Un centenar de personas participaron en el XXXII Encuentro Diocesano de Oración

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El pasado sábado tuvo lugar en la Parroquia San José Artesano, en San Fernando, el XXXII Encuentro Diocesano de Oración. Bajo el lema La Eucaristía, Fuente de Vida, haciendo referencia al Año Diocesano de la Eucaristía, participaron cinco sacerdotes y unas cien personas de distintas comunidades de nuestra diócesis. Los jóvenes de la parroquia aprovecharon para montar una cafetería para recaudar fondos para asistir al Jubileo 2025 en Roma. 

El encuentro comenzó con la celebración de la Santa Eucaristía y el rezo de Laudes, presidido por el padre Lázaro Albar, y concelebrada por el padre Daniel Gutiérrez y el padre Mario Luis Armario. El canto fue animado por la Fraternidad Velad y Orad. La homilía trató varios puntos: Alcanzar al Hombre perfecto siendo «profetas de oración»; con la oración tocamos el Cielo, la Nueva Jerusalén; el Evangelio nos llama a la conversión que va unida a la oración y a la práctica de la Caridad, para dejarnos evangelizar y vivir en la misión de no dejar de evangelizar; y se destacaron tres características de la oración cristiana: la oración un dejarse encontrar por Dios; la oración nos transforma; la oración nos abre al amor.

Acabada la misa el padre Daniel expuso el Santísimo y se bajó en procesión, animada con el canto por el padre Mario y la Renovación Carismática, al Salón Rojo donde tuvieron lugar las diversas intervenciones de los distintos movimientos o grupos relacionados con la oración, con el discurso del Pan de Vida que Jesús impartió en la sinagoga de Cafarnaún. Se incorporó a la jornada el padre Francisco Jesús Núñez, párroco de San Servando y San Germán de San Fernando.

Posteriormente, se desarrollaron los talleres de oración y vida. Así, se comenzó con un relato de la Última Cena del Pobre de Nazaret del P. Ignacio Larrañaga. Silenciamiento. Modalidad oración auditiva: danos tu pan; haznos humildes y sencillos; busquemos la comunión y la unidad; veneremos al Señor en los hermanos; danos santos sacerdotes; ser para los demás amor encarnado. Adoración y acción de gracias por quedarse nuestro Señor en la Eucaristía. Tú, Cristo, nos dice cada día en el Misterio Eucarístico: «aquí estoy».

Por su parte, la Fraternidad Velad y Orad trabajó la Oración contemplativa de «Yo soy el Pan vivo bajado del cielo». ¡Ven Espíritu Santo para que vivamos el misterio de comunión que es la Iglesia! Cada encuentro de oración es experiencia de comunión, Pan bajado del cielo experiencia de infinita misericordia, abandónate. Jesús se hace presente, quiere habitar en ti, camina con tu amigo Jesús por la vereda de la vida, siente la brisa mañanera, la quietud que te habla. Jesús tu fiel acompañante está en la Santa Eucaristía, aprende a vivir con él en el paseo de la vida. Aquí estoy ante ti, Cristo, fuente inagotable de vida, para que tú hables a mi corazón. A lo lejos se divisa una cima nevada y empezáis la subida, tú con Cristo, como todo cuesta esfuerzo, para subir más cerca de Dios. Y te preguntas: ¿Estará mi interior tan frío como esa nieve? ¿Qué puedo hacer para participar de la calidez de amor que Jesús me quiere dar? Vas memorando tus encuentros con Jesús, tu consuelo al encontrarlo en la Eucaristía, los días que tu corazón estaba roto y lo recibías en la santa Eucaristía con la esperanza de alcanzar el cielo. Has llegado a la cima y ves cómo toda la humanidad está sedienta de amor. Pero tú con él, déjate envolver por su mirada. Jesús te dice: «soy el maná de Dios. Vengo a dar vida y Vida en abundancia». Y tú le respondes: «Gracias Señor, eres mi fortaleza, mi consuelo y mi paz». Grita a todos: «¡Cristo vive y vive en la Sagrada Forma!». En la Eucaristía se condensa todo el misterio de la vida cristiana. ¿Qué sería de la Iglesia sin la Eucaristía, sin el Cuerpo de Cristo? ¿Qué sería de tu vida si te faltara la Eucaristía? «El que venga a mí no tendrá hambre ni sed». La Eucaristía la llevó en el altar de mi corazón.

El grupo de Renovación Carismática fue el encargado de los cantos de alabanza, gloria y adoración, don de lenguas, canto «Majestad», y otros. Corazón con corazón, el tuyo con el nuestro, cada Eucaristía encuentro con el Padre, cómo nos amas, que sintamos la esperanza, el amor y la fe. Danos un amor inmenso por la Eucaristía, no hay amor más grande que el que tú Dios mío derramas en ella.

La Orden Carmelita Seglar desarrolló los temas: «El que coma de este pan vivirá para siempre». Señor te damos gracias porque has querido que estemos contigo en este magnífico don que es la Eucaristía, ayúdanos a penetrar este misterio. Gustar tu presencia, tú eres nuestro único maestro, quien puede revelarnos esta gran verdad: «Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre no tendréis vida en vosotros». Palabras de sabiduría y rebosantes de esperanza. Habrá esperanza mayor que vivir eternamente con el Padre. Te has hecho Pan por amor a todos, a ti y a mí. Palabras de santa Teresa sobre el Padrenuestro. ¿Cómo tener vida sin beber del Manantial  de la Vida? ¿Sin manantial cómo puede brotar un río? Sin tu amor, Jesús, ¿cómo podemos llevar amor a los demás?

Y los grupos de Oración Teresiana se encargaron de: Cómo santa Teresa vivía la Eucaristía y cómo la deja en expresado en sus escritos. Unión íntima y transformadora de la comunión con Dios. No solo recibimos a Cristo, sino que habitamos en su propio ser, en su vida divina. Es un anticipo de las moradas más profundas del alma. La unión con Dios es matrimonio espiritual, el alma es Castillo interior, en lo profundo nos habita Cristo. En la Eucaristía se alimenta esta comunión concreta. El poder transformador del amor divino. El amor es el motor de toda comunión con Dios. El amor eucarístico se debe expresar en la caridad y entrega a los demás, en entrega total. La humildad como puerta para la comunión con Cristo. Unión total con Cristo a través de la comunión con Cristo. Al comulgar, cerrar los ojos del cuerpo y abrid los del alma y mirad lo que tenéis y lleváis en vuestro corazón.

El Encuentro finalizó con la bendición con el Santísimo y la reserva. La Fraternidad Velad y Orad se reunió con algunos invitados en un  almuerzo fraterno para revisar lo que había dado de si la jornada y tener un rato de convivencia.

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