El Primer Templo Diocesano acoge el Cabildo de Toma de Horas, acto previo a la Semana Santa de Cádiz.
Lo que eran meros documentos oficiales en cuestión de días se convertirán en el perfecto momento barroco. La conjura de incienso, dorado y plata, flores y cera quemada, vehículos todos de una protestación pública de fe. Las cofradías descuentan las horas para pisar las calles de Cádiz entre penitencia y devoción y el tiempo que se viene cada vez es más presente y menos futuro. Rasgo sistomático de ello fue le pasado sábado al mediodía con el Cabildo de Toma de Horas en la Catedral de Cádiz. El acto protocolario en el que hermanos mayores y fiscales recibieron los horarios oficiales con los que harán Estación de Penitencia en la Catedral.
El acto se celebró en la sillería del coro y contó con la presencia del canónigo Rafael Vez, maestro de Ceremonias del Cabildo y que actuó como presidente del acto; Martín José García, presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Antonio Castillo. En sus palabras, los tres resaltaron los rasgos de la Semana Santa que se acerca. Un tiempo que este año tendrá como novedad el Año de la Fe que celebra la Iglesia y en el que los tres quisieron hacer especial hincapié. «Es la hora del recogimiento», recordó Martín. Precisamente por eso, García encomió a «no ser meros espectadores de los cortejos». «Vivir la Semana Santa es unirnos a Cristo en el amor, compartiendo el dolor de su madre», puntualizó el presidente del Consejo de Hermandades.
Esa vocación de protestación pública de fe también estuvo muy presente en las palabras de Vez. Así, el canónigo animó a los cofrades a andar «en la confianza del Señor, como niños al caminar en las manos del Señor». En definitiva, valorar la fe «como el don más preciado». Un sentimiento que, en la Semana Santa llega, como recordó el maestro de ceremonias, a través del oído («al escuchar la Palabra de Dios, la músca o el sonar de las horquillas contra los adoquines»), por los ojos (con lo que ha salido de las gubias de los imagineros, de las manos de los bordadores, floristas, mayordomos o vestidores), el olfato (del olor del incienso, las flores y la cera quemada), el tacto (de las túnicas y el rozar de los pies y manos de las imágenes) y el paladar (a través de Jesús Sacramentado, las roscas, los bocadillos, torrijas o empanadas). Un repaso a las sensaciones realizado por Rafael Vez que puso punto y final al acto.
Pero antes de que llegara ese momento, el concejal Antonio Castillo tomó la palabra para agradecer a las hermandades «el trabajo realizado este año difícil y sobre todo económicamente». Así, el concejal destacó la labor social de las hermandades: «Felicidades por este trabajo silencioso, aunque no por ello menos importante». Igualmente, Castillo quiso dejar claro el apoyo del Ayuntamiento a las hermandades, aportando «no solo dinero, sino también implicación con las cofradías».
Palabras de unos y otros a parte, una de las notas más alegres de la cita las trajo la presencia del hermano mayor de El Perdón, Manuel Garrido. Junto a su hijo Manuel como fiscal, siguió el acto con atención y no sin emocionarse al escuchar las muestras de cariño tanto de Rafael Vez como de Martín José García. Y es que su presencia en el coro de la Catedral suponía la reapración de este querido cofrade, convaleciente por enfermedad. Uno a uno, el resto de hermanos mayores y fiscales se acercaron (antes y después del acto) a saludar a Garrido con palabras cargadas de afecto y amistad.
El Cabildo culminó al filo de las 12.30 horas con la oración que Vez dirigió por que los Cardenales «sepan elegir a un Pastor valiente y fuerte ante las reformas que necesita la Iglesia». Una Iglesia que en cuestión de dos semanas celebrará la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Y Cádiz, con ella, pondrá su grano de arena a esta protestación pública como mejor lo sabe hacer: con devoción y fe.
Jesús A. Cañas