La Iglesia en España celebra el próximo domingo, VI de Pascua, la Pascua del Enfermo, culminación de la Campaña del Enfermo 2025, desarrollada bajo el lema “En esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24). Una celebración especialmente significativa este año al coincidir con el Jubileo 2025, convocado por el papa Francisco bajo la invitación a ser «peregrinos de esperanza».
La Campaña, que dio comienzo el pasado 11 de febrero, en la festividad de la Virgen de Lourdes y Jornada Mundial del Enfermo, ha estado marcada por una invitación a renovar la mirada sobre el sufrimiento, la enfermedad y la fragilidad, desde la luz de la esperanza cristiana. En su mensaje con motivo de la Pascua del Enfermo, los obispos españoles han querido subrayar esta dimensión jubilar, recordando que “cuanto más enraizados estamos en Cristo, más encontramos la serenidad interior”, en palabras del papa Francisco.
La Pascua del Enfermo de este año quedará también en el recuerdo por un acontecimiento que ha tocado el corazón de toda la Iglesia: el fallecimiento del papa Francisco, que ha sido descrito por los obispos como quien “ha culminado esa peregrinación de esperanza”. Los prelados han elevado oraciones por su alma, agradeciendo su testimonio de fe y cercanía con los que sufren. Al mismo tiempo, han expresado su gratitud por el nuevo pontífice, el recientemente elegido papa León XIV, haciendo suyas sus primeras palabras: “Que la paz de Cristo entre en los corazones y alcance a todos, que caminemos sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros”.
Los obispos han querido lanzar un mensaje claro en medio de las dificultades actuales, tanto en la Iglesia como en el mundo, recordando que “nuestra esperanza está en Dios, que ha revelado en Jesucristo su voluntad de estar con el hombre y guiarlo hacia su Reino de amor y vida”, tal como afirmó Benedicto XVI en 2010.
En su mensaje, destacan también que el sufrimiento y la enfermedad, aunque duros, pueden transformarse en una oportunidad de encuentro profundo con el Señor. “La enfermedad se convierte entonces en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida”, afirman. Lejos de ser sólo una carga, el dolor —añaden— lleva consigo un misterio de salvación, pues es precisamente en la debilidad donde se experimenta con mayor fuerza el consuelo de Dios.
Para concluir, los obispos han dirigido unas palabras de consuelo y cercanía a los enfermos, “que son un signo de dignidad y esperanza”, encomendándolos a la protección maternal de la Virgen María, consuelo de los afligidos. Un mensaje que resuena con fuerza en este tiempo pascual, recordando que la resurrección de Cristo no es una promesa lejana, sino una fuente viva de esperanza para todos, especialmente para quienes sufren.
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