Artículo semanal del Obispo de Asidonia – Jerez. La unidad de los discípulos fue un gran tema la noche de la última Cena, en la que Jesús se expresaba de esta manera: “Padre, que sean uno, como tú y yo somos uno, para que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21). En este testamento encuentra fundamento el movimiento ecuménico de hoy, que es necesario distinguir del diálogo interreligioso.
Hace cien años un sacerdote episcopaliano norteamericano, el Rvdo. Paul Watson inició el octavario por la unidad de los cristianos, del 18 al 25 de enero, recordado el calendario romano que conmemora el 18 la fiesta de la Cátedra de s. Pedro y el 25 la conversión de s. Pablo. El Papa Pío X lo aprobó para los católicos y luego se extendió a las Iglesias Anglicanas y Protestantes. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año tiene como lema: “no ceséis de orar” (1Ts 5,17).
La desunión de los cristianos es un gran escándalo que obstaculiza el camino del Evangelio. El ecumenismo en la verdad y en la caridad no es algo opcional, sino un deber sagrado de todo bautizado. Las bases sobre las que se asienta son: la oración, el diálogo teológico y las actuaciones pastorales.
En los últimos decenios, a través de la plegaria conjunta, se ha descubierto el valor de la fraternidad cristiana, se ha aprendido el aprecio mutuo, y se ha valorado el emprender juntos el camino hacia la unidad plena.
En el campo teológico, el ecumenismo debe afrontar una realidad muy variada y diferenciada. Así, en el periodo 1980-1990, se han superado las antiguas controversias cristológicas con las Iglesias orientales pre-calcedonias. El diálogo con las Iglesias ortodoxas de tradición bizantina, siríaca y eslava, se inició en el Vaticano II, aunque oficialmente fue en 1980. En la fiesta de s. Pedro y s. Pablo del 2007, Benedicto XVI subrayó que con estas Iglesias estamos ya en una comunión casi plena. En octubre pasado, la Comisión Mixta de la Iglesia Católica y de las Iglesias Ortodoxas aprobó un documento en el cual católicos y ortodoxos llegaban a un principio de acuerdo de que “existe un nivel universal de la Iglesia, un primado y, según la praxis de la Iglesia antigua, el primer obispo es el obispo de Roma”. Aunque quede mucho por recorrer, es un primer paso importante. A todo esto hay que añadir la visita a Francia del Patriarca de Moscú, Alexis II y su encuentro con obispos católicos en la catedral de Nôtre Dame de Paris.
También ha habido signos estimulantes en las relaciones con las comunidades surgidas de la Reforma, como es el haber logrado un consenso fundamental sobre la doctrina de la justificación. Son particularmente importantes los encuentros recientes de las asambleas plenarias del Consejo Mundial de las Iglesias en Porto Alegre (Brasil) y en Sibiu-Hermannstadt (Rumanía). Pero mientras se superan antiguas controversias, surgen en la actualidad nuevas divergencias en el campo ético. Más difícil todavía es el diálogo teológico con los grupos carismáticos y pentecostales de origen protestante, nacidos en el siglo XX, debido a que son muy diversos entre sí, carecen de una estructura común y un órgano central.
A pesar del largo camino y de sus muchas dificultades, el Espíritu irá suscitando la unidad que Cristo quiera para su Iglesia. Nosotros mientras tanto, debemos seguir orando incesantemente y trabajando pastoralmente, dando testimonio de la riqueza y de la belleza de nuestra fe de un modo positivo y acogedor. De los demás esperamos la misma actitud.
+ D. Juan del Río Martín
Obispo de Asidonia – Jerez