Síntesis final de la fase diocesana del Sínodo

Diócesis de Asidonia-Jerez
Diócesis de Asidonia-Jerezhttps://wp.diocesisdejerez.org/
La diócesis de Asidonia-Jerez, conocida también simplemente por diócesis de Jerez, ​ es una jurisdicción de la Iglesia católica de España que comprende el norte de la provincia de Cádiz, tomando como límite y frontera natural el curso del río Guadalete.

Introducción

Iniciamos esta etapa diocesana del Sínodo el 17 de octubre con una celebración eucarística en la Santa Iglesia Catedral presidida por el Sr. Obispo. Se recibía por parte de los fieles diocesanos este camino de sinodalidad como una invitación del Santo Padre a buscar caminos nuevos en un cambio de época. Un camino por construir entre todos: laicos, consagrados, clérigos, incluso los alejados de la Iglesia. Reconocemos que este “caminar juntos” no es fácil, porello pensamos que es fundamental dejarnos guiar por el Espíritu Santo.

Este camino de sinodalidad no ha estado exento de las dificultades propias de una etapa marcada por la pandemia dela Covid-19. Esto ha supuesto un hándicap añadido porque muchos de los grupos parroquiales y los diversos movimientos y asociaciones no estaban a pleno rendimiento debido a la dificultad de reuniones presenciales. Además, muchas de las diversas realidades diocesanas han visto esta tarea como un esfuerzo añadido a su actividad pastoral cotidiana.

Entre las sorpresas destacables:

  • Algunos grupos han encontrado en este trabajo un cauce para reiniciar las tareas pastorales tras un periodo deinactividad por la pandemia.
  • Los fieles cristianos agradecen mucho que se cuente con ellos en este Sínodo y a su vez que se cuente más con ellos en la vida cotidiana de la Iglesia, aunque muchas veces no sepan cómo actuar y vean la necesidad de unamayor formación cristiana permanente.
  • Ha servido para conocer más a la Iglesia por dentro y descubrir su riqueza, muchas veces desconocida incluso por los más cercanos.

Cuerpo de la síntesis

Las respuestas son como es natural, muy heterogéneas tanto en la extensión como en el modo de desarrollarlas y los temas que se incluyen. En cualquier caso, las respuestas pueden agruparse en varios bloques en razón de quienes las envían: de las distintas delegaciones pastorales diocesanas; de las parroquias y arciprestazgos; de hermandades, movimientos, asociaciones, etc.; de colegios religiosos; de comunidades religiosas, sobre todo femeninas contemplativas.

En general no se ha respondido a cada una de las preguntas en detalle sino, como se indicaba en el vademécum, laspreguntas han ayudado a enfocar bien el tema y presentar los distintos campos de reflexión.

I.  Los compañeros de viaje

¿Quiénes caminamos juntos? La respuesta mayoritaria es: los bautizados.

El Bautismo une a los cristianos y nos hace a todos partícipes de una misma vida, seamos laicos, consagrados u ordenados.

Una vida cristiana que es rica y de la que participamos especialmente en las celebraciones. Las celebraciones son un momento de unión y convivencia de los cristianos. Pero además se manifiesta en las diversas actividades pastorales de la parroquia y de los diversos movimientos, comunidades y asociaciones.

Un caminar juntos en la “pluralidad de dones, carismas y ministerios”, que muchas veces crea divisiones y discrepancias, pero que debe ser un motivo de riqueza y pluralidad en la Iglesia.

Para caminar juntos es necesario tener claro el camino; de ahí la importancia de los pastores y de una buenaformación en lo fundamental de la fe.

En este campo hacer mención a la labor mayoritaria de la mujer en la pastoral de la Iglesia, una labor no siempre reconocida.

Se ha de valorar el trabajo de muchos cristianos en asociaciones, ONG y organismos sociales en unión con otras personas no necesariamente creyentes.

Y una mención especial a la vida contemplativa que siempre está presente desde la oración y su entrega en la vida dela Iglesia.

Sin embargo, son muchas las personas que no caminan con nosotros, la mayoría se definen como “católicos no practicantes”. Hay muchos que lo son por propia voluntad, no desean un compromiso mayor de fe. Otros lo son por el mal ejemplo que reciben de los propios cristianos. Y otros por no encontrar respuestas a situaciones nuevas que surgen en la vida.

Muchas de estas personas no están en la Iglesia, pero tampoco se alejan de ella, sintiendo su influjo y apoyo cuando lo necesitan. De ahí la importancia de la acogida a los alejados; muchos vuelven si se les atiende bien y se está atento a sus necesidades (catequesis de los hijos, enfermos, oración por los difuntos, ayudas materiales, escucha en momentos complicados de la vida, etc.).

