Madres sanas, derecho y esperanza

Carta del Obispo de Cádiz, D. Antonio Ceballos, con motivo del Día del Domund. Mis queridos diocesanos:

La Campaña contra el Hambre en el Mundo del 2008 nos recuerda a la familia con el siguiente lema: “Madres sanas, derecho y esperanza”. Quisiera exhortaros a todos los miembros de la Iglesia que está en Cádiz y Ceuta a trabajar con esperanza por la familia y a comprometeros decidida y eficazmente, siguiendo la justicia del Evangelio, con las familias más necesitadas del mundo, injustamente sometidas a la miseria y al hambre.

1. Madres sanas

Los cristianos creemos que existen medios suficientes y recursos de sobra para dar solución al problema de la salud materna. La maternidad saludable es esperanza para las mujeres, para sus hijos, sus familias y para la misma sociedad a la que pertenecen.

Los cristianos, además, vemos en esa situación una referencia al fundamento constante de nuestra esperanza, Dios, el Padre de todos los hombres. La injusticia en el mundo es “una perversidad que contradice el plan de Dios” (Sínodo de los obispos 1971. La justicia en el mundo). “La historia presente no está cerrada en sí misma, sino abierta al Reino de Dios” (SRS 47) para cuya consecuencia el Espíritu despierta sentimientos eficaces de paz y justicia, fraternidad, amor y unión de los hombres..

2. Datos que hacen pensar

Una madre es aquella que puede ocupar el lugar de los otros, pero cuyo lugar no lo puede ocupar nadie más (Cardenal Mernillot).

Existen datos espeluznantes. Señalo algunos: Cada año mueren más de 500.000 mujeres por problemas derivados del embarazo y del parto.  El 99% de las mujeres que mueren por complicaciones del embarazo y el parto viven en los países en desarrollo (UNEPA). Cuatro de cada cinco muertes en el parto son resultado directo de complicaciones que podrían haber sido evitadas con una atención adecuada (UNEPA). Manos Unidas, durante el año 2006, empleó el 16%, de los recursos en proyectos sanitarios, beneficiando a más de 3.000.000 de mujeres en América y Asia que recibieron asistencia antes, durante y después del parto. Uno de cada cinco niños morirá antes de cumplir su primer año de vida en los países menos desarrollados.

3. Derecho y esperanza

La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice, en el artículo 25, que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a la familia, la salud y el bienestar” (….), y que “la maternidad y la infancia tienen derechos a cuidados y asistencia especiales”.

Manos Unidas se preocupa por los casos de maternidad saludable, basada en la afirmación de la dignidad fundamental de la vida de la mujer, en el reconocimiento del derecho a la protección de la salud y de las condiciones básicas para vivir como mujer y como madre.

4. Colabora y siembra esperanza

Cuando en nuestra sociedad la esperanza emigra de muchos corazones fríos por falta de amor, es de agradecer la llamada que en estos días nos hace “Manos  Unidas” para despertar nuestra conciencia solidaria.

La Organización Manos Unidas ha nacido para sembrar esperanza en aquellos rincones del mundo en los que casi ya nada se puede esperar porque el hambre material acaba con las vidas humanas. Pero la esperanza que nos brinda
Manos Unidas no es sólo para aliviar el hambre de pan en regiones del mundo de extrema carestía. Nosotros, también, necesitamos de esperanza porque nada siega  tan de raíz toda ilusión como el egoísmo y la incapacidad de compartir algo de lo nuestro con nuestros hermanos.

Cuando los medios de comunicación social han tejido una intrépida red de informaciones entre todos los puntos de la tierra, tanto más nos sentimos aislados y habitantes de un mundo frío y anónimo. Conocer los problemas y las angustias de los demás se ha convertido para muchos de nosotros en ejercicio de curiosidad sin responsabilidad. Sabemos que muchas familias en el mundo pasan hambre, pero nuestra preocupación alimentaria se centra en rebajar calorías mientras nuestros cubos de basura se llenan de desperdicios que podrían alimentar en otras latitudes a familias enteras. Los reportajes de televisión sobre el hambre en el mundo – cuando esos molestos temas logran pasar la barrera de lo que “está bien” programar- no llegan a ser para muchos espectadores más que una exageración o el picante de un plato de consumo que no altere la conciencia.

Sin embargo, nuestro mundo, el mundo de los satisfechos, nunca ha necesitado tanto de esperanza.

5. Manos Unidas es una organización de esperanza para la esperanza

Necesitamos la presencia de “Manos Unidas entre nosotros para que nos despierte el sentido del hombre derribado en el camino de un desarrollo sin ilusión. Manos Unidas invita a la solidaridad, a no cerrar nuestra mano en una soledad sin esperanza; a sentirnos unidos con los que no tienen, no valen, no cuentan, no comen. Cuando alguien, junto a nosotros nos hace salir del egoísmo, nos abre la mano para dar, nos muestra el dolor del mundo, nos señala al que pasa hambre y necesidad, y nos enseña a llamarle hermano; un río de esperanza comienza a regar el desierto de nuestros corazones y comienza a florecer la ilusión de que es posible un mundo nuevo.

6. Una obsesión de seguridad cierra nuestras manos a la colaboración generosa

Nuestra técnica se afana en acumular arsenales de armas y los gobiernos derrochan ingentes cantidades de dinero en la seguridad internacional. Todos cerramos filas para vivir mejor y no nos preocupa negar la vida a cuantos iniciaron ya el camino de ser hombres. Nos aislamos preocupados solo de nuestros beneficios y comodidades. Pero en el fondo existe una misma experiencia colectiva de la vaciedad en este estilo de vida. En fuerte contraste el Evangelio nos dice que así se pierde la vida. “El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que es capaz de entregarla la hallará”.

7. Sembradores de esperanza

Como Jesús, yo os deseo que tengáis vida y abundéis en ella y por eso os pido que abráis vuestras manos y las unáis con otros para ofrecer a cuantos carecen del mínimo necesario para vivir el don de la vida. Así también vosotros viviréis y con vuestra colaboración sembraréis esperanza, y de esa manera tengamos Madres sanas.

Que Santa María de la Esperanza, venga en nuestra ayuda.

Reza por vosotros, os quiere y bendice

+Antonio Ceballos Atienza
 Obispo de Cádiz y Ceuta

Enero 2008

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