«Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización»

Alocución semanal de Mons. Rafael Zornoza Boy en la Cadena COPE.

Queridos amigos: desde este Domingo 5 y hasta el Domingo 19 de octubre se desarrollará en la Santa Sede el Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que tendrá como tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización».

El Papa Francisco nos ha llamado especialmente a rezar el Rosario por la familia y por el Sínodo, ya que estamos en octubre y es el mes del Rosario. El Santo Padre invitó, tras la audiencia general del pasado miércoles 1 de octubre, a «meditar sobre los misterios de la vida de María y de su Hijo y a rezar y según las intenciones de la Iglesia. Sobre todo por el Sínodo dedicado a la familia, y también por mí». Comenzando este mes, alentó «a meditar el camino y la obra de Cristo con la mirada de María: recen el Rosario y acompañen así el trabajo del Sínodo de los Obispos para la familia».

Los obispos, presididos en la caridad por el Santo Padre, tendrán que debatir sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Nueva Evangelización. Sin embargo, en el ámbito de la familia, que atraviesa una crisis mundial, los sufrimientos no se reducen (obviamente) al de los divorciados casados de nuevo que no pueden comulgar sacramentalmente (un sufrimiento y hay que comprender bien).

Cito algunos desafios señalados en el Documento de Trabajo (Instrumentum Laboris): soledad de la viudez, prueba de la esterilidad, de la enfermedad, del desempleo o de la precariedad; drama del divorcio, de la droga, de la violencia o de la guerra; o sencillamente el sufrimiento de los padres o abuelos que intentan transmitir a sus hijos o nietos los valores con los que están vinculados y se encuentran con tanta dificultad.

En este contexto de oración por el sínodo sobre la familia, sagrario inviolable de la vida, permitidme que cite algunos párrafos de la Nota de la CCXXXIII Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española que se ha hecho pública ayer: «La vida humana es sagrada e inviolable y ha de protegerse desde la concepción hasta su fin natural. En esa defensa ocupan un lugar privilegiado los más débiles: aquellos que habiendo sido ya concebidos no han nacido todavía. La ciencia prueba que desde el momento de la concepción hay un nuevo ser humano, único e irrepetible, distinto de los padres. (…) No se puede construir una sociedad democrática, libre, justa y pacífica, si no se defienden y respetan los derechos de todos los seres humanos fundamentados en su dignidad inalienable y, especialmente, el derecho a la vida, que es el principal de todos.

Es cierto que la existencia humana no está libre de dificultades. La Iglesia conoce bien los sufrimientos y carencias de muchas personas a las que se esfuerza en ayudar en todo el mundo con el ejercicio de la caridad, que es el distintivo de los discípulos de Jesús (cfr. Jn 13, 35), del que dan testimonio tantas personas e instituciones eclesiales. Pero, también es verdad que, como nos advierte el Papa Francisco, aún hemos de hacer más «para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias» (EG, 214).

Queridos amigos: La Iglesia quiere responder a la crisis de la familia que toca lo más profundo de la persona, pues todo hombre y mujer buscan ser amados para siempre. La fragilidad de las relaciones familiares y las nuevas formas de convivencia transforman profundamente la vida social. Es necesario agacharse ante las heridas del ser humano y afrontar la situación, reflexionar y volver a dar esperanza y confianza no solo a los cristianos sino a cuantos se quieran tomar en serio esta experiencia elemental de la vida que nos marca y determina hasta lo más profundo y nos acerca o aparta de la felicidad. Recemos, pues, como nos pide del Papa, por las familias y por el Sínodo. Por cierto: orad en familia; la familia que reza conserva la fe y transmite mejor la fe.

Tenemos que seguir aprendiendo a ser familia: en nuestros hogares desde niños, aprendiendo a amar, en la preparación al matrimonio, como jóvenes, siendo novios, en el cuidado de los matrimonios, mejorar cada día como padres, como abuelos…. Con una fe firme, siempre de la mano del Señor y con la fuerza del Espíritu Santo, podemos superar las grandes dificultades, porque muchas crisis de familia comienzan por una crisis de fe. Ahora bien, en el designio de Dios la familia encuentra su identidad y descubre su misión, su dignidad y su responsabilidad, y en la familia que formamos los discípulos del Señor, en la Iglesia, el amor de Dios nos lleva a vivir mejor nuestras relaciones familiares, nos renueva con la savia del Evangelio y del Espíritu Santo.

Acompañemos durante estos días con el rezo del Santo Rosario al Santo Padre y a los Obispos reunidos en Sínodo en Roma, para que Dios bendiga sus esfuerzos que den muchos frutos de vida y santidad, para la Iglesia y para el mundo.

¡Os bendigo de corazón, rezo por vosotros, rezad por mí!

+ Rafael Zornoza Boy

Obispo diocesano de Cádiz y Ceuta

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