En la mañana de este domingo, la Catedral de Cádiz acogió la celebración diocesana de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2025, presidida por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy. El encuentro coincidió con el Jubileo de los Migrantes en Roma y se desarrolló bajo el lema Migrantes, misioneros de esperanza, con el propósito de destacar el valor humano y espiritual que las personas migrantes aportan tanto a la sociedad como a la Iglesia.
La ceremonia, marcada por un ambiente festivo y fraternal, contó con la participación de agentes y voluntarios de la pastoral diocesana de Migraciones, así como de numerosos migrantes residentes en la diócesis, que portaron las banderas de sus países de origen. Los cantos y bailes típicos africanos llenaron la catedral, simbolizando la riqueza cultural y la diversidad que conviven en la comunidad diocesana.
Durante su homilía, Mons. Zornoza recordó la especial responsabilidad de la diócesis gaditana, situada en el Estrecho de Gibraltar, ante el fenómeno migratorio: “Con esta jornada recordamos la labor que tenemos que hacer y las necesidades que el mundo tiene y que nos mira en nuestra circunstancia y en nuestra diócesis, muy singularmente afectada, desde hace tantísimos años, por la presencia de los migrantes. Eso ha dado la posibilidad de que se ensanche nuestro corazón y que podamos atender a todos los que vienen sin distinción y sin discriminación.”
El obispo centró también su mensaje en la importancia de la fe como fuerza transformadora ante las dificultades: “La fe hace milagros, produce enormes milagros. A nadie le interesa que midamos si tenemos mucha o poca fe; lo que debemos medir es cómo somos fieles, cómo vivimos como discípulos de Jesús.”
Refiriéndose al lema de la jornada, Mons. Zornoza subrayó que los migrantes son verdaderos portadores de esperanza: “Los migrantes viven con el motor de la esperanza para progresar, para superar las dificultades. Pero resultan para nosotros unos misioneros, especialmente quienes viven la fe cristiana y se entregan en nuestras comunidades. En nuestra diócesis contamos con religiosas y sacerdotes de otros países que forman parte de nuestra Iglesia.”
Tras la celebración eucarística, la jornada continuó con una convivencia intercultural en el Centro Tartessos de Cádiz, donde se compartió un almuerzo con platos típicos de diferentes culturas. La música, los bailes tradicionales y diversas actividades lúdicas y deportivas propiciaron un ambiente de fraternidad y encuentro.
El evento contó con la participación de voluntarios del Secretariado Diocesano de Migraciones, la Fundación Centro Tierra de Todos y la Asociación Cardijn, junto con personas migrantes que forman parte activa de la vida diocesana.
Con esta jornada, la Diócesis de Cádiz y Ceuta renovó su compromiso con la acogida, el respeto y la integración de las personas migrantes, reconociendo en ellas un testimonio vivo de fe, esperanza y fraternidad cristiana.
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