«Contra el hambre, defiende la Tierra»

Carta Pastoral del Obispo de Asidonia-Jerez, Mons. José Mazuelos Pérez.

Ha transcurrido más de medio siglo desde que las Mujeres de Acción Católica Española promovieran en 1959 la I Campaña contra el hambre. Durante este tiempo, Manos Unidas, financiando más de 28.000 proyectos allí donde se necesitaban y mejorando la vida de más de quinientos millones de personas, ha buscado erradicar la pobreza extrema y el hambre. Es por ello que quiero, en primer lugar, enviar un mensaje de felicitación, agradecimiento y estímulo a los numerosos asociados y colaboradores que, inspirados por su conciencia cristiana, están comprometidos con Manos Unidas. 

Aunque es mucho lo que en estos años se ha conseguido, no se ha llegado todavía a la meta. Es necesario seguir trabajando para erradicar el hambre en el mundo, algo imprescindible para alcanzar la paz y la estabilidad del planeta. 

El lema de este año es Contra el Hambre defiende la Tierra. Como podemos ver se establece una vinculación entre el hambre y los deberes con el medio ambiente. En este sentido, ya el Papa, en la Encíclica Caritas in Veritate, afirmaba que el modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa, la degradación de la naturaleza está estrechamente relacionada con la cultura que modela la convivencia humana, por lo que cuando se respeta la ecología humana en la sociedad también la ecología ambiental se beneficia (CiV. 51). 

Dicha vinculación aparece claramente en nuestro ser cristiano. De hecho, del amor a Cristo brota el amor a las personas y a todas las criaturas de Dios. En Cristo resplandece con fuerza la bondad del Padre que nos ha creado a su imagen y semejanza y nos ha donado la creación como expresión de un proyecto de amor y de verdad. La naturaleza está a nuestra disposición como un don del Creador, que ha diseñado sus estructuras intrínsecas, para que podamos descubrir las orientaciones que nos ayudaran a conservarla y cultivarla. Ella nos precede, nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida y nos habla de su amor a la humanidad. Es ese estar abierto a Dios Creador el que nos mueve a la defensa de la tierra, el agua y el aire como dones suyos y, sobre todo, a defender al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo y de la explotación por parte de los poderosos. Es la paternidad de Dios la que nos mueve a ver a los hombres como hermanos y a rechazar la visión del hombre como un número, un eslabón más de una cadena, o un engranaje del sistema. Es esa fraternidad la que nos impulsa a no quedarnos ajenos ante el hambre de tantos seres humanos. Es ese sufrimiento el que exige que la sociedad actual revise seriamente el estilo de vida que determina el materialismo y el hedonismo reinante para poder frenar así los daños que originan para el desarrollo de los pueblos. Es el grito de los más pobres el que nos lleva a reivindicar una justa distribución de la riqueza mundial para crear un mundo más próspero para todos. Hay que afirmar la necesidad del empeño por los pobres, ya que la promoción de éstos es imprescindible para el crecimiento moral, cultural e incluso económico, de la humanidad entera.  

Ante este reto y con el fin de colaborar en la erradicación del hambre en el mundo, quiero invitar a todos los miembros de nuestras parroquias y comunidades cristianas a participar en la tradicional campaña contra el hambre que celebra Manos Unidas y que se desarrollará a lo largo de la próxima semana. Os invito a uniros a ese gesto significativo del «Día del Ayuno Voluntario» que se celebrará el próximo viernes 12 de febrero y a ofrecer una generosa aportación económica tanto en las colectas de las Misas del próximo Domingo, 14 de febrero, como en las mesas petitorias de la calle. 

Con mi cordial saludo y bendición  
 
+ José Mazuelos Pérez

Obispo de Asidonia-Jerez

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