La Catedral de Cádiz ha acogido, este viernes 10 de enero, la ceremonia de clausura del centenario de la muerte de Santa Rafaela María, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón. La celebración, presidida por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, reunió a una multitud de fieles, religiosas, profesores, alumnos y exalumnos del Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, así como a sus familias, en un ambiente de profunda espiritualidad y gratitud.
La ceremonia se llevó a cabo en un templo completamente lleno, donde la comunidad se unió para recordar y honrar la vida y legado de Santa Rafaela María, quien falleció el 6 de enero de 1925. En su homilía, Mons. Zornoza dirigió un mensaje especial a los más pequeños, resaltando la labor de evangelización que la santa realizó a lo largo de su vida y su inquebrantable amor por Cristo. “Santa Rafaela María nos enseñó que el amor y la dedicación a los demás son el verdadero camino hacia Dios”, afirmó el obispo.
El centenario ha sido un año de celebración para la Congregación, que ha organizado diversas actividades en distintas ciudades donde están presentes, incluyendo Eucaristías de Apertura y eventos como conciertos, asambleas y peregrinaciones. Estas iniciativas han permitido a la comunidad profundizar en la vida de Santa Rafaela María y compartir el legado que ha seguido dando frutos a lo largo de un siglo.
El lema del centenario, Y sigues dando fruto, refleja la continuidad de la misión y obras apostólicas que la fundadora dejó como herencia. Las hermanas de la congregación expresaron su agradecimiento por estos cien años de vida de un árbol que ha crecido en todas las direcciones, convirtiendo el corazón de las Esclavas y de la Familia ACI en un corazón universal. Durante este año, las hermanas han manifestado que “este árbol está enraizado en la humildad, la reconciliación y la reparación, siempre centrado en Jesús Eucaristía”.
La clausura del centenario no solo marca el final de un año de conmemoraciones, sino que también invita a la comunidad a seguir cultivando los valores y enseñanzas de Santa Rafaela María, asegurando que su legado continúe floreciendo en las generaciones venideras. La ceremonia fue un recordatorio conmovedor de la importancia de la fe, la comunidad y el amor en la vida cotidiana, dejando una huella imborrable en los corazones de todos los presentes.
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