«Tú hiciste el cielo, la tierra y el mar»

Carta Pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta, D. Antonio Ceballos, con motivo del Día de las Gentes del Mar, el 16 de julio. Mis queridos diocesanos:

Recibid un cordial saludo. Un año más, en este día, me dirijo a todas las gentes del mar con afecto y cariño: marinos, pescadores, personal portuario, asociaciones de familias de marinos, comunidades portuarias, personal de centros de marinos, capellanes y promotores del Apostolado del Mar.

1. Día de las gentes del mar

El día 16 de julio, festividad de Nuestra Señora del Carmen, Estrella de los mares, celebra la Iglesia en España, el Día de las gentes del mar. Esta fiesta de Nuestra Señora del Carmen, la patrona de las gentes del mar, es venerada con especial cariño y solemnidad en nuestra extensas zonas costeras gaditanas. Recorre en procesión calles y puertos, hace pequeños trayectos en barco y recibe complacida el rezo del Santo Rosario, de la Salve Marinera y la oración por los difuntos que se cobra el mar cada año.

2. Jesús y las gentes del mar

El hombre del mar comprende al marino, al pescador y a sus familias. Es un mundo complejo, lleno de conflictos y de intereses diferentes. Jesús por una curiosa coincidencia, también, fue un hombre del mar. Eligió como punto de partida de su misión a Cafarnaum, una pequeña ciudad situada al margen del mar de Tiberíades o lago de Genesaret. Sus habitantes vivían fundamentalmente de la pesca. Jesús toma esta ciudad, como lugar de sus operaciones, por vivir en ella Pedro. Jesús hizo muchos viajes en barco, marcados por turbulencias, milagros y enseñanzas. Llama la atención el pensar que Jesús haya elegido el lago de Genesaret para iniciar su misión. Es impresionente pensar que Jesús está presente entre las gentes del mar. “Señor, tu hiciste, el cielo, la tierra y el mar”.
 
3. Situación por la que está pasando las gentes del mar

La crisis que estamos atravesando es sin precedentes. Es tan grande, que podríamos fácilmente perder la esperanza. Pero no estamos solos. Formamos parte de la gran familia de la creación y hemos recibido un magnífico y especial llamamiento. Somos el fruto de una larga historia y esfuerzo de amor. A través de nosotros, en particular a través de Nuestro Señor Jesucristo, el ardiente fuego de esta crisis se transforma en amor. Amor mutuo, en especial a aquellos que no se les da la dignidad que le es debida. Amor a todas las criaturas, grandes y pequeñas. Amor a los maravillosos procesos que reflejan el grandioso y bellísimo misterio que llamamos Dios, y que el Papa Benedicto XVI ha dejado magníficamente reflejado en su tercera Encíclica: “La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor -“caritas”- es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz.  Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,22)” (Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in veritate  n. 1).

A continuación vemos brevemente algunos rasgos de esta situación:

4. Marina mercante

No corren buenos tiempos para las gentes del mar. Los empleados de la marina mercante experimentan la soledad de las largas travesías en grandes barcos, con escasa tripulación, provenientes de los más diversos países, con banderas de  conveniencia, jornadas agotadoras y en condiciones laborales que con frecuencia dejan mucho que desear.

5. Los pescadores

Las gentes del mar que se dedican a la pesca sufren las restricciones de licencias en caladeros cercanos, la escasez de capturas en mares esquilmados, la dura competencia y las prolongadas estancias en el mar, lejos de sus familias.

Las esposas y los hijos de los hombres del mar sufren las consecuencias de las largas ausencias de sus esposos y padres, permanentemente la zozobra de los peligros que les acechan y del pan escaso, y con harta frecuencia la viudez y la orfandad.

6. La solicitud de la Iglesia

La Iglesia, siempre solícita por la atención de sus hijos más necesitados, ha instituido unos servicios propios para los hombres del mar y sus familias. Es el Apostolado del Mar que ofrece ayuda espiritual y de todo tipo a cuantos trabajan en el mar y a sus familias en los puertos, en los barcos y en las aldeas y barrios de marineros y pescadores.

7. Oración ferviente y confiada

En este día y siempre, desde nuestra cercanía afectiva y efectiva y la gratitud, elevemos a Nuestra Señora del Carmen, Estrella de los mares, una oración por nuestros hermanos que se afanan con esfuerzo y riesgo para facilitarnos el transporte por mar de viajeros y mercancías, y por arrancarle al mar los ricos productos para nuestro consumo y deleite, así como por todas las familias de los pescadores que sufren en estos momentos las dolorosas consecuencias del paro y del desempleo.

Sentimos con ellos y con sus familias sus sufrimientos y zozobras y les ofrecemos nuestra solidaridad en sus justas reivindicaciones.

Que Nuestra Señora del Carmen, Estrella de los mares, a la que en todos los tiempos, marinos y pescadores se han acercado para pedir ánimo, aliento y protección, los bendiga y los mantenga por el buen camino de la navegación en estos tiempos difíciles y confiados.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
 Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 13 de julio de 2009

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