El escudo episcopal de Monseñor Mazuelos

Diócesis de Asidonia-Jerez
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La diócesis de Asidonia-Jerez, conocida también simplemente por diócesis de Jerez, ​ es una jurisdicción de la Iglesia católica de España que comprende el norte de la provincia de Cádiz, tomando como límite y frontera natural el curso del río Guadalete.

Monseñor José Mazuelos Pérez, que será ordenado obispo y tomará posesión de la silla de la Diócesis de Asidonia-Jerez el próximo sábado día 6 de junio da a conocer el que será su escudo episcopal, que le acompañará durante el resto de mi vida de obispo. El objetivo del mismo es expresar la pretensión que impulsa la misión episcopal, un modo concreto de concebir la Iglesia y una mirada sobre el hombre.

Las fuentes inspiradoras del simbolismo del escudo han sido las siguientes:

1.- El marco es común a la mayoría de los escudos, por lo que se inscribe en la tradicional forma de cáliz, evocadora de la centralidad de la Eucaristía. Se corona con el capelo (sombrero de uso eclesiástico conocido desde el siglo XIII) de color verde con los 12 borlones que indican la dignidad episcopal. Bajo el capelo, la habitual cruz episcopal.

2.- Con frecuencia, los escudos episcopales se componen de símbolos heráldicos que representan concepciones personales, tradiciones familiares o referencias al propio nombre o a particulares devociones. Este es el motivo que me ha movido a destacar de forma heráldica la familia donde fui engendrado y traído al mundo. Para ello, he tomado los símbolos del apellido Mazuelos: tres mazos en campo de gules, señalando así la figura paterna y una pera en oro, que recoge un símbolo del escudo heráldico del apellido Pérez, haciendo alusión  a la figura materna. He querido resaltar con ello mis raíces naturales, así como la importancia de la familia como Iglesia doméstica donde fui acogido, crecí, di mis primeros pasos en  la fe de Jesucristo y donde siempre me he sentido apoyado y querido.

3.- He querido también hacer referencia a la localidad de mi nacimiento, al mundo y a la Iglesia, la villa ducal de Osuna. Para ello he elegido el edificio más emblemático: la Insigne Iglesia Colegial de Nuestra Señora de la Asunción (la Colegiata). No sólo es un edificio identificativo de mi pueblo natal, sino que también acoge la parroquia donde recibí el bautismo y la confirmación. Con este símbolo intento destacar mis raíces ursaonenses y la entrada y plena incorporación a la Iglesia de Jesucristo.

4.- He elegido la imagen de la Virgen de los Reyes, Patrona de la Archidiócesis. Su presencia en mi escudo tiene una triple intención:

Recuerdo constante de la solicitud de la Madre de Dios, que cuida y protege a todos sus hijos peregrinos en este valle de lágrimas, especialmente a toda la Archidiócesis. Me acojo a Ella para que mi episcopado en la Diócesis de Asidonia-Jerez sea fructífero en obras de vida eterna.

Como sacerdote de la Diócesis de Sevilla y miembro del Cabildo Catedral la devoción a la Virgen de los Reyes es algo obligado y necesario. Han sido muchas las oraciones dirigidas a ellas y muchas las peticiones para ser fiel al ministerio sacerdotal. De ahí viene el deseo que he querido expresar, a través de su imagen, de mi vinculación al presbiterio de Sevilla, donde he ejercido el ministerio del orden presbiteral.
El discurrir de la historia ha hecho que la Advocación de la Virgen de los Reyes sea expresión de universalidad y de evangelización, de ahí que con su imagen, quiera expresar la llamada que como sacerdote he tenido a evangelizar y a servir a la iglesia universal, llamada que se acentúa con el nuevo ministerio episcopal.
5.- Los colores plata y azul en el que se sitúan las palabras del lema aluden a los colores de la ciudad donde reside la sede del obispado, aludiendo así al empeño de trabajar por esa Iglesia local.

El lema   

El lema elegido recoge las palabras de la primera Encíclica de Juan pablo II: “Jesucristo Redentor de los hombres”. Intentaré explicar en pocas palabras el motivo de dicha elección.

1.- La primera razón de dicha elección es manifestar, por un lado, el empeño que como obispo tendré en seguir el camino comenzado por Juan Pablo II, el gran profeta del siglo XXI, denunciando la cultura de la muerte y llamando a la construcción de la cultura de la vida y la civilización del amor. Por otro lado, quiero expresar mi total comunión con el Magisterio de Benedicto XVI y su propuesta cristológica como respuesta y solución a la dictadura del relativismo.

2.- Si la cultura de la muerte tiene su raíz en la aceptación de la mentira sobre el hombre, lógicamente lo primero a hacer es restablecer es la verdad sobre él. Para ello, nada mejor que dirigir nuestros pensamientos y nuestros corazones a Jesucristo, hacia el misterio de la Redención, donde el problema del hombre está inscrito con una fuerza especial de verdad y de amor. Es Cristo el que  manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Él es la medida del verdadero humanismo que tanto necesita nuestra sociedad para no seguir avanzando hacia la dictadura del relativismo. Por tanto, en el lema no recojo más que el deber y la misión que como Iglesia tenemos de servir al hombre, de revelar el hombre al hombre, hacerle conocer el sentido de su existencia, abrirle a la entera verdad sobre él y sobre su destino.

3.- Desde el punto de vista bíblico la expresión Redentor del hombre  como tal no aparece en el NT. Sin embargo, la palabra rescate, redención, sí lo encontramos en otros textos del NT aplicado a Jesús. Este vocablo sólo aparece en la sentencia de Jesús de Mc 10,45 (Mt 20,28), que ponen fin a la conversación sobre el servicio: Jesús el hijo del hombre, no ha venido al mundo para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.    

Con la misión y el servicio, Jesús fundamenta el servicio de los discípulos. No impone ninguna ley extraña, sino que es ejemplo para ellos. Ellos no pueden ser  discípulos del que ha venido a servir si rechazan el servicio. Seguir a Jesús quiere decir servir a todos. El servicio de los discípulos tiene sus raíces en la misión de Jesús y con ello en la voluntad de Dios. Así los discípulos toman parte de la misión de Jesús y continúan con ella. Pues bien, también he querido expresar con mi lema mi deseo de seguir a Cristo y empeñar todo mi esfuerzo y mi vida en servir a todos los hombres con el ejemplo y la medida de Jesús.

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