En este campo hay que valorar el esfuerzo de la enseñanza religiosa, pastoral juvenil, movimientos, los scouts, lashermandades y pastoral universitaria en su dedicación al mundo de los jóvenes.

Por último, hay personas que se sienten al margen de la Iglesia. Los cambios rápidos y constantes de la sociedad traen nuevos problemas que no siempre encuentran una respuesta clara y rápida en la Iglesia: los más pobres, emigrantes,ideología de género, problemas matrimoniales, etc.

Es importante que la Iglesia como madre salga a su encuentro respondiendo a sus situaciones, abriendo caminos desde la verdad y el amor. Esto supone una mayor importancia a la Formación Permanente de los cristianos, que puedan y sepan dar respuestas a problemas nuevos, así como una mayor cercanía y conocimiento de las nuevas realidades.

En este punto, un reconocimiento y valoración a la Pastoral Penitenciaria, que hace un gran esfuerzo por acercar laIglesia al mundo de la cárcel.

II.    Escuchar

La opinión general es que existe una falta de participación y de escucha de los laicos en la Iglesia, tanto dentro de ella como hacia fuera. Necesitamos una verdadera conversión colectiva hacia la escucha, “la pastoral de la escucha”. Falta un diálogo sencillo, creatividad e integración en las parroquias.

Los fieles laicos al igual que todos los miembros de la Iglesia son sarmientos radicados en Cristo, la vid verdadera, convertidos por Él en una realidad viva y vivificante. Pero, a veces no participan en decisiones importantes: no son escuchados suficientemente en la elección de obispos, vicarios y párrocos y muchas veces tampoco se les da cuenta de la gestión.

Sin duda alguna, nuestra Iglesia ha evolucionado muchísimo en los últimos años hacia una mejor escucha de losproblemas e inquietudes de sus hijos, pero, posiblemente, no lo suficiente. La sociedad en general camina muy rápidamente y son muchas las voces que claman mayor evolución hacia aspectos más acordes a los tiempos que corren, como son los de una mayor participación de la mujer

–que por supuesto tiene mucha más voz ahora que en tiempos pretéritos, no obstante, muchas, estiman que aún no lasuficiente– en puestos de responsabilidad y un mejor cuidado de los niños y jóvenes.

Apuntamos la dificultad para hablar o dialogar con los que viven lejos de la Iglesia, así como los de otras creencias, comunidades o religiones. Especialmente se destaca la dificultad de diálogo con los están viviendo de manera irregular(divorciados vueltos a casar, parejas conviviendo juntos antes de casarse, etc.) y con la ideología de género,especialmente con referencia al tema de la homosexualidad.

Los consagrados participan de múltiples maneras en la vida ordinaria de la Iglesia. La vida contemplativa rezandopor ella. La vida activa en la vivencia cotidiana de su carisma en los diferentes ámbitos (caritativo, sanitario, educativo,parroquial, etc.). Se valora especialmente la contribución de la vida religiosa cercana a las parroquias. Finalmente, los más marginados de la sociedad (pobres, presos, personas con problemas de adiciones, etc.) normalmenteencuentran graves dificultades para ser escuchados. Es verdad que la Iglesia, sobre todo a través de Cáritas y sus otras instituciones caritativas, los atiende e intenta paliar sus necesidades materiales, pero no tienen voz y en muchas ocasiones no son considerados como un tesoro valioso dentro de la Iglesia.

Uno de los medios ordinarios mediante el cual se da cabida a la escucha de los laicos son los consejos parroquiales de pastoral. Aunque esto no basta, puesto que muchas veces los fieles de la parroquia no se sienten representados por los miembros que los componen, ni se les consulta previamente a las reuniones, o no se sienten escuchados suficientemente por el párroco. Además, en ellos, normalmente, hay muy poca participación de los jóvenes.

Por último, hay que destacar la opinión común de que el clericalismo es lo que más dificulta la capacidad de escucha en la Iglesia.

III.      Tomar la palabra

En el ámbito de la comunicación queda camino por recorrer, pero se dan pasos para realizarlo desde la libertad, sin dobleces. Se necesita potenciarla (consejos de pastoral, coordinadora de catequesis, asambleas, grupos de trabajo, capítulos, reuniones comunitarias, cabildos, etc.) y crear espacios donde se expresen los diferentes ámbitos de lacomunidad cristiana de manera fluida, desde una libertad verdadera y no condicionada. Es importante incrementar elsentido crítico y saber acoger la confrontación sin buscar lo políticamente correcto con el objetivo de evitar los conflictos con quienes ostentan la autoridad. Es necesaria en la comunidad cristiana la valentía para expresar y superar miedos, condicionamientos o prejuicios, dejándonos guiar por el Espíritu Santo para que todos aportemos nuestras experiencias y seamos uno e iguales, aunque con diferentes misiones.

