En relación la 1ª reunión celebrada para el estudio de los «Lineamenta» del Sínodo 2012.
La respuesta a la convocatoria ha sido muy reducida. Con todo, los que hemos participado hemos salido contentos de la riqueza del diálogo y convencidos de las posibilidades de renovación y de “conversión” que ofrece este documento. Queremos compartir con quienes no pudieron venir o no se sintieron concernidos por la invitación los principales puntos de nuestra reflexión.
Lo que hemos podido leer del documento –nos hemos fijado solo en el prefacio y la introducción- nos parece novedoso por su contenido y por su lenguaje. No estamos acostumbrados a que los documentos vaticanos hablen de esta manera. Se percibe una voluntad de asumir la situación actual de la Iglesia y descubrir las importantes llamadas a la conversión que se nos hacen a partir de ella.
Sentimos como dirigida a cada uno de nosotros la llamada que se hace a que toda la Iglesia, también las parroquia y los grupos de fieles, participen en esta reflexión sobre la nueva evangelización.
Nos parece esencial la afirmación de que el deber de evangelizar es absolutamente central en la Iglesia y que ésta debe dejarse plasmar por la acción del Espíritu y conformarse a Cristo crucificado para poder ser Ecclesia mater capaz de engendrar hijos para el Señor.
Avisa el documento de “la posibilidad de un anuncio frustrado de Cristo, incapaz de dar vida (Lc 24, 21-24). ¿No puede pasarle algo de esto a la Iglesia de hoy?
Una pregunta inquietante, con referencia “a la infecundidad de la evangelización hoy, se refiere a la capacidad o incapacidad de la Iglesia de configurarse como real comunidad, como verdadera fraternidad, como un cuerpo y no como una máquina o una empresa”. Nos parece un punto importante para revisar nuestra realidad y nuestra acción.
Antes de ponerse a evangelizar (la Iglesia actora o sujeto de la proclamación), debe ejercer también el rol reflexivo de la escucha y del discipulado. En cuanto evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. “Además, la Iglesia se reconoce a sí mima como fruto de esa evangelización y no solo como agente, porque está convencida de que la dirección de todo este proceso no está en sus manos, sino en las de Dios, que la guía en la historia a través del Espíritu”. Creemos que se trata de una llamada seria a comenzar la tarea por revisarnos a nosotros mismos. Al encontrarnos inmersos como cristianos en un período de fuertes cambios históricos y culturales, experimentamos, junto a la esperanza, también el miedo y la desconfianza. Se sospecha de la Iglesia, se la critica, y también a los cristianos y al Dios que anunciamos. Son nuevos desafíos que nos interpelan fuertemente. Por eso es útil para la Iglesia dedicar momentos y ocasiones de escucha y de confrontación recíproca para que se mantenga en un alto nivel el discernimiento que es necesario hacer. De esta escucha y debate todos podremos descubrir los caminos que Dios está construyendo, por medio de su Espíritu, para manifestarse y dejarse encontrar por los hombres.
Hemos quedado en volvernos a encontrar de nuevo, para estudiar el capítulo 1, el jueves 2 de junio, a las 13’00 horas, en la parroquia de San José. Tenemos la esperanza de que se amplíe el grupo de diálogo.
Con nuestro saludo fraternal.
Manuel López, Director del Secretariado de Catequesis
Antonio Alcedo, Asesor del Secretariado