Recordar y celebrar

Carta Pastoral del Obispo de Cádiz.

Muy próximamente van a comenzar las celebraciones del Bicentenario de las Cortes de Cádiz, que tuvieron lugar, en San Fernando y Cádiz, del 1810 al 1812 y que dieron origen, como fruto más recordado e importante, a la promulgación de la primera Constitución de la Era moderna, el 19 de marzo de 1812, en la Iglesia de San Felipe Neri, de Cádiz.

Muchas Instituciones de la Nación,  de la Comunidad Andaluza y de las Ciudades de San Fernando y Cádiz, se han unido para organizar una digna celebración de este importante aniversario. La Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta, heredera de aquella que fue en gran medida participante en los hechos históricos de 1810-1812, no quiere quedar al margen de estas celebraciones y se dispone también a ofrecer, desde sus posibilidades, algunas aportaciones de carácter histórico, cultural  y religioso, con el objeto de mostrar a los contemporáneos el testimonio de su protagonismo, junto al de otras instituciones y grupos sociales, en aquellos momentos trascendentales para nuestra historia moderna.

Deseo presentar, de forma sencilla y didáctica, algunos datos y reflexiones sobre la presencia y aportación de la Iglesia española y de Iberoamérica a la tarea de las Cortes, que estimo debe ser conocida y también valorada en el conjunto de las celebraciones que se avecinan.

1.- RECORDAR Y CELEBRAR
Le he dado a esta Carta Pastoral el título de “Recordar y celebrar”: ambas cosas merecen ser hechas en esta conmemoración.

Vamos a recordar, en primer lugar, porque debemos un reconocimiento a quienes abrieron un nuevo camino a la historia de nuestro País, aunque a lo largo de un siglo y medio, en medio de convulsiones y enfrentamientos, nuestra Patria haya encontrado muchas dificultades para vivir en paz y progresar según aquellos ideales. Puede decirse que las Cortes de 1812 abrieron una etapa nueva en la vida política española, que nosotros hoy, en estos últimos treinta años de vida constitucional, somos más capaces de valorar al haber podido experimentar en primera persona esta forma de vida colectiva en democracia, igualdad y participación.

Pero también vamos a celebrar, porque es justo y humano alegrarnos en el recuerdo de aquellos hechos y de aquellas personas que pusieron el cimiento de una nueva forma de convivencia y que fueron, a la vez, referencia y modelo para las Constituciones de muchos de nuestros Países hermanos de Iberoamérica. Merece ser reconocido y celebrado que, desde Cádiz, ciudad abierta a las rutas de América desde el Descubrimiento, saliera también la luz que iluminara a aquellas Naciones emergentes a lo largo del siglo XIX a la hora de establecer sus marcos de convivencia nacional y sus respectivos regímenes políticos.

2.- MIRAR AL FUTURO DESDE EL PASADO
Suele decirse que las sociedades “viejas”, faltas de proyectos de futuro o incapaces de ilusión, se refugian en los recuerdos del pasado y se dedican a celebrarlos como queriendo suplir la carencia de un presente que llene sus aspiraciones y de un mirar hacia delante capaz de motivar nuevos avances y nuevos ideales. La Iglesia, por su propia constitución e identidad, está acostumbrada a ver en la historia la mano guiadora de Dios, que la conduce hacia la realización de un proyecto que siempre es abierto hacia el futuro. Hoy, mirando hacia atrás, podemos decir que, en los comienzos del siglo XIX, con sus luces y sombras, la Iglesia supo estar a la altura de las circunstancias difíciles del momento, intentó vivir su “ahora” del mejor modo que supo y que pudo hacerlo. Cuando, a los dos siglos de distancia, recordamos aquellos tiempos, sabemos que, como Iglesia, tenemos también nuestro “ahora” y que nuestra condición de creyentes y de discípulos de Jesucristo nos pide ser fieles a este momento y a sus retos no menos complejos y difíciles que los de entonces. No nos detenemos en el pasado, queremos aprender de él para vivir el presente proyectándonos hacia el porvenir.

3.- UNA ACTITUD NECESARIA
Antes de entrar en la consideración de la aportación de la Iglesia a las Cortes de 1812, estimo conveniente que tengamos en cuenta algunas actitudes que nos ayuden a comprender bien los hechos y a encuadrarlos en su contexto histórico, cultural, político y religioso, bien distinto al nuestro actual. En aquel entonces, lo civil y lo eclesiástico eran realidades mucho menos diferenciadas y autónomas que hoy. Cuando nos hallamos en los comienzos del siglo XXI, el pensamiento de la sociedad y también de la Iglesia han cambiado profundamente en relación con el pensamiento y la mentalidad de hace dos siglos. Tengamos, sobre todo, en cuenta que la doctrina del Concilio Vaticano II clarificó el tema de la relación de la Iglesia con la comunidad política (GS 76) y reconoció definitivamente la autonomía de las realidades temporales en las que todos los hombres de buena voluntad, creyentes o no, están llamados a participar (GS 36).

