La basílica de la Vera Cruz de Caravaca acogió ayer la ordenación sacerdotal de Andrés Caballero Martínez.
«Con sencillez, con dulzura de carácter, trabaja incansablemente en la parroquia en clave evangelizadora, en la catequesis, en comunión con el proyecto pastoral de la Diócesis, siempre con la gente, con ganas de servir, de entregarte, de escuchar; acompaña, ayuda, ofrece oportunidades de participación… estas cosas son las que se esperan de un sacerdote eficaz. Evita instalarte en las rutinas e inercias que nos sobrevienen. A nivel personal y pastoral trata de superar la acedia y el inmovilismo, así como la mundanidad espiritual; que Dios te seguirá ayudando». Así exhortaba el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, a Andrés Caballero Martínez, durante la homilía de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar en la tarde de ayer en la basílica de la Vera Cruz de Caravaca.
El obispo recordó a Andrés que la ordenación sacerdotal no es un fin en sí misma, sino que ahora «es cuando comienza otra etapa más interesante, la de la misión, de la entrega generosa día a día». Por ser caravaqueño, el obispo invitó al ordenando a contemplar el misterio de la Cruz: «Conoces perfectamente que el amor de Cristo está manifestado en la Cruz, porque sabes que Cristo ha dado la vida en la Cruz para redimirnos, para rescatarnos del mal. Conociendo esto, hermano Andrés, me explico que tengas la urgente e irresistible necesidad de querer que todos los que te rodeen conozcan mejor el amor de Cristo, a Cristo cara a cara, su misericordia y su perdón».
Finalizada la homilía y tras las promesas sacerdotales, el rito de la ordenación continuó con la letanía de los santos, con el diácono postrado en el suelo en oración. Después tuvo lugar la imposición de manos y la oración consagratoria, momento central de la celebración en el que se confiere el Orden Sacerdotal. Tras esto, el nuevo presbítero fue revestido con la estola (ahora sobre los hombros) y la casulla; el obispo ungió sus manos con el Santo Crisma, signo del carácter sacramental de la ordenación; y le entregó la patena y el cáliz. Con el abrazo de paz del obispo y el gesto de acogida del resto de los sacerdotes, como señal de admisión en el ministerio, concluyó el rito de la ordenación, y Andrés se incorporó al presbiterio, concelebrando por primera vez junto al obispo.
Antes de finalizar la celebración, Andrés tomó la palabra para dar las gracias a Dios por la vocación sacerdotal recibida y al obispo por acogerle en su presbiterio; así como a los sacerdotes y compañeros seminaristas, a su familia, y a las diferentes realidades eclesiales en las que ha servido estos años. Andrés iniciará su ministerio sacerdotal como vicario parroquial en Nuestra Señora del Rosario de Torre Pacheco.
Homilía del obispo de Cartagena
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