Debe existir un compromiso de corresponsabilidad en la comunicación, estar presentes allí donde no siempre la Iglesia es acogida y hablar abiertamente y con claridad sobre nuestros principios y creencias. La comunicación que ofrece la Iglesia debe ser verbal o no verbal pero fundamentada en el Amor de Dios. La comunicación será creíble si se realiza desde la sinceridad, autenticidad siendo consecuente con lo que somos y no ofreciendo mensajes confusos.

En una sociedad cada vez más laicista, existen ciertas barreras para la comunicación y prejuicios por noticias que enturbian el mensaje del evangelio además de ser temas que no interesan a la mayoría de la sociedad, pero se constatan que se van dando pasos para hacernos visibles en los medios de comunicación. La Iglesia católica tiene medios para comunicarse con católicos y no católicos, pero se deben actualizar y renovar en sus formas para no mostrar una realidad obsoleta de la vida de la Iglesia.

La vida de la Iglesia diocesana se va haciendo más presente en los medios de comunicación, pero se ve necesario promover las redes sociales en el ámbito católico desde lo más concreto como es lo parroquial a toda la realidad diocesana, mostrando la vida interna donde se permita la diversidad de opiniones, la confrontación y la transparencia dela información, aunque surgen resistencias. Debemos potenciar una comunicación asertiva donde nos pongamos en el lugar del otro, favoreciendo la acogida, la escucha y el respeto.

Creemos que es muy importante cuidar el lenguaje que utilizamos, el cual debe ser sencillo, cercano y entendible portodos, así como la oratoria de quien toma la palabra en nombre de la Iglesia que en más de una ocasión tendrá que ser desde el testimonio vivo de laicos o consagrados, comprometidos desde el mensaje de Jesús a los problemas de la vida real del hombre del siglo XXI. Existe una llamada urgente a estar atentos y abiertos a la opinión de los marginados, de los excluidos porque somos enviados a las periferias para ser su voz.

IV.   Celebrar

La oración es unión con Dios, y cuando estamos en comunión con Dios somos capaces de estar en comunión con otras personas. Es necesario generar espacios de oración y de encuentro más allá de las eucaristías dominicales. Nos ayudaría cultivar la vida interior, estamos más acostumbrados a escuchar, consumir la celebración y marcharnos.

Sería de gran utilidad la creación de grupos dedicados a orar por las necesidades de los que lo piden, la iglesia abierta todo el día y la Adoración al Santísimo.

La lectura de la Palabra de Dios nos ayuda a crecer en discernimiento, seguimiento y compromiso. Es la liturgia y la oración lo que nos sostiene y nos ayuda en la cotidianeidad a vivir en fraternidad y a ver los acontecimientos desde la fe.

Cuando realmente se cree, se espera y se ama nace un deseo profundo que mueve el corazón hacia la celebración.

Hay que promover una participación activa en nuestras celebraciones, darles un carácter más familiar y dinámico, que sea atractivo para todos, incluidos los niños, los adolescentes y también los alejados. Se han de usar recursospedagógicos y tecnológicos. Se hace necesario implicar a los fieles en la organización de las misas y ceremonias, los cantos, las lecturas, ser más creativos para que la asamblea cristiana no quede como mera espectadora. Es interesante que cada grupo comunique o comparta con el resto de la comunidad parroquial lo que son y lo que hacen, abrir espacios para compartir y que los fieles puedan aportar lo que les dice la Palabra, pedir, ofrecer y dar gracias, de forma espontánea.

Parecen claras las ventajas que reportaría una profundización en los ministerios laicales y en los grupos participativos específicos: grupos de liturgia, grupos de canto, etc. Es muy importante que el pueblo de Dios tenga alguna formación bíblica, litúrgica y sacramental, es necesaria una catequesis litúrgica para que comprendan las accionesy símbolos. Así mismo es cuestión fundamental el facilitar la participación de la mujer en todos los espacios litúrgicos. Las homilías de los sacerdotes deberían estar mejor preparadas y en consonancia con la vida real y el evangelio que se ha proclamado, deberían ser acogedoras, cercanas y cortas, con un sacerdote más cercano al pueblo.