4.- PRESENCIA DE LA IGLESIA EN LOS ACONTECIMIENTOS DE 1810-1812
Al enumerar la aportación de la Iglesia, es necesario diferenciar aquello que la Iglesia, en cuanto tal, ofreció a la Nación Española en aquellos momentos difíciles, y lo que, desde el punto de vista material, pudieron ofrecer las instituciones eclesiásticas de la Isla de León y de la Ciudad de Cádiz.

La Iglesia aportó, en primer lugar, lo que era. Ante todo, el numeroso grupo de personas, Obispos y otros eclesiásticos, la mayoría de ellos hijos de la “Ilustración”, que fueron nombrados, por su preparación y prestigio social, como representantes del pueblo y elegidos como diputados del Congreso. Es mi deseo que, con ocasión de esta importante efeméride, se pueda hacer un estudio histórico de lo que supuso en las Cortes de 1810-1812 la presencia y la actuación de los representantes de la Iglesia. Al considerar que la Iglesia aportó lo que era, no es posible silenciar que la Iglesia ofreció la fe y la visión cristiana de la vida y de la organización social, según los esquemas culturales y religiosos de la época. Ello quedó reflejado en el propio texto de la Constitución, como veremos más adelante. Sólo como ejemplo de esto, se puede recordar que el Obispo electo de Cádiz, Don Acisclo de Vera y Delgado, a la sazón residente en Sevilla, fue quien convocó a las Cortes; Diego Muñoz Torrero, sacerdote, diputado por Extremadura y Rector de la Universidad de Salamanca, que, nada más comenzar las sesiones, presentó varias propuestas revolucionarias para la época, de carácter liberal: la proclamación de que “la soberanía de la Nación reside en el pueblo”; o la separación de poderes (una de las señas de identidad del Estado de derecho moderno); la abolición de la Inquisición, la libertad de imprenta, la inviolabilidad de los diputados; el célebre Magistral de Cádiz Antoni
o Cabrera, quien predicó a los diputados y al pueblo al celebrarse el Te Deum de acción de gracias por la nueva Constitución.

5.- POSICIONES DIFERENTES
Hay que decir que la Iglesia, que en la época tenía una gran influencia social, puso de sí toda la fuerza de su palabra y de sus gestos para favorecer la Constitución naciente. No puede olvidarse, ciertamente, que algunos eclesiásticos influyentes se alinearon con el grupo llamado “reaccionario”, defensores del absolutismo real y que se opusieron con fuerza a algunas de las decisiones de las Cortes, como la libertad de imprenta o la supresión de la Inquisición; pero, en verdad, lo más florido del Clero ilustrado de la época, apoyó positivamente el trabajo constitucional y fue verdadero protagonista de este momento señero de nuestra historia moderna.

6.- DISPONIBILIDAD DE LA IGLESIA DE LA ÉPOCA
Pero la Iglesia gaditana, en la situación extrema en que vivía España a causa de la invasión de los franceses, aportó también lo que tenía. Los datos históricos que nos han llegado de la época atestiguan que toda la Iglesia gaditana se comprometió con la causa nacional en la lucha contra los invasores. Menguada en sus posesiones por las desamortizaciones, hizo, sin embargo, colectas para pagar las milicias que defendían el puente Zuazo, así como para abonar los alojamientos de los diputados. Los canónigos pusieron en venta algunas piezas del patrimonio catedralicio para ayudar a los gastos de la Nación en aquellos momentos. Puso a disposición de las Cortes sus Templos más apropiados para las celebraciones de las Sesiones de Cortes: así, la Parroquia Mayor de San Fernando para la Misa del Espíritu Santo al iniciarse las sesiones en dicha Ciudad el 24 de septiembre de 1810, o la Iglesia del Carmen, de Cádiz, para celebrar el Te Deum de acción de gracias, tras la proclamación de la nueva Constitución el 19 de marzo de 1812; o la Sacristía de la Iglesia del Carmen, de San Fernando, donde también se celebraron sesiones de Cortes, por no decir el Templo del Oratorio de San Felipe Neri, a donde se trasladaron las Cortes desde San Fernando con ocasión de la peste amarilla que asoló aquella población. Mientras, los religiosos del Oratorio trasladaron su actividad a la Iglesia de la Conversión de  San Pablo. Otros edificios de la Iglesia puestos también a disposición fueron el Colegio de la Compañía de María, donde se alojaron diputados, junto con el Hospital de San José, ambos en San Fernando, que acogió a quienes necesitaron cuidados médicos.

