LA IGLESIA CATÓLICA Y LA CIENCIA
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La Iglesia católica (como institución y desde la actividad de sus miembros), ha establecido continuas relaciones con la ciencia y la cultura. Conocer la historia del vínculo Iglesia y ciencia resulta de interés en el mundo contemporáneo, para comprender de qué manera la Iglesia haya colaborado u obstaculizado la investigación científica, tanto para impulsar estudios como para oponerse a otros (por motivos doctrinales o morales).
El modelo de la Teoría del Big Bang es la teoría cosmológica actualmente aceptada por la comunidad científica y que trata del origen y temprano desarrollo del Universo conocido. Fue propuesta por primera vez por el sacerdote belga Georges Lemaitre, quien también era astrónomo y profesor de física en la Universidad de Lovaina. Lemaitre fue uno de los primeros en aplicar la Teoría de la Relatividad en la cosmología. Lemaitre teorizó en los años veinte que el Universo comenzó como un punto geométrico al que llamó el “átomo primordial”, que estalló y que aún sigue expandiéndose. Stephen Hawking, en su serie para televisión El universo de Stephen Hawking atribuye a Lemaitre el haber formulado la Teoría del Big Bang, en contra a la idea de Albert Einstein quien era partidario de un universo estático; tiempo después Einstein le dio la razón a Lemaitre.
Durante los siglos XIX y XX científicos católicos laicos hicieron grandes aportes a la ciencia: Louis Pasteur, Henri Becquerel, Enrico Fermi, Guillermo Marconi, Édouard Branly, Alexander Fleming, Pierre Duhem, Edmund Whittaker, Alexis Carrel y José Pascual Vila. También fueron católicos practicantes, el investigador y profesor Giuseppe Moscati, la química Guadalupe Ortiz de Landázuri, el ecólogo Ramón Margalef y el genetista Jérôme Lejeune, descubridor del cromosoma extra del síndrome de Down (quien resignó el Premio Nobel por su postura en defensa a la vida). En el siglo XXI también se destaca el argentino Juan Martín Maldacena, físico teórico y católico.
Entre los nombres de sacerdotes a destacar se hallan, el sismólogo y vulcanólogo Giuseppe Mercalli creador de la escala sismológica de Mercalli, el ya citado anteriormente Georges Lemaître (autor primero de la teoría de la expansión del Universo), el brasileño Roberto Landell de Moura quien en 1900 fue el primero en transmitir la voz humana a través de un dispositivo inalámbrico, Henri Breuil prehistoriador, geólogo, etnólogo y pionero en el estudio del arte Paleolítico, Hugo Obermaier instruido en arqueología, geografía, geología, paleontología, etnología, filología y anatomía humana, Ramón María Aller Ulloa sacerdote, matemático y astrónomo español y los salesianos italianos Alberto María de Agostini geógrafo, documentalista y montañista y Carlos Crespi Croci dedicado a la educación, cine, antropología y arqueología. Entre los representantes de la nueva generación de sacerdotes dedicados a la ciencia se puede mencionar entre varios, al profesor Francisco Nicolau Pous, al escritor y filósofo Michał Heller, a los jesuitas José Maria Albareda, Bartomeu Melià, Manuel Carreira, George Coyne, Guy Consolmagno, José Gabriel Funes y al cisterciense Lluc Torcal Sirera. En el año 1990 monseñor Franz König cofunda la Academia Europea de Ciencias y Artes. En noviembre de 2009 se realiza la primera Conferencia de Astrobiología en la Academia Pontificia de las Ciencias y la conferencia fue organizada por el padre José Gabriel Funes. Uno de los conferencistas el profesor Chris Impey de la Universidad de Arizona dijo que “este diálogo y los resultados de la ciencia están siendo presentados en la casa del papa, está ocurriendo en el corazón de la Iglesia católica. La receptividad de la información es la cosa más importante”.
Años antes, el papa Juan Pablo ll en una carta de junio de 1988 dirigida al director del Observatorio Vaticano, escribió lo sigiuente:
La ciencia puede liberar a la religión de error y superstición;la religión puede purificar la ciencia de idolatría y falsos absolutos.
Cada una puede atraer a la otra hacia un mundo más amplio, un mundo en el que ambas pueden florecer.
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