V.    Corresponsables en la misión

Se insiste por parte de muchos de la importancia dada a la parroquia como el lugar propio para vivir la sinodalidaden la Iglesia más cercana, la Iglesia local. La parroquia sea en los pueblos, a veces como aglutinadora de toda la población como en los barrios, permite la presencia y la participación de todos de una manera sencilla y cotidiana. Después de estos años de anormalidad, se insiste en la importancia de recuperar toda la actividad parroquial y aprovechar este momento de toda la Iglesia para profundizar en la colaboración y corresponsabilidad de todos, tanto individual comocomunitariamente.

Se señala por parte de algunos la importancia del párroco en su función de aglutinador de la comunidad parroquial y pieza indispensable que conecta a la propia parroquia con la vida diocesana y la Iglesia universal. Se solicita una mayor relación entre parroquias y especialmente a nivel arciprestal ya que esto permite abordar tareas de mayor alcance como misiones o campañas de carácter diocesano o universal. En este sentido se reclama un papel más activo y eficaz por parte de los arciprestazgos aprovechando este tiempo de cierto impasse para potenciarlos tanto en lo que se refiere a lasreuniones de párrocos como las de los consejos pastorales, posibilitando así la colaboración de los laicos y realidades parroquiales en la misión.

Muchos insisten, en relación con la misión en tres aspectos fundamentales para que ésta sea eficaz y que tienen relación directa con la sinodalidad:

  1. La importancia de la formación no sólo para quienes tienen la misión de iniciar a otros en la fe como es el caso dela catequesis, sino también de forma lo más amplia posible.
  2. La centralidad del testimonio cristiano que si no se corresponde con la fe proclamada de palabra no sólo lo hace estéril sino contradictorio.
  3. La insistencia en la vida de oración, como “alma de todo apostolado”, en un mundo tan materialista donde cuesta tanto trascender y desligarse de la mundanización

Un aspecto en el que muchos han insistido, tanto parroquias como delegaciones y movimientos especializados es en la importancia del servicio como rasgo de identidad de cada cristiano y de la Iglesia en general. Este criterio setraduciría en una serie de actitudes y formas de acción concretas:

  1. La superación de toda forma de clericalismo como advierte frecuentemente el papa, superando así la visión de quelas tareas parroquiales son algo que competen exclusivamente al párroco y en un sentido más amplio a los consagrados.
  2. La importancia de la acogida en las parroquias hacia aquellos que vienen a solicitar algún servicio, aunque este sea temporal. La amabilidad, la escucha, la educación, el respeto y la solidaridad son actitudes evangélicas que son, en sí mismas el primer modo de evangelizar.
  3. La importancia que ha darse a la tarea social y caritativa de la Iglesia.

Dentro de la misión de la Iglesia en la sociedad, algunos llamaban a atención de la ausencia o al menos la presenciaescasísima de la Iglesia en campos como los de la cultura, la economía, la política, etc. La cuestión seguramente no es que no haya cristianos en estos campos sino en que su presencia es meramente a título profesionales e individual.

Un campo en el que se ha reclamado la atención e invitado a la colaboración de toda la Iglesia es el de la familia. Atacada por tantos frentes y con tantos desafíos, se pide que se provea de formación para los padres, que se fomenten los distintos modos de movimientos matrimoniales y familiares. Asimismo, por parte de los colegios religiosos se reclama la implicación de los padres en la tarea educativa de sus hijos en colaboración con los centros educativos de la Iglesia.

Por parte de los religiosos, aunque también de algunos movimientos eclesiales se insiste en la importancia de la fidelidad al carisma propio recibido, no sólo para el bien de los miembros, sino de toda la Iglesia.

Hay además una insistencia grande en la atención a los jóvenes que viven más de cerca el impacto de las mentalidadesde este mundo. Se propone el acompañamiento personalizado, dejándoles espacio para expresarse y también hacerlo en la vida sacramental y de oración especialmente comunitaria.

VI.Dialogar en la Iglesia y en la sociedad

El diálogo es para los cristianos una tarea permanente si queremos cumplir con el mandato de la unidad “para que el mundo crea”. Por ello es siempre una asignatura pendiente en la Iglesia.

Uno de los inconvenientes para el diálogo es la apatía, no querer complicarse la vida, y el individualismo con el que vivimos nuestra fe.

Sin embargo, dentro de la vida de la Iglesia sí se dan momentos para el diálogo y la escucha. Es de valorar el diálogo que se da en los diversos grupos, comunidades y asociaciones eclesiales; un diálogo y una escucha con confianza y sinceridad, conscientes del respeto a sus opiniones. Muchas veces el problema no está en la falta de lugares de escucha sino en el ritmo frenético de nuestra vida que no permite dedicar un tiempo al diálogo sereno.

