Rubén Arnal, colaborador de Manos Unidas en la Archidiócesis de Valencia, ha visitado en 5 años 145 países. Hoy, 29 de marzo, inicia desde Cádiz el Camino de Santiago para dar visibilidad a la campaña de lucha contra el hambre en el mundo de esta ONGD católica.
De empleado de banca a mochilero por el mundo. Esa es la historia de Rubén Arnal, un joven valenciano que, gracias a una experiencia de voluntariado en un hogar de niños en Perú en el año 2009, decide cambiar radicalmente su modelo de vida. «Esta experiencia me marcó y debido a la crisis financiera y a la restructuración de la banca con la indemnización del ERE de mi empresa decido recorrer el mundo».
Por el momento 145 países en 5 años, pero su objetivo es llegar a los 180 en dos años. Sin ningún sponsor, se autofinancia con sus ahorros esta aventura, sirviéndose de la buena voluntad de las personas que lo acogen en sus casas, haciendo autostop y sin grandes lujos. «Voy con mi mochila, mi tienda de campaña e intento vivir de la misma manera que las personas pobres de los lugares que visito».
Rubén asegura que cuando está en España le gusta hacer el camino de Santiago, siempre utilizando una ruta distinta. «Este es el cuarto camino que hago. Ya hice el camino francés en 2012, salí desde Irún en 2015, desde Oviedo en 2016 y ahora toca desde Cádiz siguiendo la vía augusta hasta Sevilla, Ruta de la Plata, Sanabrés, hasta llegar a Santiago, aproximadamente a finales de mayo».
Gracias a que su padre es voluntario de Manos Unidas en Valencia y a su reciente colaboración con la ONGD, ha decidido aprovechar este viaje para ir visitando las nueve delegaciones de Manos Unidas que se va a ir encontrando por el camino y dar mayor visibilidad a la Campaña de Lucha contra el Hambre El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida.
Por sus experiencias de viajes reconoce que la necesidad de alimentos es más palpable en el ámbito rural. «Factores medioambientales en determinados lugares del mundo afectan directamente a los recursos. Por ejemplo, la escasez de lluvia en zonas concretas de países del tercer mundo hacen que se pierdan cosechas enteras y que no se tenga acceso a otras alternativas para la alimentación».
Motivos como este hacen que adquieran tanta importancia los distintos proyectos de capacitación que Manos Unidas realiza en la actualidad, y de concienciación sobre el respeto del medioambiente.
«Aparte del desperdicio que se hace en el primer mundo (mil trescientos millones de toneladas de comida al año acaban en la basura), es importante enseñar, a estas poblaciones del tercer mundo, formas de cultivar y preservar las cosechas».