Carta Pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta, D. Antonio Ceballos Atienza, con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Amadísimos diocesanos:
El próximo domingo 13 de abril, celebra la Iglesia la XLV Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que coincide, como en años anteriores, con el IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor.
El Papa Benedicto XVI nos convoca en este día consciente de que toda vocación es un don de Dios que hay que pedir en la oración y merecer con el testimonio de la propia vida, y lo hace este año 2008 con su Mensaje: “Las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión”.
1. Significado de esta Jornada
Os recuerdo que el Papa Pablo VI en el año 1964 instituyó esta Jornada Mundial, y señaló la finalidad y naturaleza de la misma.
En el mundo de hoy, como en tiempos de Jesús, la mies es abundante pero los obreros pocos. Todo el pueblo de Dios, pastores, personas consagradas y fieles laicos son responsables del problema vocacional. Cuando las comunidades pascuales están animadas por la fe y el amor, florecen vocaciones, pero cuando la vida cristiana es lánguida y precaria no surgen vocaciones.
Este será el camino para poder proponer y provocar vocaciones entre las nuevas generaciones, que recogen de nuestras manos la antorcha de la fe.
2. Pedir por las vocaciones cada día
La preocupación por las vocaciones forma parte de la tarea pastoral habitual de la Iglesia. Por eso nos dice el Papa: “El don de la vocación es un don que la Iglesia implora cada día al Espíritu Santo. Como en los comienzos, reunida en torno a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, la comunidad eclesial aprende de ella a pedir al Señor que florezcan nuevos apóstoles que sepan vivir la fe y el amor necesarios para la misión” (Benedicto XVI, Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2008, n. 8).
3. “Te necesito”
En orden a la campaña se ha traducido el lema del Mensaje para la Jornada en el siguiente: “Te necesito”. Es un lema rico en contenido. “La Iglesia -nos dice el Papa- es misionera en su conjunto y en cada uno de sus miembros” (Benedicto XVI, Ibíd., n. 1). La Iglesia necesita, pues, de todas las vocaciones, porque son complementarias entre sí e insustituibles.
Hoy el Señor necesita de ti y de mí, lo mismo que necesitó en otro tiempo de Moisés, cuando Dios le llama y le dice: “Ve, pues, -le dijo el Señor- yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo…” (Ex 3, 10).
4. Dios sigue llamando
El Papa Benedicto nos recuerda que “siempre ha habido en la Iglesia muchos hombres y mujeres que, movidos por la acción del Espíritu Santo, han escogido vivir el Evangelio con radicalidad, haciendo profesión de los votos de castidad, pobreza y obediencia. Esas pléyades de religiosos y religiosas, pertenecientes a innumerables Institutos que vida contemplativa y activa, “han tenido hasta ahora y siguen teniendo gran participación en la evangelización del mundo” (Decr. Ad gentes, 40). Con su oración continua y comunitaria, los religiosos de vida contemplativa interceden por toda la humanidad; los de vida activa, con su multiforme acción caritativa, dan a todos el testimonio vivo del amor y de la misericordia de Dios” (Benedicto XVI, Ibíd., n. 6).
Hay que reconocer que, como nos indica el mismo Papa Benedicto: “Entre las personas dedicadas totalmente al servicio del Evangelio se encuentran de modo particular los sacerdotes llamados a proclamar la Palabra de Dios, administrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, entregados al servicio de los más pequeños, de los enfermos, de los que sufren, de los pobres y de cuantos pasan por momentos difíciles en regiones de la tierra donde hay tal vez multitudes que aún hoy no han tenido un verdadero encuentro con Jesucristo. A ellos, los misioneros llevan el primer anuncio de su amor redentor(…) A través de sus sacerdotes, Jesús se hace presente entre los hombres de hoy hasta los confines últimos de la tierra” (Benedicto XVI, Ibíd., n. 5).
