 y 5 de mayo, la Vera Cruz visita un centenar de casas para acercarse a los enfermos e impedidos. Momentos emocionantes en los que los caravaqueños y caravaqueñas, que lo han solicitado previamente a la Cofradía, pueden venerar a su patrona, a quien siempre piden salud y protección para sus seres queridos.
La Vera Cruz entre sus caravaqueños
Del 1 al 5 de mayo, los caravaqueños celebran las fiestas patronales en honor a la Santísima y Vera Cruz. Unas fiestas cargadas de historia y tradición en las que Moros, Cristianos y Caballos del Vino recuerdan la aparición milagrosa de la Vera Cruz, que tuvo lugar en 1231. En la noche del 2 de mayo, la Vera Cruz, acompañada en procesión por Moros y Cristianos, abandonó su Basílica Menor-Santuario para bajar a la ciudad que la custodia y venera durante los días en los que los caravaqueños celebran las fiestas en su honor. La Vera Cruz regresará en procesión a su santuario en la tarde del 5 de mayo, tras la misa de las 17:00 horas, en la parroquia de El Salvador. Al llegar a la explanada del recinto amurallado, el párroco de El Salvador bendecirá la ciudad y los campos de Caravaca con el Lignum Crucis desde los cuatro puntos cardinales.