Los Obispos de la Diócesis de Andalucía, reunidos en Asamblea ordinaria el día 14 de Abril de laño en curso, hemos reflexionado sobre la dolorosa situación que atraviesa nuestro pueblo a causa de la crisis económica y laboral cada día más extendida en el ámbito del ya escaso tejido industrial.
Preocupados por los complejos motivos que van mermando día a día las posibilidades de trabajo y, justa distribución queremos hacer llegar a los hombres y mujeres de nuestra Región:
1.- Nuestro dolor ante la grave injusticia social por la que se acentúa el desequilibrio entre el derecho fundamental del hombre al trabajo y el progresivo desempleo que afecta a nuestros jóvenes y adultos, hombres y mujeres.
2.- Nuestra profunda preocupación por la pobre historia de logros políticos, empresariales y cívicos a favor de la promoción (integral) del pueblo andaluz sobre todo en el ámbito de las infraestructuras, de la industria y consiguientemente del comercio a pesar del rico potencial agrícola de nuestra tierra.
3.- Nuestra insatisfacción y sufrimiento ante la oscura perspectiva de futuro a la que aboca la situación de las negociaciones entre las empresas, los trabajadores y las autoridades.
4.- Muestra oposición a las acciones violentas cuya eficacia no responde a los objetivos legítimos y cuyos resultados puedan ocasionar irreparables perjuicios personales y el deterioro de la vida ciudadana.
5.- Nuestro convencimiento de que todos debemos asumir con imaginación, empeño y solidaridad la parte que a cada un corresponde en el proceso de pronta recuperación de nuestro pueblo, de modo que vuelva la ilusión y la esperanza al corazón de las personas, de las familias y de los pueblos.
Desde la fe en Jesucristo que nos urge a amar a los hermanos y a dedicar la mayor atención a los más débiles y desposeídos, queremos manifestar a quienes son víctimas de estos desórdenes y carencias, nuestro afecto y solidaridad. Por ellos y por sus familias elevamos nuestra súplica al Señor pidiendo justicia en las estructuras y comportamientos personales e institucionales, veracidad y honestidad en las informaciones, promesas y proyectos con que se pretende ofrecer una respuesta a los perjudicados, fortaleza y constancia para sobrellevar las pruebas inevitables que lleva consigo el proceso de la crisis especialmente difícil y duro para los trabajadores y sus familias.
La Iglesia Madre solícita y signo vivo de la voluntad de Dios Padre a favor de lso hombres, está a vuestro lado, hombres y mujeres del pueblo andaluz y ofrece aquello que es su riqueza: El amor y la esperanza que nace de la fe y que puede transformar el hombre y el mundo por la gracia de Jesucristo nuestro Señor.
Córdoba, 14 de abril de 1994.