Dentro de las parroquias, aunque se da una convivencia pacífica, se dan grupos y movimientos encerrados en sí mismos. Es necesario un mayor conocimiento de las diversas realidades eclesiales, conocerse para quererse. En este tema, valorar la preocupación de la delegación de Apostolado Seglar por el “conocerse para quererse”.

Al servicio del diálogo y escucha en la parroquia se valora mayoritariamente la importancia del Consejo Pastoral parroquial. Es el cauce más importante de escucha y diálogo. Algunos grupos se relacionan con otros grupos a través delas coordinadoras y asambleas parroquiales. Es importante la tarea del pastor, tanto para la escucha de todos como para servir de unidad dentro de la comunidad.En este deseo de escucha y diálogo con los alejados hay que valorar hoy las reuniones con los padres de niños de catequesis, con los padres de Bautismo, con los padrinos, con los novios, etc. Importancia de la acogida. También es importante la valentía para no tener miedo de hablar de Dios y temas religiosos en ambientes no religiosos; puede ser motivo de diálogo y aclaración para muchos. Valorar en estecampo la labor de las hermandades y la religiosidad popular.

Otro lugar de diálogo y escucha es el arciprestazgo. Se constata que hay parroquias que se encierran en sí mismas. El arciprestazgo debe ser un lugar importante de diálogo y colaboración.

Las religiosas de clausura viven este diálogo hacia dentro de acuerdo con sus Estatutos y con una gran confianza en la “madre” y en su comunidad. Aunque son de clausura, siempre están abiertas y atentas a la vida de la Iglesia y de lasociedad. La Pastoral penitenciaria reclama que se siga valorando su presencia en la cárcel en actitud de escucha y acompañamiento de los presos y funcionarios.

Con respecto al diálogo de los cristianos a nivel supraparroquial, local e intereclesial, se confía a la pastoral diocesana, el obispado y el propio Obispo. Dentro de la diócesis, además de los diversos Consejos diocesanos, sevaloran las Asambleas de las delegaciones, las diversas Jornadas, etc., como lugar de encuentro y reflexión común.

Para el diálogo con otras realidades sociales es importante una mayor participación de personas creyentes en las diversas organizaciones sociales. Debemos valorar el apoyo y acogida que las parroquias y otras instituciones eclesiales dan a grupos no confesionales, pero que ejercen un bien social.

VII. Con las otras confesiones cristianas

Parece claro que, ante la diversidad cultural y religiosa, la globalización y la creciente inmigración, se hace cada vez más necesario un diálogo ecuménico con otras confesiones cristianas y un diálogo interreligioso con otras religiones,superando enfoques del pasado y rehuyendo de la intolerancia y el sectarismo. Aunque partimos del hecho que no hemossido educados ni formados para el conocimiento y la convivencia con otras confesiones cristianas.

Existe además una necesidad de formación religiosa entre los católicos. Esta formación nos permitiría tener la posibilidad de respetar a cualquier creencia religiosa, y afrontar el diálogo desde la firmeza en nuestras creencias yconvicciones.

Es opinión común que en nuestra Iglesia local hay poca relación con otras confesiones cristianas. Incluso, en muchas ocasiones, las comunidades parroquiales no conocen que en su entorno existan otras comunidades cristianas. La pocarelación existente se circunscribe a estos ámbitos:

  • La oración por la unidad de los cristianos, especialmente durante el Octavario en torno a la conversión de san Pablo.
  • Peregrinaciones de jóvenes de nuestra diócesis al monasterio ecuménico de Taizè. Allí los jóvenes comparten durante unos días la fe con otros jóvenes de otras confesiones cristianas. Aunque más que conocer los distintosaspectos doctrinales de las distintas confesiones cristianas, lo que hacen es, sobre todo, rezar juntos.
  • Asistencia caritativa desde las distintas instituciones de la Iglesia, especialmente Cáritas, a los necesitados de otrasconfesiones cristianas o de otras religiones. Se debe señalar que no importa absolutamente nada cuál sea la religión o confesión religiosa del necesitado para que la Iglesia lo asista y atienda.
  • Hay que señalar que, excepcionalmente, por la guerra de Ucrania se han producido más contactos con sacerdotes ortodoxos para la recogida de ayudas.