En Cádiz, el Hospital de la Misericordia y el de Nuestra Señora del Carmen, en el que se celebraron las elecciones para diputados por Cádiz o el Seminario Conciliar, en el que se alojaron diputados; los conventos de San Francisco, de los Descalzos y de Santo Domingo, que sirvieron para los cuerpos de guardia y las caballerizas. Los fondos de la biblioteca del Obispo, junto con otros fondos bibliográficos de la Ciudad, configuraron la biblioteca de los diputados en el Oratorio de San Felipe.

7.- PRESENCIA DE LA FE CRISTIANA EN EL TEXTO CONSTITUCIONAL
Aunque a nuestras mentalidades actuales pueda producir estupor, en cuanto cristianos nos enorgullece la presencia de elementos de la fe cristiana en el texto de 1812.

La propia Constitución se inicia “En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad” (Proemio).

El artículo 12 establece que “La religión de la Nación española es y será siempre la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación española la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.

De igual forma, se establece que, antes de proceder a las elecciones de diputados a Cortes, en las parroquias, partidos y provincias, se celebre una Misa del Espíritu Santo, y el párroco, eclesiástico de mayor dignidad o el Obispo, “pronuncien un discurso propio de las circunstancias” (artículos 47, 71, 86).

El juramento de los diputados, al iniciar las sesiones, “se hará poniendo la mano sobre los Santos Evangelios” (artículo 117).

Sobre la instrucción pública, se establece: “En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles” (artículo 336).

Sobre la fidelidad a la Constitución, se establece: “Toda persona que ejerza cargo público civil, militar o eclesiástico, prestará juramento, al tomar posesión de su destino, de guardar la Constitución, ser fiel al Rey y desempeñar debidamente su cargo” (artículo374).[1]

Al aportar estos testimonios del texto constitucional, quiero simplemente ser fiel a una verdad histórica que hoy corre el riesgo de ser silenciada por algunas corrientes de pensamiento que pretenden hacer de la historia una lectura sesgada e ideológica. En este planteamiento, no hay ni nostalgia ni reivindicación, simplemente invitación a reconocer un pasado que a nosotros, en cuanto miembros de la Iglesia, nos llena de sano orgullo.

8.- LA IGLESIA GADITANA EN LA CELEBRACIÓN DEL BICENTENARIO
La Diócesis de Cádiz y Ceuta, deseando asociarse a la conmemoración de los doscientos años de la Constitución de 1812, quiere contribuir también hoy, con lo que es y con lo que tiene, a las celebraciones. De aquella época conservamos legados de tipo material y documental importantes, como inmuebles, documentos y objetos relacionados con el Cádiz de las Cortes y con la Constitución. Es nuestro deseo organizar algún tipo de Exposición de dichos legados, para que puedan ser contemplados o visitados por todos. De la misma forma, esperamos poder organizar algunos actos culturales, como conferencias de carácter histórico, actos académicos, publicaciones de algunos de nuestros fondos históricos de enorme valor documental, conservados en los archivos de la Diócesis, de la Catedral y del Seminario. En el año de 2012 van a tener lugar también en nuestra Ciudad el Congreso anual de los Archiveros de la Iglesia y el Encuentro de Cabildos Catedrales de toda España, con temas referidos a la efeméride que Cádiz estará celebrando dicho año. Para la preparación y celebración de todos estos actos, se ha nombrado en el Obispado una Comisión compuesta por expertos, laicos y eclesiásticos, que ya está trabajando en la organización de los mismos.

9.- CONCLUSIÓN
He pretendido, en esta Carta Pastoral, exponeros, queridos diocesanos, mi palabra de Pastor de esta Iglesia de Cádiz y Ceuta que, con todo derecho, quiere asociarse
a las celebraciones del 2012. He hecho memoria, aunque brevemente, de los motivos que tenemos para recordar y celebrar.

A Dios, Señor de la Historia, se dirige ahora mi oración por esta Iglesia y este pueblo gaditano. Que, teniendo presente este pasado glorioso, sepamos hoy mirar hacia el futuro, y seamos capaces de construirlo en los valores de libertad, progreso, reconocimiento de los derechos y de  la dignidad de cada ser humano, porque solo sobre este cimiento puede surgir una sociedad moderna,  abierta, acogedora y solidaria, al servicio de cada persona y de toda la familia humana.

Cádiz, 24 de septiembre de 2009.

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

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