Testimonio vocacional de Jaime Palao Rubio, seminarista de segundo curso del Seminario Mayor San Fulgencio.
En esta campaña del seminario, con motivo de la fiesta de San José, os voy a contar la historia que el Señor ha hecho conmigo durante estos años, para ayudarme a responder a su voluntad. Soy Jaime, seminarista de segundo curso del Seminario San Fulgencio, tengo 19 años y soy de Yecla.
Cuando era pequeño mi abuela fue quien comenzó a llevarme a la Iglesia. Desde que hice las catequesis de Primera Comunión en adelante acudía de vez en cuando a la parroquia, pero sin mucha frecuencia, aunque ya desde pequeño me llamaba la atención el tema del sacerdocio. Fue a partir de las catequesis de Confirmación cuando empecé a ir más a la Iglesia. Seguía llamándome la atención el tema del sacerdocio, pero me negaba a darle importancia, aunque cada vez veía más claro que el Señor quería algo más de mí.
A los 16 años inicié las catequesis del Camino Neocatecumenal. Comencé a caminar en una comunidad, y desde ese momento empecé a vivir de modo más serio en la Iglesia. Me integré en la vida de la parroquia, en el coro, la Adoración Nocturna, colaborando en las fiestas, en la Semana Santa, etc. Seguía notando que Dios quería algo más, pero me negaba a pensar sobre la llamada al sacerdocio. Recuerdo que mucha gente me decía: «¡Tú vas para cura!». Eso me molestaba muchísimo, porque también la gente era consciente de que Dios me podía estar llamando a esa vocación.
Mientras cursaba el Bachillerato comencé a preguntarme sobre qué iba a estudiar después. Quería estudiar inglés o música, y aunque seguía pensando que Dios me podía llamar al sacerdocio, me negaba totalmente a plantearme esta vocación en serio, creía que era demasiado difícil para mí. En mi parroquia había tres seminaristas, dos de ellos son ya presbíteros. Comencé a hablar con ellos, y su testimonio y ayuda me hicieron pensar en la posibilidad del sacerdocio, aunque seguía costándome. Al terminar el Bachillerato tenía que decidir qué hacer después. Aunque ya tenía claro que el Señor me llamaba al sacerdocio, me costaba decidir plantearme el seminario. Finalmente, tras resistirme durante varios años a plantearme esta llamada, al final de verano decidí entrar al seminario, junto con otro joven yeclano.
Como he dicho antes soy de Yecla, por lo que a lo largo de estos años no ha faltado la presencia de María, sobre todo en los últimos años. Su compañía fue la mejor ayuda para poder responder al Señor como ella hizo. Después de toda esta historia, y tras un año en el Seminario, he comprobado que Dios lo hace todo bien. Es Él quien sigue actuando y obrando cada día. Os invito a seguir rezando por nosotros, para que cada joven encuentre la fuerza necesaria para responder a lo que Dios le llama.