VIII.Autoridad y participación

En la diócesis, la autoridad es ejercida desde la estructura jerárquica: Obispo, Consejo de gobierno, Consejo presbiteral, Consejo Pastoral Diocesano, Consejo Arciprestal y Consejo Pastoral Parroquial. Según las aportaciones recibidas,podemos decir que la autoridad dentro de nuestra Iglesia particular se ejerce desde la cercanía, la caridad, la mirada de fe y el diálogo que se percibe desde la cabeza visible de la Iglesia, partiendo desde nuestro Obispo y los párrocoshasta la feligresía de las parroquias. Todos obedecemos y estamos bajo la autoridad de otros, pero se busca, no desde el temor o la imposición sino desde la libertad, la corresponsabilidad de todos buscando un mismo fin. Cada uno debe saber cuál es la misión que Dios le ha encomendado, cuál es la responsabilidad que tiene y cómo se interrelaciona con los demás y con las demás funciones ya que cada aportación es necesaria e imprescindible para el conjunto. Es fundamental la escucha de todos, porque todos son igual de importantes, sin ningún tipo de interferencia.

El trabajo del Sínodo nos ha llevado a tomar conciencia de la realidad de nuestra Iglesia diocesana donde se descubre que se dan pasos para fomentar la apertura, la participación y la escucha de lo que el pueblo de Dios está pidiendo sin que todo quede en un mero trámite y para trabajar en equipos según los diferentes ámbitos donde está presente la Iglesia, siendo necesario fortalecer y hacer uso de este modo de trabajo.

Una modalidad de trabajo son los consejos de pastoral, que se deben potenciar ya que son instrumento departicipación de todas las realidades presentes en las parroquias, pero se constata que, en ciertos casos, depende del presbítero que esté al frente y de las funciones que se otorguen a los laicos. Es conveniente potenciar consejos de pastoral donde se planifica, se toman decisiones y entre todos se lleven adelante las actividades. De este modo, serávisible y real la participación y corresponsabilidad del laico.

El párroco es la cabeza, apoyado en los diversos grupos de la Parroquia, representados en el Consejo de Pastoral a los que va delegando actuaciones entre los fieles. El párroco es quien puede llevar la iniciativa para reunirse con los distintos grupos parroquiales (Catequesis, Cáritas, grupo de comunidades, etc.). El Obispo ejerce su autoridad desde la escucha del parecer de su equipo de gobierno y de las distintas organizaciones diocesanas, ambos posibilitan laparticipación y la corresponsabilidad en la misión de la Iglesia, aunque sea él quien deba tener la última palabra.

Una cualidad que es importante potenciar es el liderazgo con estilo participativo y que favorezca el discernimiento desde la madurez, la coherencia y el pensamiento crítico. La autoridad, en todo momento, se debe entender desde unespíritu de servicio y no desde el poder, un salir de nuestra zona de confort buscando el bien de todos y donde todossomos escuchados y acogidos. Es imprescindible, al ejercer la autoridad, tener siempre presente el ejemplo que nos ofrece el mismo Jesús en su modo de actuar con autoridad y humildad.

En algunos sectores, se expresa la necesidad de reforzar la unión y el trabajo en equipo entre la vida consagrada y los sacerdotes en todo lo que respecta a la pastoral vocacional.

La implicación de los laicos en la vida de la Iglesia y la importancia de su presencia-misión en ocasiones depende de las funciones que le asignan los mismos párrocos. Existe un sentimiento de falta de participación, pero también es debido a la falta de corresponsabilidad laical o al excesivo clericalismo que se puede dar. A veces se percibe una inquietud por parte de los laicos para asumir responsabilidades. Se constata que es importante recuperar y promover los diferentes ministerios laicales como forma de potenciar los diversos carismas, servicios y compromisos en la Comunidad Parroquial.

De igual modo, debemos hacer partícipes en la comunidad parroquial a niños y jóvenes, crearles sus espacios y aprovechar los recursos humanos y digitales que están en relación directa con ellos: profesorado, centros religiosos, redes sociales, etc., los cuales son puentes entre los jóvenes y la Iglesia.

IX.      Discernir y decidir

En cada realidad dentro de la Iglesia existen distintos instrumentos (asambleas, consejos pastorales de parroquias, cabildos, vocalías, kraales, etc.). Se toman decisiones conjuntamente, se delibera, se hacen propuestas, se discute y se ayuda a discernir.

En las parroquias, el órgano para la toma de decisiones es el Consejo Pastoral, compuesto por personas de distintosgrupos parroquiales, donde se delibera y se sacan conclusiones para ponerlas en práctica haciendo partícipes a todos losmiembros de la parroquia. En muchos casos se tiene el sentimiento de que dejamos solos a los sacerdotes a la hora de tomar decisiones o de que no les apoyamos convenientemente.

