Durante esta jornada, el Movimiento Vida Ascendente de la diócesis honró el santo nombre de María con emoción y ternura. Así comenzó la eucaristía, dedicando la oración a la Virgen, como Reina que trajo al mundo al Salvador, «nombre al que siempre invocamos con fe».
El consiliario del movimiento, el padre Valentín Vivar, preparó con esmero, como lo hace siempre, esta convivencia, que ha sido positiva, manifestando los deseos de ponerse en marcha en este nuevo curso. Además, se hizo especial hincapié en la necesidad de conocer, compartir, animar, tener ilusión y llenar de esperanza sus vidas.
De esta manera, la temática de la formación giró en torno a tres reflexiones: Los abuelos y abuelas catequistas de proximidad; Profetas de la Fe y transmisores de vida religiosa; y Forjadores de familias cristianas. El padre Valentín disertó sobre estos tres puntos con mucha sencillez, contando algunas anécdotas, y dejó muy clara la importancia de los abuelos en esta sociedad de hoy.
El encuentro finalizó con una comida de hermandad, donde aprovecharon para celebrar el nonagésimo sexto cumpleaños de una de las integrantes del movimiento, Teresa.