Día Mundial de las Migraciones

Diócesis de Cádiz-Ceuta
Diócesis de Cádiz-Ceutahttps://www.obispadocadizyceuta.es/
La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El próximo domingo 17 de enero la Iglesia celebra la «Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado», conocida entre nosotros como el Día Mundial de las Migraciones. Como cada año, se elige un tema de reflexión. Así, para esta 96ª Jornada, el Papa Benedicto XVI nos invita a abordar la realidad de los menores inmigrantes y refugiados. De esta manera, en España, la Comisión Episcopal ha escogido el lema: “Los emigrantes y refugiados menores de edad. Hoy acogemos, mañana compartimos”. 

Para esta celebración se ha elaborado un cartel que trata de recoger las ideas básicas de la conmemoración: la de migración, la de acoger y la de compartir, tal y como se enuncia en el lema. 

Un edificio en forma de cruz preside el cartel. Este edificio es el de la fe: con puertas y ventanas, sin tejado, luce en cada brazo de la cruz el color distinto de la diversidad de pueblos. Con este extraño edificio se pretende expresar la idea de la Hermandad Universal del ser humano, tal como se proclama en el Evangelio del Nuevo Reino: sin fronteras de raza, sexo, cultural, situación económica, ideología política o religión: la casa universal del amor. 

Esa misma idea se subraya con los grupos humanos que en actitudes de acogida y apoyo se dispersan por el mundo hacia cualquiera de los cuatro puntos cardinales: cada uno siguiendo su camino, el sendero que le marcan sus intereses, sus proyectos personales y su corazón. 

El edificio cruz es lugar de acogida; pero, a la vez, es fuerza e inspiración para ir por todo el mundo siguiendo las llamadas e inspiraciones múltiples del Espíritu que misteriosamente sopla hacia donde quiere y dirige los pies y los destinos de los hombres por desconocidos, pero ciertos, caminos de esperanza. 

Sobre todos estos movimientos de idas y regresos está la otra idea evangélica de compartir. Un pan partido y repartido, como el cuerpo de Cristo, se cierne sobre la humanidad: no es propiedad ni patrimonio de nadie. Se entrega por y para todos, sin exclusiones, sin fronteras. Así ha de ser el compartir: “Hoy acogemos, mañana compartimos”, aunque la acogida ya es una forma profunda de compartir. 

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