Carta Pastoral de Mons. Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta, con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Mis queridos diocesanos:
La Iglesia celebra, en la solemnidad de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. En esta fiesta también celebra el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. El Espíritu Santo, que enriquece a su Iglesia con múltiples dones y carismas, continúa actuando en el mundo y en nuestros corazones.
1.Profundizar en el misterio de la Iglesia
Esta solemnidad de Pentecostés nos debe ayudar a profundizar en el misterio de la Iglesia y, consecuentemente, a ver con gozo cómo crecen entre nosotros formas de apostolado laical individual y asociativo, que expresan las gracias que el Espíritu Santo reparte entre los fieles “con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia” (LG 12). A quienes, como pastores de la Iglesia, nos encomienda el Concilio el juicio sobre su autenticidad, nos corresponde “no apagar el Espíritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno” (LG 12).
2. La evangelización, urgencia prioritaria
En esta hora en la que la evangelización es la urgencia prioritaria, el Papa nos pide comunión con Cristo y con los hermanos, siendo de esta manera “signo para el mundo y una fuerza atractiva que conduce a creer en Cristo” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles laici (ChL), n. 31). Os invito, pues, a dar gracias a Dios por los ministerios, carismas y servicios que ha despertado el Espíritu Santo en nuestra Iglesia para la edificación del cuerpo de Cristo y para el cumplimiento de la misión salvadora de la Iglesia en el mundo.
3. “¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian la buena noticia!”
El lema de este año elegido para la celebración del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar está tomado de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos: “¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia!” (Rm 10,15). Con esta viva y bella expresión, el apóstol San Pablo, citando al profeta Isaías (Is 52,7), nos presenta la grandeza de la misión apostólica.
Con el envío del Espíritu Santo, la Iglesia recibe el encargo de ofrecer a todos los hombres el anuncio del Evangelio de la gracia, de la misericordia entrañable y de la salvación de Dios. El Señor, en nuestros días, continúa recorriendo las calles de nuestras ciudades y los caminos de nuestros pueblos para invitarnos a todos a colaborar con él en el anuncio del Evangelio.
4. La Iglesia entera es misionera
El Concilio Vaticano II ha dado una repuesta clara: “La Iglesia entera es misionera, y la obra de la evangelización, deber fundamental del Pueblo de Dios” (AG 35). Los obispos hemos afirmado que la participación de todos los laicos en la misión evangelizadora de la Iglesia es hoy, especialmente, urgente. Es, incluso, más necesaria que nunca. “Todos los laicos, hombres y mujeres; niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos. Todos: cualquiera que sea el grado de conciencia y compromiso; cualquiera que sea el campo de su compromiso apostólico en la comunidad eclesial o en la sociedad civil. Todos, decimos, porque todos son llamados a participar en la vida y misión de la Iglesia” (C.E.E., Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo (CLIM), 1991, n. 10). Todos decimos, “porque el Evangelio no puede quedar profundamente grabado en las mentes, la vida y el trabajo de un pueblo sin la presencia activa de los laicos” (AG 21).
5. Participación activa
Con este mensaje os invito a participar activamente en las celebraciones que, con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, vais a tener en las parroquias, movimientos y asociaciones, y de manera especial en el encuentro diocesano convocado para el día de Pentecostés, en la Catedral de Cádiz.
Mirando y contemplando al pueblo que el Señor gratuitamente me ha encomendado, me he detenido en esta dimensión para comunicaros mi reflexión en la Solemnidad de Pentecostés de este año 2009. Desde esta perspectiva, nuestra realidad diocesana es al mismo tiempo rica y necesitada. Son muchos los laicos gaditanos y ceutíes necesitados de la vida de la Iglesia y partícipes en su misión, pero nos falta profundizar más en su identidad, en el contexto de la Iglesia como comunión.
6. Fervor, entusiasmo y esperanza
En efecto, me llena de esperanza acudir a los importantes encuentros laicales de catequistas parroquiales y de responsables de caritas, o los alegres y nuevos grupos de infancia y juventud, así como de confirmandos, o a las asambleas y convivencias de las distintas asociaciones y movimientos de apostolado seglar y Acción Católica, Hermandades, Cofradías, Comunidades Neocatecumenales, asociaciones de espiritualidad, grupos de oración, etc.
