Ayer la localidad de Puerto Real vivió con devoción la festividad de su patrona, Nuestra Señora de Lourdes. La Iglesia Prioral de San Sebastián acogió la solemne eucaristía presidida por el obispo de la diócesis, Mons. Rafael Zornoza, quien acompaña cada año a los fieles en esta celebración.
Durante su homilía, el obispo destacó la profunda relación de la ciudad con el santuario de Lourdes, un lazo que se remonta a las misiones del padre Tarín y a la construcción en 1911 de la capilla-gruta en honor a la Virgen, motivada por el milagro experimentado por Esperanza García del Valle. «Desde 1913 la celebramos como patrona. Cada vez que llega este día –la fiesta de la Virgen María—, se siente cerca la presencia y el mensaje de Lourdes, con sus 18 apariciones (la primera en 1858), y hacemos nuestra la misión que desde allí se encomendó a los cristianos y gente de buena voluntad para salvar al mundo: conversión, penitencia y oración de intercesión», expresó Mons. Zornoza.
Asimismo, en su mensaje a los fieles, el prelado pidió la intercesión de Nuestra Señora para que su presencia renueve la ciudad de Puerto Real y obre milagros en la vida de los fieles. «Pedimos a nuestra Señora que vuelva a nosotros hoy, que sea esta ciudad de Puerto Real un Lourdes renovado por su presencia, que haga entre nosotros los mismos milagros, que experimentemos su cercanía y ternura de Madre para con los enfermos, necesitados y afligidos, que renueve nuestra fe».
En un llamado a la conversión y al compromiso cristiano, Mons. Zornoza exhortó a los presentes a abrazar la vida y rechazar los caminos del pecado y el relativismo. «María nos presenta la vida y la gracia, el poder de Dios que nos engrandece y eleva. Ahí está el camino del amor que transforma, de la gracia que sana lo profundo del corazón, que cura las heridas, que refleja la belleza y poder del Creador en la pequeñez de la criatura».
La celebración concluyó con la veneración de la imagen de Nuestra Señora de Lourdes, en un ambiente de recogimiento y fervor. Los fieles participaron con entusiasmo, reafirmando su devoción a la Virgen y renovando su fe en su poderosa intercesión.