Mons. Antonio Ceballos Atienza: «Estoy aprendiendo a saber envejecer»

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El viernes 29 del presente mes de junio, a las 12.00 horas, en la Catedral de Cádiz, celebraremos la Santa Misa en acción de gracias por los cincuenta años de sacerdocio de Mons. Antonio Ceballos Atienza, Obispo emérito de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Por este motivo, hemos querido compartir unos minutos con él, para que nos cuente como es su vida ahora, y que sensaciones tiene, después de que hace unos meses dejara la Diócesis.

Pregunta – Don Antonio: próximamente cumplirá usted setenta y siete años, y de ellos, cincuenta como presbítero y obispo de la Iglesia. Toda una vida. ¿Qué recuerdos más vivos le vienen a la memoria al celebrar estas Bodas de Oro con su ministerio sacerdotal?

Respuesta – A cincuenta años de distancia reconozco las acciones maravillosas que el Señor ha realizado en mi vida intensa de ministerio sacerdotal, en los diversos encargos pastorales que la Iglesia me ha confiado en distintos momentos; también tengo presente las deficiencias, omisiones, tensiones, y sobre todo, el polvo del camino que se me ha pegado en estos cincuenta años. Como en una confesión recito el MISERERE, que es mío, y el MAGNIFICAT, que es del Señor, para mi penitencia y para mi ejercicio de humildad sincera y confiada.

P – Sus casi dieciocho años al frente de la Iglesia de Cádiz y Ceuta son recordados como los de un hombre bueno, sensible a los problemas de los hombres de esta tierra y a los de esta Iglesia. Promotor y realizador del Sínodo Diocesano, siempre hombre de Iglesia. Desde su experiencia, ¿cómo ve a esta Iglesia? ¿Virtudes y defectos?

R – Considero que nuestra querida y amada Diócesis de Cádiz y Ceuta es una Iglesia con futuro. Es una Iglesia viva, alentada y animada por el Espíritu. Los gaditanos y ceutíes sois gentes abiertas a navegar mar adentro. Esta Iglesia tiene muchas virtudes y defectos y limitaciones que vosotros conocéis mejor que yo…y que por brevedad no enumero.

P – Fueron constantes sus visitas pastorales a todas las parroquias diocesanas. Conoció los pueblos y a las gentes que en ellos viven. Conoció a sus sacerdotes. Ahora, alejado del trajín diario, ¿qué mensaje dejaría para este clero que cada día se levanta para tomar parte en los duros trabajos del Evangelio?

R – El conocimiento entrañable de los gaditanos y ceutíes, originado tanto por las visitas pastorales, encuentros parroquiales y las gentes de sus pueblos, ha sido para mí una fuente de riqueza humana, cristiana y pastoral muy buena, Y el trato con los sacerdotes ha sido un verdadero gozo y gracia del Señor. Mi mensaje es conocido de todos: dedicar tiempos largos a la Oración y estudio de la Palabra de Dios; la atención pastoral conociendo y animando cada día más a la gente y a los jóvenes y no cansarse de estar al lado de los pobres, los enfermos, los necesitados y los inmigrantes.

P – Usted, en la actualidad, reside en Jaén, en la Casa de las Hermanitas de los Pobres, entre los más desfavorecidos de la sociedad. ¿Qué recibe de ellos? ¿Qué les dice a ellos?

R – Recibo de ellos mucho más de lo que yo les pueda dar. Su presencia son rostros vivos de Jesucristo el Señor. Su cariño y simpatía mezcladas con sus dolencias son atrayentes. Por mi parte lo que más les impresiona es mi presencia entre ellos, como uno más. Una palabra de aliento, un gesto cariñoso, un silencio compartido y una sonrisa, considero que es suficiente.

Estoy aprendiendo a saber envejecer que considero que es también para mí un gran don del Señor. El saber envejecer es para mí motivo de silencioso gozo interior y de diario abandono en el Señor mismo, en el cual tengo puesta mi mirada como un niño en los brazos de su padre.