Son muchos los laicos gaditanos y ceutíes que siguen los impulsos del espíritu para ser fieles a su vocación cristiana, y gracias a Dios, ya podemos afirmar que en nuestra querida y amada Diócesis de Cádiz y Ceuta los laicos participan activamente colaborando con los pastores en la misión de la Iglesia de ser comunidad evangelizadora de nuestro mundo. Prueba de ello es el importante grupo de laicos que restan horas a su merecido descanso para asistir a los distintos consejos pastorales, que nuestro Sínodo impulsó, y a formarse en la tarea pastoral. Podríamos preguntarnos: ¿No podríamos dar un paso más en la fidelidad a la gracia bautismal y ser sarmientos de la vid de Cristo, que den fruto abundante en una sociedad tan necesitada como la nuestra?
7. Primacía de la comunión
“La comunión con Jesús, de la cual deriva la comunión de los cristianos entre sí, es condición absolutamente indispensable para dar fruto: “Separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Y la comunión con los otros es el fruto más hermoso que los sarmientos pueden dar: es don de Cristo y de su Espíritu” (Juan Pablo II, ChL, n. 32).
“Esta comunión es el mismo misterio de la Iglesia” (Juan Pablo II, ChL, n. 18). Comunión significa unión de Cristo y en Cristo, y unión entre los cristianos dentro de la Iglesia. “La comunión eclesial no puede ser captada adecuadamente cuando se la entiende como una simple realidad sociológica y psicológica”, ya que “los vínculos que unen a los miembros del nuevo Pueblo entre sí -y antes aún, con Cristo- no son aquellos de la “carne” y de la “sangre”, sino aquellos del espíritu; más precisamente, aquellos del Espíritu santo, que reciben todos los bautizados” (Juan Pablo II, ChL, n. 39).
8. Formación permanente
Por eso, cuando el laico, individual o asociativamente, se plantea su misión y el modo de realizarla, ha de alimentarse de la Palabra de Dios, de la participación activa en la sagrada liturgia, de la oración, del servicio a los hermanos. Estas fuentes, vigorizantes de su espiritualidad i
nspirarán una actitud propiamente evangélica en el cumplimiento de los deberes que los laicos tienen en el mundo familiar, profesional, político y cultural. Esta espiritualidad de comunión es don del Espíritu Santo, que es el principio dinámico de la variedad y de la unidad en la Iglesia y de la Iglesia.
9. Invitación a la oración
Al celebrar el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar exhorto a sacerdotes y seglares cristianos a que consideren el valor que los movimientos, asociaciones y grupos apostólicos tienen actualmente. En su pluralidad de estilos y métodos de formación y acción constituyen una indudable riqueza y un valioso instrumento para llevar a cabo la acción misionera de la Iglesia.
Os invito a orar conmigo, en el día de Pentecostés, para que el Espíritu Santo llene los corazones de los fieles haciendo posible, con su abundante gracia, que la Acción Católica y todos los Movimientos Apostólicos cumplan con la misión que corresponde a su identidad; que todos los sacerdotes en el ejercicio de su ministerio pastoral alienten en la orientación apostólica de sus comunidades; que los seglares cristianos, jóvenes y adultos, tomen conciencia de su indeclinable responsabilidad misionera en el mundo; y que todos en la unidad de la Iglesia sepamos compartir la pluralidad de estilos y responsabilidades que se dan en el cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia.
10. Fuego paulino
Que la fiesta de Pentecostés, en este año dedicado al apóstol San Pablo, sea una llamada a renovar el entusiasmo, reemprender la acción, perseverar en el esfuerzo, revisar programas y revitalizar grupos y organizaciones laicales.
Que la Virgen María, modelo de vida apostólica y estrella de la nueva evangelización, nos aliente y asista. Pidamos para todos el don del Espíritu, por mediación de la Reina de los Apóstoles, para que a todos nos transforme en testigos intrépidos y valientes de Cristo Resucitado.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 20 de mayo de 2009