La comunidad parroquial de Nuestra Señora de los Milagros despide con emoción al sacerdote gaditano, que parte el 22 de julio hacia la misión vicenciana en La Mosquitia
Con profunda emoción y espíritu de fe, la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros, en Algeciras, celebró el pasado domingo 6 de julio la misa de envío del padre Juan José Galvín, quien se prepara para iniciar una experiencia misionera en Honduras. La ceremonia, cargada de simbolismo y cariño comunitario, marca el inicio de una etapa temporal en la vida del sacerdote gaditano, que pasará algo más de un mes en la misión de La Mosquitia, en el corazón de la selva hondureña.
La misión, gestionada por los Padres Paúles a través del Equipo Misionero Vicenciano de Evangelización (EMVE), acoge cada año a religiosos y laicos comprometidos con el anuncio del Evangelio y la atención a comunidades en situación de vulnerabilidad.
Durante la Eucaristía, uno de los momentos más emotivos llegó con la homilía del padre Pedro Pablo, consiliario del Secretariado de Misiones, quien destacó el valor de este primer contacto misionero del padre Juan: “Aunque es verdad que el padre Juan va a tener un primer contacto con la misión, aprovechando su tiempo de vacaciones y después volverá con nosotros a la espera y discernimiento de lo que Dios quiera de él, no por ello el paso que va a dar es menos importante. Y además, es un paso que lo compromete a él, pero también a nosotros”.
Inspirado en las palabras del papa Francisco, el padre Pedro recordó que el misionero «no es un migrante más, ni un turista, ni un aventurero, sino un enviado por la Iglesia a una misión de vanguardia», dispuesto a llevar esperanza, fe y alegría a los más necesitados.
A la ceremonia asistieron fieles de la parroquia y miembros del EMVE, quienes arroparon al padre Juan José en su despedida. Entre sentimientos encontrados, la comunidad expresó tristeza por su marcha temporal, pero también una profunda alegría y orgullo por el camino que emprende.
El propio padre Juan José agradeció el cariño recibido y pidió oraciones, no solo por él, sino por todos los que participan en la misión y por los ciudadanos de La Mosquitia. “Este paso supone una enorme bendición. Les ruego que me lleven en sus oraciones, así como a quienes me acompañarán en esta misión y a las personas a las que iremos a servir”, expresó con humildad y emoción.
El próximo 22 de julio, el sacerdote pondrá rumbo a Honduras, con la esperanza de que esta vivencia sea no solo un servicio a los demás, sino también una respuesta a la llamada misionera que late en su vocación sacerdotal.