Aude Dugast
Jérôme Lejeune
Madrid, Encuentro, 2021
Esta detallada, amena y aleccionadora biografía de un hombre importante constituye la mejor -quizás la única- manera, de explicar la convergencia entre la profesión médica, la investigación científica y el apostolado cristiano. El relato apasionante y bello de Aude Dugast constituye una amable invitación para que descubramos cómo los principios evangélicos proporcionan unas pautas luminosas para dignificar al ser humano en su dimensión más profunda y en su condición más auténtica. Su aportación ha sido la demostración de que la ciencia y la fe se enriquecen mutuamente y la prueba de que si explican y se viven de maneras convergentes, nos ayudan para elevar el bienestar humano y para paliar el sufrimiento.
Con un lenguaje directo Aude Dugast nos cuenta cómo Jérôme Lejeune (1926 – 1994), médico pediatra, investigador que descubrió la trisomía 21 (causa del síndrome de down), escritor y conferenciante prolífico, era, sobre todo, un creyente, un seguidor de Jesús de Nazaret y un hijo de la Iglesia. Hombre de fe profunda, era un ser esperanzado y un defensor de los “pequeños de este mundo”.
Dotado de una singular habilidad para contagiar su fe, gracias a su imperturbable visión positiva de la existencia humana, a su talante abierto y a su espíritu emprendedor, ejerció su vocación médica y su ministerio laical haciéndolos compatibles con la investigación científica. Su biografía fue rica, generosa y fecunda, debido a su notable habilidad para mirar con buenos ojos -los de la ciencia y los de la fe- a las gentes y a las cosas, contemplando los aspectos positivos para aprovechar la oportunidad de ayudar a crecer y a vivir mejor. Fue un cultivador del pensamiento, del lenguaje y de la belleza. Durante toda su vida y, de manera especial durante su enfermedad, demostró que, por encima de todas sus cualidades, destacaba el vigor con el que encaraba las dificultades de la vida, la fortaleza con la que afrontaba las adversidades y la firmeza con la que defendía sus hondas convicciones. Fue un científico íntegro e innovador que supo enfrentarse al trabajo y a la vida demostrando una notable audacia inventiva y una singular habilidad para colorear los tiempos oscuros y los espacios grises.
La lectura de esta obra, interesante, amena y profunda, nos demuestra cómo el cultivo de los valores trascendentes y de las pautas evangélicas, en vez de frenar, orientan y alimentan la búsqueda de respuestas científicas a los permanentes interrogantes de la existencia humana. La autora nos explica cómo Jérme Lejeune, con su ávida mirada para captar, en la profundidad, las raíces de los males que padecemos hoy, encontró y aplicó las recetas adecuadas. Esta biografía apasionante nos demuestra cómo este hombre, guiado por su insaciable ansia de saber, fue capaz de indagar sin descanso y explorar los enigmas que, a veces, nos remiten al misterio.
Profundizar en la intimidad secreta de la vida y descubrir su sentido trascendente constituyeron, a mi juicio, los contenidos fundamentales de su intensa tarea profesional y el objetivo explícito de su dilatada travesía vital.
José Antonio Hernández Guerrero
