Carta Pastoral del Obispo Cádiz y Ceuta, Mons. Antonio Ceballos Atienza, con motivo de la XXXII Semana de la Familia.
Mis queridos diocesanos:
Un año más celebramos la Semana de la Familia. Es esta una convocatoria amplia en la Diócesis de Cádiz y Ceuta que hacemos para todas las familias de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, un encuentro singular, una plataforma para el diálogo y la reflexión sobre la situación actual en la que se encuentra la familia, sus necesidades y sus proyectos, los problemas actuales que preocupan al desarrollo de la familia y cada uno de sus miembros.
Este año “la Familia” ocupa un lugar “especial” en la Jornada Mundial de la Juventud, dado que las familias de la Diócesis acogerán a unos 8.000 mil jóvenes de los cinco continentes que vendrán a visitarnos y estarán con nosotros durante cinco días.
1. Dando a la Familia su valor
Permitidme que un año más os invite a participar en la XXXII Semana de la Familia que tendrá lugar durante los días 14 al 21 de noviembre de 2010, y cuyo lema es el siguiente: “Dando a la Familia su valor”. Es decir, demos a la familia el valor que ella misma tiene. Considero que este esfuerzo por valorar a la familia tiene pleno sentido en el momento actual en el que se percibe con fuerza especialísima el maltrato que se está dando a todo lo que se refiere a la familia, pretendiendo incluso destruirla.
2. El mejor seguro es la familia
Las dificultades económicas evidencian la importancia de la unidad familiar. Ante la trascendente situación económica y de paro que estamos padeciendo, el mejor seguro es la familia. Ni el subsidio de desempleo, ni los recursos del Inem, ni los ahorros que quedan en la cuenta corriente son ya suficientes. Todos conocemos matrimonios que crecen en la adversidad: padres que pagan los recibos de sus hijos; hijos que financian los gastos de los padres. Y, a pesar de que las políticas familiares en España son prácticamente nulas, los expertos avisan que para recuperar moral y económicamente a un país, las Administraciones públicas tienen que empezar, por ayudar a la familia… Hay que invertir en familia, porque es la que construye el futuro.
3. Los jóvenes valoran la familia
Los jóvenes del siglo XXI son los primeros en valorar a la familia. La familia es la primera escuela de humanidad, la que nos da la primera experiencia de la realidad personal e interpersonal, la que nos enseña a vivir y a convivir, la que nos descubre la bondad de Dios y la bondad de la vida en la que estamos situados por amor, desde ahí todo es posible. Sin eso es muy difícil alcanzar una normalidad personal y religiosa. La familia acoge al joven en todas las circunstancias del desarrollo de su vida.
4. El futuro de la sociedad y de la Iglesia está en la familia
El Papa Juan Pablo II, teniendo presente la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, valora la familia diciendo: “En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculada al bien de la familia (cf. GS 47), siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designo de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios” (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, 1981, n.3).
5. La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la Trinidad
La familia es misterio, pertenece a la hondura del ser humano y personal. Forma parte de la naturaleza del hombre, de su estructura de humanidad, eslabón de continuidad, plataforma de crecimiento personal.
La revelación descubre y promueve lo que está inscrito o iniciado en la naturaleza del hombre. Jesús nos dice lo que somos, nos enseña y ayuda a llegar a ser lo que podemos ser. También en el matrimonio y en la familia.
El modelo originario de la familia hay que buscarlo en Dios, en el misterio trinitario de la vida divina. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo” (CIC, n. 2205).
6. Vale la pena trabajar por la familia y valorarla
La familia es el fruto y el origen permanente de la “civilización del amor” (cf. Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 1994, n. 13).
En la familia cada uno es aceptado y querido en lo que es y por lo que es o puede ser. El amor es el vínculo esencial de la familia. Ninguna otra sociedad se constituye por amor como la familia desde el origen y la raíz del matrimonio. Por eso en la familia todo es importante y la persona es atendida y ayudada en todas sus circunstancias, nacimiento y muerte, soledad y enfermedad, infancia y madurez.
Ninguna otra sociedad puede pretender ser tan importante para la persona como la familia. Es más, ninguna sociedad puede ni debe intervenir en la vida personal allí donde llega la familia. En lo que la familia es autosuficiente nadie puede intervenir ni tiene autoridad para hacerlo.
El respeto a esta soberanía original de la familia puede ser un punto de partida para la construcción de una sociedad diferente, más democrática y más justa, más respetuosa con los derechos de la persona, menos burocrática, menos intervencionista, más descentralizada y más feliz.
Vale la pena trabajar para que la familia sea reconocida como sociedad primordial, verdadero sujeto comunitario, realmente “soberana” (cf. Ibíd., n. 17).
La Sagrada Familia refleja el amor hermoso dado por Dios a los hombres en sus diferentes formas, por eso es modelo, icono, principio de todas las familias santas.
El Beato Juan XXIII al cumplir los cincuenta años escribía esta carta a sus padres: “Queridos papá y mamá, he estado en muchos sitios, he visto muchas cosas, pero ninguna escuela me ha enseñado tanto como lo que me enseñasteis vosotros cuando me teníais en vuestros brazos”. La experiencia fundante de la visión de la vida, de la configuración de nuestras actitudes profundas ante la vida, ante los demás y ante Dios.
7. Invitación y exhortación
Os exhorto, querido
s diocesanos, a que sigáis realizando este esfuerzo de valoración de la familia. Os invito a vosotros jóvenes y a vosotros sacerdotes, mis fieles colaboradores, a los religiosos, religiosas, personas consagradas, vírgenes consagradas, diáconos, seminaristas, laicos y miembros de movimientos familiares a participar activamente en esta XXXII Semana de la Familia y a pedir al Señor por los esfuerzos, que en nuestra Diócesis, estamos llevando a cabo sobre la familia.
Que la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, sea nuestro modelo y nos acompañe ahora y siempre.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta