El Secretariado Diocesano para el Clero de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, a través del su director, Rvdo. Padre Balbino Reguera Díaz, está llevando a cabo el Seminario-Taller Técnicas de comunicación oral: «La comunicación, un encuentro», desde el pasado 7 de noviembre y hasta el 9 del presente mes, en la Casa de Espiritualidad «La Inmaculada», de El Puerto de Santa María.
12 sacerdotes y los 4 recién ordenados diáconos de nuestro Seminario «San Bartolomé» -acompañados en distintos momentos por nuestro Obispo, Don Rafael Zornoza Boy-, están participando y trabajando en el aspecto teórico y práctico para mejorar la propia capacidad de comunicación mediante el empleo de las técnicas básicas de la oratoria moderna, orientadas a lograr mensajes que, adaptados al público contemporáneo, resulten más persuasivos y eficaces.
Los objetivos del mismo son: adiestrarse a través de la práctica individualizada en el uso de los diferentes recursos y procedimientos comunicativos con el fin de elaborar discursos entretenidos, interesantes, emocionales, memorables y persuasivos. Vencer el miedo escénico y obtener la máxima rentabilidad de las propias cualidades de comunicación: locución, fluidez verbal, técnicas de improvisación, etc. a través del refuerzo de la autoestima y auto motivación. Reconocer, analizar y perfeccionar la propia capacidad de comunicación no verbal. Y aprender a aplicar las destrezas comunicativas a las particulares circunstancias de la misión evangelizadora.
Junto con todo lo expuesto, y no de menor importancia, es que estos cursos de formación permanente son también la oportunidad de brindar a los sacerdotes diocesanos un espacio para compartir vivencias y momentos orientados a profundizar ese trato de amistad y confianza, expresión viva de un presbiterio unido.
Centralizado en este aspecto fue la reflexión de Don Rafael, en el rezo de Vísperas del día de ayer, quien expresó: «La comunión y la fraternidad entre los presbíteros es ante todo un encuentro de personas que se conocen, que dialogan, que comunican su experiencia de Cristo y que así llegan a poseer en común lo que para cada uno constituye el valor más profundo de su propia vida, es decir, el encuentro con Cristo. Sólo quien sabe por experiencia personal qué significa haber comunicado a otros el propio vivir de Cristo y haber recibido de otros su experiencia de Cristo, sabe qué significa ser y vivir en la Iglesia.»