Participar en las decisiones de la comunidad parroquial fomenta el sentimiento de pertenencia, aunque no se promueve que participen los jóvenes, que a veces se sienten criticados y con miedo a dar su opinión, piensan que haymiedo a los cambios y las cosas nuevas. Hay que contar con pluralidad de voces y de visiones (incluir a divorciados, homosexuales, etc.). Hay necesidad de un método de consulta. Se tiene poca formación en lo que se refiere a los medios de participación en la toma de decisión parroquial y diocesana.

Se lleva a cabo un diálogo organizado en grupo, diálogo individual con personas determinadas para recabarinformación antes de decidir, la puesta en común acerca de algún tema. Como metodología eficaz se sigue este procedimiento: ¿Qué hemos conseguido? ¿En qué se necesita mejorar? ¿Qué puntos hay que potenciar? ¿Cómo llevarlo a cabo? ¿Quién o quiénes se comprometen a trabajar en ello?

En los órganos más altos de decisión hay discernimiento, pero conforme descendemos es más pobre y a menudo selimita a obedecer las indicaciones que llegan de arriba.

La tónica general es la de buscar el bien común, teniendo claro que una vez que todos participamos y proponemos nuestras ideas, corresponde al Obispo o al párroco discernir finalmente el camino a seguir en comunión con la Iglesia.

Primero debemos darle voz a todos y una voz con responsabilidad y decisión. A esto debemos añadirle el diálogo y la oración. La clave en la toma de decisiones está en la escucha de los demás y sobre todo del Espíritu, que debe ser la fase previa a todo proceso de discernimiento. Desde la empatía, sabiendo escuchar al que se tiene al lado, dándole oportunidad para que pueda hablar sinceramente. Se necesitan espacios que ayuden a “parar” y que faciliten la escucha del Espíritu Santo. Se discierne y se piensa con el Espíritu, por eso quizás haya cuestiones de largo recorrido, pero hay quetener en cuenta que en algunos casos hay que actuar y decidir rápido por el bien de las almas.

El procedimiento seguido en la toma de decisiones debe ser transparente. Se promueve la transparencia yresponsabilidad compartiendo las actas de las reuniones. Se aprecia un clamor por un retorno a la sencillez evangélica de las decisiones.

X. Formarse en la sinodalidad

Se señala en general que, aunque el tema de la formación especialmente de los laicos tal como se pedía por parte del Vaticano II, se han hecho esfuerzos pero que se hace de forma fragmentaria e irregular. Además, no en todos los lugaresy personas se descubre esa necesidad de la formación.

La formación según recuerdan algunos ha de ser progresiva y adaptada a los ritmos y circunstancias de cada uno. Ahí se cumple verdaderamente el sentido del “caminar juntos” sin que nadie se quede atrás. Es importante evitar uncristianismo de élite donde sólo quienes tienen un bagaje intelectual o medios para adquirirlos tenga acceso a la formación. La progresividad y la adaptación permite que pueda encajar cada uno según sus posibilidades.

Se recuerda asimismo que quizá estamos poco acostumbrados todavía a una formación interactiva y desde el diálogo. Se entiende la formación normalmente en el modo magistral y tradicional a través de conferencias o cursos donde se asiste y aprende. No sólo y no siempre debe ser así y a veces se pueden crear grupos de formación en parroquias,colegios, etc. donde en grupos pequeños y participativos se puede aprovechar mejor los recursos y avanzar desde elinterés común por conocer.

Se distingue, asimismo, entre la formación inicial y la formación continua. En todas las actividades que se acometen se ha de dar una formación inicial (catequesis, profesores de religión, noviciados religiosos, seminarios) según el modo y características de la vocación a la que se es llamado. Pero esta formación ha de ser actualizada y adaptada a las circunstancias del mundo y el ambiente social en que vivimos. En este sentido, la formación, tal como se advierte en las respuestas recibidas, manteniendo la fidelidad a la que se comunica, cada vez tiene más en cuenta la participación de quien la recibe no comoun sujeto pasivo, sino interviniendo en el diálogo, elaborando trabajos, etc.

Junto a esa formación inicial, está la formación permanente en la que el papel del propio formando es aún mayor, preocupándose por estar al día e interesándose por los medios e información que le puedan ayudar. En este sentido,advierten algunos de que la propuesta que, desde la Diócesis se hace de temas de formación es muy amplia (Cáritas,Propagandistas, hermandades, ISCRA, profesores de religión, delegaciones pastorales diocesanas, instituciones específicas de distinto tipo, etc.). Quizá esa riqueza a veces puede suponer una dificultad a la hora de elegir o desechar y se pide de parte de la Diócesis de una cierta guía para explicar el contenido y la oportunidad y conveniencia departicipar en cada caso.

