En la mañana de hoy la Seo gaditana ha acogido la celebración por el Día de la Iglesia Diocesana, con un eucaristía presidida por Mons. Rafael Zornoza.
En su homilía, el obispo diocesano recordó que «la Iglesia es un misterio de fe que nos conoce. Sigue siendo santa a pesar de nuestros pecados, sigue ofreciendo al mundo la belleza de la fe. Pertenecemos a esta Iglesia, y con todas nuestras limitaciones dejamos el rastro de Cristo en el mundo».
«Comprender la vida de la Iglesia es comprender la vida del Señor, -continuaba Mons. Zornoza- Ella recibe la luz del sol y la proyecta sobre nosotros. Hoy nos pide la Iglesia en España que ahondemos en esta pertenencia, y para eso necesitamos entregarnos como la viuda del evangelio de hoy, y ser generosos con una entrega mayor, de corazón, efectiva y afectiva».
Carta de Mons. Rafael Zornoza por el Día de la Iglesia Diocesana
Queridos amigos:
El Día de la Iglesia Diocesana se celebra con el lema “Somos los que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo”. De este modo, profundizamos en el ser y la misión de la Iglesia, y por tanto de todos los bautizados. Como dice el Concilio Vaticano II, “la Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza”, y a través de ella quiere Dios “llamar a los hombres a la participación de su vida no sólo en particular, excluido cualquier género de conexión mutua, sino constituirlos en pueblo, en el que sus hijos que estaban dispersos se congreguen en unidad (Cf. Jn, 11,52). “(AG, 2).
La evangelización pertenece al ser de la Iglesia, que es misionera o no es: “de hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería sólo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo”. (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2017). Esta misión la lleva a cabo el Pueblo de Dios, pues la misión de evangelizar pertenece a todos los bautizados: laicos, sacerdotes, y consagrados, somos “corresponsables” y protagonistas de la misión; somos fraternidad en misión, llamada a congregar en la unidad, en Cristo, a todo el género humano.
Impulsemos, pues, la corresponsabilidad en los diversos niveles de nuestra Iglesia diocesana. Nuestra diócesis tiene afortunadamente mucha vitalidad eclesial, hay abundante participación en la vida de las parroquias, muchos fieles laicos activos, asociaciones, cofradías, seminarios donde se forma un buen grupo de aspirantes al sacerdocio; se acoge a los pobres, a los emigrantes, a los sin techo, se atiende a los reclusos, a las mujeres en exclusión… es una diócesis misionera. Sacerdotes, consagrados y laicos son corresponsables.
Hemos de preguntarnos: ¿Cómo puedo ayudar a ser Iglesia, fraternidad en misión? Tu tiempo, tus cualidades, tu apoyo económico y tu oración son los primeros caminos. Cuando miramos nuestra Iglesia Diocesana, nuestras parroquias y comunidades, vemos con afecto el bien que nos hacen. Colaboremos para seguir viviendo la experiencia cristiana, que crezca nuestra fe, y que mantengamos vivo el mandato misionero de Jesús: “Id al mundo entero”.
Vivir la misión en estos tiempos complejos y difíciles nos exige mayor unión y colaboración entre nosotros, caridad fraterna y solidaridad apostólica. Seamos corresponsables de la labor de la Iglesia y de su sostenimiento. Que no falte tu ayuda para cultivar la caridad con los demás, viviendo con coherencia evangélica, en un ambiente de amor, de amistad, de confraternidad, de comunicación. Juntos vivimos la Iglesia diocesana, que es comunidad, parroquias vivas, comprometidas, apasionadas por Jesucristo y entregadas a los demás.
Esta fraternidad misionera es una esperanza para el mundo, llamado a la unidad que tanto ansía. Vivimos en la paradoja de una aparente interconexión global que no oculta síntomas de todo lo contrario. “Las relaciones digitales, que eximen del laborioso cultivo de una amistad, de una reciprocidad estable, e incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia de sociabilidad. No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificar el mismo individualismo que se expresa en la xenofobia y en el desprecio de los débiles.” (Fratelli Tutti, 43).
Demos hoy la respuesta que exige este momento histórico para fortalecer nuestra fe, nuestras instituciones, y nuestra comunicación cristiana de bienes con la que podemos curar tantas heridas y mostrar la caridad que nos define como discípulos del Señor. La iglesia es portadora de esperanza. El Evangelio es Buena Noticia y nos corresponde hacerlo presente con coherencia, audacia y creatividad hoy. El momento presente demanda de nosotros dar razón de nuestra esperanza y mostrar una caridad sin fisuras. El mejor argumentario es siempre el amor cristiano.
+Rafael Zornoza Boy
Obispo de Cádiz y Ceuta