Carta Pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta, D. Antonio Ceballos, con motivo de la celebración del Día de los Abuelos. Mis queridos diocesanos:
La conmemoración de los Santos Joaquín y Ana es una buena ocasión para recordar el “Día de los Abuelos”. Este es un día que nace del amor cristiano y de la gratitud humana. El mostrar una actitud de respeto y cariño a nuestros mayores es algo importante en nuestra sociedad.
1. Seamos agradecidos
El día 26 de julio, fiesta de San Joaquín y de Santa Ana, podemos convertirla en la fiesta del agradecimiento a los mayores. Gracias a nuestros abuelos vinieron a la vida nuestros padres. Esta fecha evoca con frecuencia entre los cristianos la responsabilidad ética de ofrecer la necesaria atención integral a los ancianos.
Este es un día en el que debemos mostrar nuestro agradecimiento y proporcionar unas horas de cariño, ternura y amor a nuestros abuelos y suscitar una sonrisa en su ancianidad, y hacer brillar la viveza de sus ojos fatigados por la vejez y consumidos por los años.
2. Reconocimiento público
El celebrar la fiesta de los abuelos es como un deber de agradecimiento por la vida, por los cuidados, por los desvelos, por los sufrimientos, por los sacrificios, por el derroche de amor y cariño de los abuelos hacia los hijos y nietos. Este día ellos son los protagonistas. Es una celebración justa y cada día más necesaria del cumplimiento del cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.
La sociedad actual, pragmatista y utilitarista, postula que se establezca un reconocimiento público de la figura de los abuelos y, en particular, de los nietos por los abuelos. Los recuerdos de nuestra infancia están entretejidos de las relaciones con estos personajes simpáticos a los que más de una vez hemos hecho llorar de emoción y alegría. Con su gran generosidad se lo merecen todo. Estos son nuestros abuelos.
3. Factor integrador de la vida familiar
En los estudios que venimos realizando en la Diócesis como objetivo prioritario sobre la familia entran los abuelos que son un gran factor integrador en la vida familiar. Los padres, muchas veces, a causa de sus trabajos, encomiendan a los abuelos el cuidado de los niños. Ellos son de mil maneras creadores de afectividad, cariño y comprensión. El equilibrio emocional y de convivencia permite mantener un clima de tranquilidad, paz y sosiego en el hogar, que ayuda a colaborar con los padres a obtener la madurez en la formación de los nietos. A veces les permiten caprichos que no le consintieron a los hijos.
4. Gestos excesivos de amor
Es sorprendente contemplar las expresiones de amor que muestran los abuelos, por ejemplo, cuando los abuelos llevan a los nietos y los recogen del colegio, les dan de merendar y pasean por el parque con ellos, juegan con ellos y sin complejos les ayudan en todo aquello que pueden, y desde la óptica de la sabiduría que dan los años abrazan y besan a sus nietos con inmenso cariño. Y los nietos, al besar y abrazar a sus abuelos les están indicando que son gestos y expresiones excesivas de amor.
5. Amar y venerar a los abuelos, ricos en sabiduría
Son muchas las horas de la soledad de los abuelos. Suele ser su mayor pobreza, y esto les produce la sensación de vacío, difícil de sustituir. Son tiernísimas las palabras que el Santo Padre, Benedicto XVI ha dedicado a la labor tan importante que llevan a cabo los abuelos y que el Papa Juan Pablo II en la Evangelium vitae nos ofrece: “¡Nuestros abuelos! La Biblia les reserva el calificativo de ricos en sabiduría, maestros de la vida, testigos de la tradición de la fe y personas llenas de respeto de Dios… Es importante que se conserve, o se restablezca donde se haya perdido, un pacto entre generaciones, de modo que los padres ancianos, llegados al término de su camino, puedan encontrar en sus hijos la acogida y la solidaridad que ellos les dieron cuando nacieron”. Y el libro del Levítico afirma: “Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano” (Lv 19,32). Es necesario, pues, respetar, venerar y amar a los ancianos.
6. Orar por la familia
Os exhorto, queridos diocesanos, a orar por la familia y por los abuelos como por los hijos y por los nietos a la generosidad y a la oración de unos para otros, y crear así la civilización del amor. Toda la familia debe estar reunida y unida en la fiesta de los abuelos.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 11 de julio de 2008