En concreto hay campos en los que se demanda una formación adecuada: la formación sobre la familia, sobre la Doctrina Social de la Iglesia, así como otros referentes a cuestiones hoy de total actualidad por estar en el debate social,así como en razón de su complejidad (eutanasia, transexualidad, etc.). Pero también se reclaman ofertas de formación bíblica dado el déficit que arrastra la Iglesia especialmente entre los laicos. Especialmente se pide un conocimiento de laPalabra de Dios sobre todo como instrumento para conocer la voluntad divina de cara al discernimiento.

En torno al discernimiento, del que tanto habla el papa Francisco como de una realidad que debería ser habitual en la vida de cada cristiano, algunos apuntan a la necesidad de formarse en este tema, pero también en la importancia delacompañamiento por parte de los sacerdotes.

Se recuerda asimismo que la formación además de progresiva, adaptada, permanente y atenta a la palabra de Dios debe ser integral. En este sentido, algunos de los que tienen tareas de formación habitualmente (profesores, maestras de novicias, etc.), recuerdan la importancia de que la formación integre tanto los temas de orden natural como sobrenatural. Una formación además en la que la persona no sólo escuche, sino que participe, proponga temas, exponga dudas yexprese ideas para que verdaderamente descubra el interés de lo que se trata y se sienta parte de su formación. Como en la página del Evangelios se trata de, como el padre de familia de la parábola, sacar del arca lo antiguo y lo nuevo. Esto es, tocar en la formación los temas de importancia permanente pero asimismo incluír lo que los signos de los tiemposnos invitan a afrontar (ecología, migración, manipulación de noticias falsas, redes sociales y sus consecuencias,problemática LGTB, nuevas formas de pobreza, etc.).

Se insiste asimismo en la riqueza que supone trabajar en las distintas tareas de la vida parroquial y diocesana personas que proceden de distintas realidades eclesiales (movimientos, comunidades, asociaciones de fieles, hermandades). Además de garantizar y reforzar estas tareas, se trata de una forma muy sencilla y concreta de llevar a la práctica la sinodalidad, caminar juntos procediendo de lugares distintos. Ayuda, asimismo, a superar la tentación del ensimismamiento de quien tiene como única experiencia eclesial la participación en la realidad a la que pertenece. Eneste sentido hay voces que invitan a la creatividad a no vivir de las inercias sino buscar caminos nuevos de participación y de formación valiéndose una vez más de las parroquias como del instrumento, por su propia naturaleza transversal, de que todos puedan a la vez dar de lo que es propio de cada uno (personal y comunitariamente) y recibir de los demás.

Conclusiones

Este camino recorrido nos ha ayudado a poner nombre a una realidad eclesial esencial como es la sinodalidad,desconocida para muchos fieles cristianos que nunca habían oído ni siquiera esta palabra alguna vez. Una de lascaracterísticas que se ponen de relieve es la de la importancia de explicar bien que significa este concepto y su relación con la experiencia de la Iglesia primitiva y las razones por la que se quiere recuperar como parte de la conciencia de losfieles. En realidad, se trata de profundizar en la idea de la Iglesia como Pueblo de Dios, misterio de comunión y misión, y no sólo como institución canónica o visible, como hizo hincapié el Concilio Vaticano II. Esto nos ha ayudado a descubrir la riqueza de la Iglesia y no quedarnos en la superficialidad.

La sinodalidad en una realidad que muchas veces nos supera, “caminar juntos” a veces no es fácil, de ahí que seconvierte en plegaria para acogerla como un don.

Una dificultad que hemos constatado es el cómo hacer partícipes a todos en el actuar cotidiano de la vida de la Iglesiay en la toma decisiones, sin caer en el desorden y un “falso democratismo”.

Hemos tomado conciencia de la gran secularización de nuestra sociedad y del alejamiento de muchos de la fe católica. Un ejemplo de ello es el gran desinterés por participar en la vida de la Iglesia.

Por último, parece claro que para poder llevar adelante esta llamada a la sinodalidad y la búsqueda de la comunión es necesario: confiar más en el Señor; salir de nosotros mismos; no tener miedo a desinstalarnos, ni a la escucha; huir de la autoreferencialidad, del tenerlo todo seguro y contralado, etc., sabiendo que estamos en las manos del Señor.

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