La IV Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores se ha celebrado en nuestra diócesis con Eucaristías en las que han sido especialmente partícipes las personas mayores. La Iglesia de Cádiz y Ceuta vivió el pasado domingo un día para expresar el respeto y la gratitud que todos sentimos hacia las personas mayores, reforzado por la indulgencia plenaria concedida por la Santa Sede a los que han participado con verdadero espíritu fraterno.
Contra la soledad y el abandono: fraternidad.
Reconocimientos, convivencias y cartas que acompañan.
Tras las misas, que han ofrecido a Dios acción de gracias por el don de la vida, se han propiciado también momentos de encuentro y convivencia, entendiendo la gracia de la palabra y la conversación como un recurso contra la soledad y el abandono en la vejez, tema específico de reflexión para este año.
Hay parroquias que además han incluido en la celebración eucarística el reconocimiento que, por su fidelidad y servicio, merecen algunos feligreses destacados de su comunidad. Otras parroquias han organizado con sus grupos de Vida Ascendente charlas, coincidiendo con la festividad de Santa Ana y San Joaquín, abuelos de Jesús de Nazaret. Y, pensando en aquellos parroquianos mayores que viven solos y ya no salen de sus domicilios, se han impulsado iniciativas para hacerles llegar la cercanía y el afecto de la comunidad, entregándoles cartas personalizadas, junto al Mensaje del papa Francisco y la Oración de la Jornada.
Por otra parte, la dimensión reflexiva de la Jornada no se agota en los actos del día de su celebración. La soledad no deseada es un tema complejo, con muchas implicaciones, que merece tratarse en profundidad. El Secretariado Diocesano de Personas Mayores seguirá ofreciendo en los próximos meses a las parroquias de la diócesis la organización de Momentos de reflexión, abiertos a la participación y el diálogo.
Sentido de la Jornada: no “un” día, sino “cada” día.
La jornada ha ofrecido un cauce para unir la enseñanza evangélica de distribuir el pan -anticipo del Reino- con la necesidad de compartir con nuestros mayores tiempo y cariño.
Como se subraya desde el Secretariado Diocesano de Personas Mayores, «no se trata de celebrar un aniversario una vez al año, sino de entender que todos, independientemente de nuestra edad y de nuestras circunstancias, formamos una familia cristiana de la que nadie está excluido y tenemos una historia, una misión y una fe en común. Dios nunca abandona a sus hijos».
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