Mi humilde y ya larga vida se ha ido desenvolviendo como un ovillo y ahora me encuentro aquí como un residente más. Me encuentro a gusto y mi presencia considero que los alienta y anima, dado que aquí al que no le duelen los brazos o las piernas, o tiene alguna de las muchas dolencias es porque ya no tiene capacidad ni siquiera para expresar su estado anímico. Eso sí, te encuentras con otros sentimientos y ejemplos. Y, sobretodo, la actuación de las Hermanitas de los Pobres que son exquisitas en toda clase de atenciones.

Esta casa es un hogar, una familia grande. En ella, como un residente más, comparto, en el comedor, la mesa con cuatro personas un viudo, una viuda y una persona consagrada. Son personas cargadas de años y de una rica experiencia y sabiduría humana y divina purificada por el sentimiento y el dolor pero llena de paz y alegría.

P – Desde esa nueva experiencia, ¿qué palabras tendría para nuestros ancianos, nuestros parados, para los inmigrantes, para las víctimas de la crisis social y económica,…?

R – Es necesario tener con ellos, sin cansarnos, el aliento permanente con obras y palabras: La atención amorosa a los ancianos, a los parados, a los inmigrantes y los nuevos pobres que ha arrojado la crisis social y económica. Esta situación de crisis social y económica, en los cristianos, provoca entrar en la radicalidad evangélica, que expresaría así, con palabras de San Juan de la Cruz: «Bajemos más abajo hacia la hondura y entremos más adentro en la espesura».

Para entrar más adentro en la espesura, para atravesar esta situación de crisis social y económica, más adentro en la espesura, hace falta bajar más abajo hacia la hondura.

Para esta lucha en este tiempo, de nuestra parte, hace falta una experiencia contemplativa mucho más fuerte. Hace falta reemprender el camino evangélico, nacido bajo estos cielos y esta tierra con tal de que horizontalicemos la verticalidad de amor y ensanchemos la hondura, porque los tiempos lo requieren.

Entonces hace falta volver a las Bienaventuranzas de Jesús y a Jesús como Bienaventuranza. Es decir, «VIVIR SENCILLAMENTE A FIN DE QUE OTROS PUEDAN SENCILLAMENTE VIVIR»; la alegría de compartir.

P – Muchos nos preguntan por usted «¿y ahora qué hace?» Queremos saber cuál es su día a día, Don Antonio.

R – De salud me encuentro bien, gracias a Dios. Tengo las limitaciones propias que aparecen a esta edad. Entonces mi vida trascurre día a día de una manera normal. Rezo, celebro la Eucaristía a las 8 de la mañana los días ordinarios y los domingos y festivos, presido la Eucaristía para toda la casa: Sacerdotes que concelebran conmigo, comunidad de religiosas de las Hermanitas de los Pobres, personal residente y algunas personas que vienen de fuera. Estudio la Palabra de Dios, atiendo las llamadas y correspondencia y también alguna acción pastoral que me confía el Obispo de esta Diócesis, como son algunas confirmaciones y estoy dando, de vez en cuando tandas de Ejercicios Espirituales a sacerdotes en las distintas Diócesis españolas en donde me vienen avisando. Esto, de momento, entretanto que la salud me lo permita. Estoy alegre, contento y atiendo a las personas, bien sacerdotes, religiosos, religiosas, personas consagradas que vienen a mí. Esta es mi vida, una vida sencilla vivida en este ambiente sereno y tranquilo…

P – ¿Qué echa de menos de esta tierra, de la que fue su Pastor?

R – Echo de menos los encantos que esta tierra tiene: sus mares y bahías, sus gentes abiertas y alegres, su configuración geográfica y humana y el ingenio gaditano y ceutí y su sensibilidad por la vida evangélica y social. Echo de menos como es natural y lógico el que ya no estoy allí presente física y pastoralmente, pero esto no obsta a que os tenga muy presentes en mi oración diaria en la que rezo al Señor por la Iglesia de Cádiz y Ceuta, su Pastor, sus sacerdotes, religiosos, religiosas, personas consagradas y fieles cristianos laicos. Como veis es una nueva forma de presencia.

 

El próximo día 29 de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, le tendremos entre nosotros y junto con otros sacerdotes que celebran sus Bodas de Oro o de Plata, en la eucaristía que se celebrará en la Catedral a las doce del mediodía. El pueblo gaditano dará gracias a Dios por este hombre que «pasó por esta tierra haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal».

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