5. Joven, a ti, te necesito. Vale la pena
Hoy, queridos jóvenes, el mismo Jesús os llama y os dice: Te necesito. Y exige de ti, una respuesta. Vale la pena arriesgarse en la respuesta vocacional. Abrid vuestro corazón a la acción del Espíritu Santo; abridlo con un propósito de entrega que no sabe de reservas; abridlo al mundo que os espera y necesita; abridlo a la llamada que ya os dirigen tantas almas a las que un día podréis dar a Cristo en la Eucaristía, en la Penitencia, en la predicación de la Palabra revelada, en el consejo amigable y desinteresado, en el testimonio alegre de nuestra vida de hombres en el mundo sin ser del mundo.
Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos; vale la pena consagrarse al hombre con Cristo, para llevarle a Él, para elevarlo, para ayudarle en el camino hacia la eternidad; vale la pena hacer una opción por un ideal, que os procurará grandes alegrías, aunque os exija, también, no pocos sacrificios. El Señor no abandona a los suyos.
Vale la pena vivir por el Reino ese precioso valor del cristianismo: el celibato sacerdotal, patrimonio plurisecular de la Iglesia; vivirlo responsablemente aunque exija no pocos sacrificios. ¡Cultivad la devoción a María, la Madre Virgen del Hijo de Dios, para que os ayude y aliente a realizarlo plenamente!
Hoy el Señor quiere seguir contando con nosotros. Necesita de nuestras manos para seguir bendiciendo, nuestros labios para seguir hablando, nuestros pies para seguir saliendo a los caminos para anunciar el Evangelio, nos necesita para seguir salvando a los hombres, nuestros hermanos.
“En la alianza con Israel, Dios confió a hombres escogidos, llamados por Él y enviados al pueblo en su nombre, la misión profética y sacerdotal. Así lo hizo, por ejemplo, con Moisés. (…) Y lo mismo hizo con los profetas (…) Y Jesús escogió como estrechos colaboradores suyos en el ministerio mesiánico a unos discípulos, ya en su vida pública, durante la predicación en Galilea” (Benedicto XVI, Ibíd., n. 1 y 2), y así hoy Dios sigue llamando.
6. Todos somos necesarios en la obra de la evangelización
Todas las vocaciones han de estar al servicio de la Iglesia-misión. Pero las vocaciones de especial consagración exigen una mayor solicitud por parte de toda la comunidad cristiana para poder oír la llamada. Solicito la colaboración de todos, de vosotros, de las comunidades y familias cristianas, en la común tarea de la pastoral vocacional.
Todos estamos implicados: el obispo y los presbíteros, familias religiosas, instituciones seculares, padres de familia, educadores, movimientos apostólicos, y, en definitiva, la comunidad cristiana en su conjunto.
Pero este año deseo resaltar el papel de la familia, dado que en nuestra Iglesia diocesana estamos dedicando estos últimos años como objetivo prioritario pastoral a la familia. De ahí la necesidad de subrayar la importancia de la familia en el despertar de
las vocaciones.
7. Colaboración de todas las familias
Me dirijo, pues, a todas las familias cristianas y movimientos que trabajan por la familia y os invito a presentar el ideal evangélico como vocación universal e ilustrar el sentido y el valor de las diversas vocaciones a la vida consagrada.
Confío en vuestro esfuerzo, queridas familias, por presentar la dimensión vocacional en todos los momentos y crear un clima adecuado para que los adolescentes y los jóvenes puedan sentir la voz de Dios y responder a ella con generosidad y valentía.
Espero la colaboración de todas las familias para celebrar esta Jornada con una actitud de oración y de reflexión en los distintos ámbitos de la pastoral eclesial. De esta forma podríamos elevar nuestras voces al Padre diciendo: “Bendice, Señor, nuestras familias, transfórmalas en Iglesias domésticas vivas y misioneras donde la oración, la escucha atenta y fiel de la Palabra, la caridad generosa y fecunda, venga a ser el terreno favorable para el nacimiento y el desarrollo de una mies abundante de vocaciones”.
Os recuerdo a todos que existe un Secretariado Diocesano de Pastoral Vocacional cuya misión es suscitar, acompañar y ayudar a discernir las vocaciones en el proceso de clarificación que todos los candidatos tienen que seguir.
Os invito elevar una oración ferviente a la Sagrada Familia de Nazaret, a fin de que nos acompañe ahora y siempre en esta tarea tan fundamental para toda la Iglesia.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 7 de abril de 2008